Día 3.

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Día 3.

Despierto de madrugada gracias a una pesadilla. En ella me encuentro con gente que tras abrazarme, comienza a gritar mientras su cara se borra lentamente, formando una niebla que no te permite ver su expresión facial. Dicen que cuando cuentas una pesadilla no se cumplirá en la vida real y espero que escribirlo sirva también ya que aún, al recordar el sueño, una angustia se esparce por mi pecho.

Caminé lentamente hacia el instituto, bajo el ruido de mis botas al pisar los charcos de la tormenta del día anterior. Al llegar a clase, me senté en mi habitual sitio en la última fila y esperé a que el profesor comenzara la clase y callara ese grupo de locos y gritones, que tengo por compañeros.

- El trabajo me lo tendréis que entregar el próximo día y recuerdo que lo contaré para la nota final, ya podéis recoger vuestras cosas - Fueron las últimas palabras de mi centenario profesor de sociales antes de que todo el mundo se levantara y se marchara de clase. Aunque hubo algo que captó mi atención, una pequeña bolita de papel arrugada acababa de chocar contra mi pie. Pude entrever unas palabras y mi curiosidad fue superior, obligándome a leer lo que contenía.

Dentro, las simples palabras: “Reunión de amigos, ven a divertirte - 9 p.m.” y una dirección de un lugar concreto se dejaban caer, con una incitante propuesta que si yo fuese alguien más sociable no dejaría pasar.

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- Hey - solté, dejando la mochila en el suelo de la cocina.

- ¿Pensabas hacer algo hoy? - Me interrumpió mi madre mientras pelaba un aguacate.

- No, la verdad. ¿Y eso?

- Es una nueva dieta que me ha comentado la vecina, ya sabes, para cuidar la línea - La sonrisa pedante que vino tras sus palabras me dio ganas de coger el aguacate y lanzarlo por la ventana. Ella siguió explicando mientras meneaba el aguacate en su mano - Por cierto, te preguntaba si hacías algo esta tarde por qué la vecina me comentó que esta tarde su hija hacía una ‘Reunión de amistades’ o algo así. Le comenté que estabas en su mismo curso y me dijo que si te apetecía, te podías unir - Mi cabeza recordó en el papel que había encontrado hoy.

- ¿Y que te había hecho pensar que me podía apetecer? - Levanté una ceja.

- Pues, que yo sepa, tus amigos escasean. Encima que me preocupo por que llegues a ser alguien en la vida, ni se te ocurra ponerte insolente.

- No necesito que me organices cosas para hacer amigos y menos del instituto, si quisieran hablar conmigo ya lo harían.

- Tu misma, Faith. Esta tarde voy con unas amigas por ahí, no me esperes despierta - Me guiñó un ojo, para después ir a su habitación cómo una colegiala hormonal.

No me sorprende su forma de actuar, es más adolescente que yo. En plena crisis de los 40 y con mi padre de viaje de negocios cada dos por tres, se encuentra la mayoría del tiempo en una vida de universitaria alocada y desenfrenada.

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Hey hey

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