ACORRALADA

Capítulo 10

*Capítulo 10*

¡Al diablo con todo!

- Ramsés, muchas veces me imaginé está escena en mi cabeza, donde nos volviéramos a ver y... - lo mire directo a los ojos - por fin pudiera hacerte tantas preguntas y decirte tantas cosas...

- Sofía... - murmuró mi nombre acusatoriamente, como si no quisiera que continuara hablando, pero ya había comenzado, ya no habría nada que pudiese detenerme.

- sé que no fui la mejor novia del mundo, se que empecé a cambiar y actuaba de una forma que ni yo comprendía pero entiende, la muerte de mis padres fue muy dura para mí, yo estuve en depresión y no quería que nadie estuviese a mi alrededor pero no quise nunca que lo nuestro terminara ese fue un golpe muy duro...

- Sofía detente - hablo fuerte, agachó su rostro con arrepiento, se notaba que no le hacía bien este tema.

En mis ojos se comenzaron a acumular las lágrimas, no quería que me rechazara, de verdad no quería alejarme de él, quería respuestas.

- por favor - suplique sin saber bien la razón. - respóndeme.

- Sofía ¿Por qué te enfrascas en el pasado? - ahora alzó el rostro y me miró dolido.

- yo... Sólo quiero respuestas - suplique.

- no puedo - me dijo - siento que no puedo seguir teniendote cerca, esto nos está complicando otra vez .

Mi corazón dolió, como si cien agujas se instalarán en el suavemente.

De pronto lo vi colocarse lo zapatos con rapidez, con la intención de querer salir, irse otra vez, no solo del lugar también de mi vida.

No le miraba, tan sólo tomaba sus cosas rápidamente, no sabía que horas eran pero por supuesto no lo dejaría ir.

Me arrepentí de inmediato por haber tocado el tema, tenía que dejar las cosas como estaban.

Cuando estaba a punto de salir lo tome fuertemente del brazo, el se congeló por el contacto más no volteo a mirarme.

- lo lamento - susurré y afirme mi agarré para asegurarme de que no se marchara.

Tuve un "deja vû" de hace tres años, el día en que se marchó.

Volví a sentir lo mismo.

- por favor no te vayas - le pedí - ayúdame a salvarme.

Esta vez giro sobre su propio eje con lentitud y me miró, no parecía molesto, tampoco inseguro, de hecho su cara estaba humedecida por unas lágrimas que habían recorrido sus mejillas sin haberme dado cuenta.

¿Aún me amaba?

- perdoname - me dijo acercándose, no me dio tiempo de reaccionar ni de hablar en cuanto junto sus labios con los míos.

¡Dios!