𝓟𝓮𝓻𝓻𝓪 𝓪𝓭𝓲𝓬𝓽𝓪

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La noche que pasé en el hospital terminó de joderme la vida

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La noche que pasé en el hospital terminó de joderme la vida. Si bien era cierto que íbamos a traer al mundo a un bebé que estaba destinado a convivir con padres adictos a las drogas, tenía la esperanza que algo nos hiciera cambiar y mejorar para nuestro hijo, lamentablemente no fue así.

Esa noche en el hospital, mi bebé murió dentro de mi, fue tan impactante para mi la noticia, me terminó por arruinar la vida. Esa noche lloré mucho, mi corazón no paraba de hacerse más mierda que nada, Tom no estuvo a mi lado en ese momento, pero en cuanto regresó y le indicaron lo que sucedió, vino a mi lado a llorar junto a mi. No íbamos a ser los mejores padres, eso era seguro, pero a pesar de todo, nos habíamos encariñado con el bebé que iba a ser nuestro hijo.

Salí del hospital una tarde donde el cielo estaba nublado y parecía combinar con mi estado de animo, me habían operado y Tom había tenido que gastar un montón de dinero por mi estúpida culpa. Tom se había molestado conmigo, pero le rogué que no me abandonara, no ahora, me sentía tan frágil, vulnerable. Quizás si él se iba yo terminaría acabando con mi poca vida. 

El silencio en el coche era horrible, yo estuve llorando todo el camino, me sentía vacía. 

—¿QUIERES CALLARTE DE UNA PUTA VEZ? —Tom se había molestado por mis sollozos, traté de hacerme pequeña en el asiento del coche, quería desaparecer, pero no podía. Controlé mis sollozos pero las lágrimas no paraban. 

Llegamos a casa, no me dirigía la palabra,  entramos y el ambiente era tan horrible. Fui a encerrarme en la habitación y me tumbe en la cama, grite con la almohada en la cara. Me preguntaba que había hecho yo para merecer una vida tan mierda como esta. 


...

Mi vida miserable continuó, a pesar de llorar todas la noches y de Tom drogado gritándome que me callara continuó. Tom me prohibió ver a Lalo, básicamente lo culpaba a él (además de a mi) de haber matado a su hijo. Pero la necesidad de meterme ácido a la sangre era mas fuerte que nunca. 

Tom estaba dormido, yo no podía dormir y me dediqué a buscar entre su ropa algunos gramos de coca, los encontré en uno de sus bolsillos. Caminé hasta el jardín trasero de la casa, me había pasado muchos días distrayendo mi vida de las drogas para cuidar mi embarazo plantando flores, pero ahora estaban muertas, sin vida, justo como yo. 

Me preparé varias líneas, me metí dos seguidas, el cerebro me ardió y a mi me gusto, me reí. Encendí un cigarrillo, lo más seguro es que Tom me iba a matar cuando se diera cuenta que le quité su coca y sus cigarrillos, pero en ese momento no me interesaba, lo único que quería era meterme mierda al organismo que me hiciera sentir menos dolor en el corazón.

Me quedé dormida en el piso cuando me metí la cuarta lineal, me había pegado duro y me había quedado dormida, desperté cuando Tom me sacudió, gritándome.

—¡ESTO ES LO QUE QUERÍAS ¿CIERTO?, MATAR A NUESTRO HIJO PARA CONTINUAR DROGÁNDOTE, PERRA ADICTA! -Sus palabras dolieron, me quedé tirada en el suelo, viéndolo alejarse y salir de casa más que enojado. La costumbre de estar llorando ya era bastante normal, mis ojos tiran lagrimas en automático. 

Sus palabras en mi mente me torturaban, la necesidad de droga en mi sistema me hacía temblar, quería algo que me bajara el dolor del corazón. Entré a la casa, busque algo en la cocina que usar, me sentía terrible, me sentía destrozada, no quería esto, no aguantaba esto, había llegado a la conclusión de que morir iba a ser más placentero que seguir viviendo. 

El cuchillo listo para metérmelo en el abdomen hasta desangrarme fue interrumpido por el sonido del timbre de la casa, me asusté, corrí a colocar el objeto en su lugar, quizás era Tom y me iba a matar el mismo por querer terminar mi sufrimiento, quizás diciendo que me merecía sufrir de esta manera.  Corrí a la mirilla de la puerta principal, vi a Lalo, abrí los ojos. 

—Hola —Su voz gruesa como siempre, comencé a llorar, el me abrazó. —Perdóname, te he ocasionado todo eso, ya me enteré. —Me dijo, le dije que no era su culpa, era mía. Le pregunté que hacía aquí, me dijo que venía a ver como estaba porque se sentía el culpable de mis desgracias, le dije que no y me atreví a pedirle algo que me ayudara a relajarme. 

Lalo terminó cediendo, lo hizo solo por que le dije que me sentía tan mal por perder al bebe y supongo eso le carcomió la conciencia. Me dio varias pastillas y dos gramos de coca. Le agradecí. 

—¿Esa mierda que me hizo casi morir la sigues vendiendo? —Le pregunte, me dijo que si. —¿Cuánto cuesta? —Le pregunté, me dijo que no me iba a decir, dijo que jamás me iba a vender de eso, le dije que era un cabrón llorón, se rió. 

—Tom me mataría si se entera que he venido —Me dijo, preparé una lineal en lo que hablaba y me la metí, me martilló el cerebro pero me gustó. Me relaje un poco. Le dije que lo más seguro es que mi relación con Tom se fuera a la mierda y de nuevo lloré, pero esta vez lloré drogada. 


𝑻𝑶𝑿𝑰𝑪 - 𝑻𝑶𝑴 𝑯𝑶𝑳𝑳𝑨𝑵𝑫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora