Día 2.
Me dirijo hacia el colegio bajo el incesante dolor de mi cabeza. Cuando llevo un par de calles comienza a llover y trato de no tomarle la más mínoma importancia a este comienzo de la semana. Al llegar a la esquina antes de alcanzar la puerto principal, me detengo y suspiro profundamente. Tras tratar de poner mis pensamientos en orden comienzo a avanzar hacia la escuela intentando hacer de mi paso algo decidido y tratando de tener la cabeza lo más alto posible a pesar de que seguramente debía ir empapada y parecía que la nube solamente hubiera llovido sobre mí.
Después de caminar por los pasillos, esquivando a todo proyectil hecho de papel que volaba por los aires, paro enfrente de mi clase. Clase número 34, historia.
Me adentro en la habitación sin poder evitar bajar la mirada y me posiciono en la última fila, de manera que quedo aislada del resto de personas. Los últimos alumnos en llegar eligen asientos, siempre dejando huecos en los pupitres que hay a mi alrededor.
- Perdona, tú - Oigo que una voz me saca de mi ensueño particular sobre las manchas de permanente en la pared y, intentando no parecer estúpida, me esfuerzo por hacer creer que no estaba embobada.
- Ajá - Digo mirando a la persona que había dirigido la primera oración hacia mí sin insultarme en todo el curso.
- ¿Podría llevarme esa silla? Es que me estaba preguntando si alguno de tus amigos inexistentes iba a sentarse algún día - La rubia oxigenada que se dirigía hacia mí se comienza a reír cómo una poseída mientras que yo me imagino maneras de arrancarle las extensiones y hacer que se las trague. Luego, prosigue su discurso de abeja reina. - Por la cara que pones me imagino que ni siquiera ellos se van a sentar aquí, así que me tomo esa expresión cómo un: «Adelante, por supuesto», Adiós.
Pestañeo múltiples veces, me regaño por no haber dicho nada y pidiéndole a mis ojos que no dejen escapar más lágrimas a la vez que mentalmente tacho a esa rubia de mi lista de posibles personas amables. La clase comienza con normalidad y nadie parece haberse percatado de mi persona, mientras sufro este bajón no previsto a estas horas de la mañana. Doy gracias por mi complejo de invisible y deseo que el timbre suene de una vez, para que pueda dejar esta primera clase de lunes atrás.
Tras la interminable hora en la que solamente estudiaba las manchas de la pared ya nombradas, me dirigí al baño para descansar un poco de todo el mundo. Me metí en la cabina del fondo, saqué mi Ipod y me centré en las terciopeladas voces que tenia en repetición una vez tras otra. Cuando me había relajado, salí y me miré en el espejo que tenía enfrente. «No me extraña que no se acerquen a mi, si es que doy verguenza» pienso mientras coloco algunos mechones de mi pelo en mi lugar, para luego dirigir mi atención a mi camiseta extragrande de Nirvana, cedida por mi padre y que obviamente me llegaba hasta a las rodillas.
La imaginación daba vueltas en mi cabeza recordandome que aunque la mona se vista de seda, mona se queda y pensando que quizás la ropa de marca y el maquillaje de la chica antipática de clase haría que yo cambiase o, al menos, a ella si que la disfrazaban.
Salgo con mi mochila pitando hacia Física, de las pocas clases en las que apenas hay marujas que me hagan pasarlo mal. Y sobretodo deseando no volver a sufrir otra vez lo de la clase anterior, aún sabiendo que el dia es muy largo y que la imaginación de las estiradas del instituto Riverfront también.
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¡Nuevo capitulo!
Gracias por leer❤
xniallerxswagx
tw: @lloyd_hugsx

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Cloudy Days
TeenfikceQuerido diario regalado por mis padres por qué según ellos ‘Necesito amigos’, Realmente, yo no te necesito. Escribo aquí por que lo único mejor que esto es hacer mis deberes de geografía y, sinceramente, tengo que ser fiel a mi teoría de esperar has...