Salgo del instituto tan rápido cómo mis piernas permiten y voy corriendo hacia la parada de autobús, ya que no pensaba hacer el camino hacia casa bajo la lluvia. «Si lo piensas bien, a lo mejor coges una pulmonía y no tienes que volver a venir nunca más» se escucha en mi mente.
Tras imaginarme durante todo el camino que las gotas que bajaban por la ventanilla hacían carreras, me doy cuenta de que apenas quedaban unos minutos para alcanzar a la parada más cercana a mi barrio. Me pongo la mochila en el hombro y me levanto, caminando dificultosamente hacia la puerta. En el camino me fijo que el autobús tenia bastante más gente de la normal; unas cuantas señoras mayores, madres con sus hijos, un grupo de adolescentes que seguro que se encontraban traficando algo y un chico concentrado en su música y con la mirada perdida. «No sé cómo este viejo bus se ha movido con tanta gente dentro» me digo a mi misma negando con la cabeza.
Desciendo por mi barrio a una velocidad normal, pues no pensaba volver a correr cómo antes y la lluvia había disminuido en gran cantidad, provocando que hasta me gustara la sensación de pequeñas gotas cayendo encima mio.
Al alcanzar mi calle, veo que el coche de mi madre está en el porche y enseguida me hago a la idea de que o bien acababa de llegar de trabajar o se encontraba preparándose para irse.
Abro la puerta y me encuentro con un ceño fruncido y una mujer vestida de trabajo de tal manera, que parecía que la falda de tubo no le dejase mover las piernas.
- ¿Y, bien? ¿El otro día sales sin permiso y hoy vuelves completamente empapada del colegio? Parece que yo sea la única que se preocupa por tu salud. Espabila y ve a cambiarte la ropa antes de que te enfermes y cómo siempre tenga que cuidarte. - Dijo mi madre con una cara que parecía que cambiaba de mueca cada vez que pronunciaba la siguiente frase.
- Esta bien - Respondí tras soltar un suspiro y huir a mi habitación antes de que empezara con la reprimenda de ‘Pues claro que está bien, ya es hora de que madures bla, bla, bla, bla’ y yo perdiera los nervios por enésima vez aquel día.
Me tiré en mi cama dejándola empapada completamente, no solo por las gotas de la lluvia que me habían caído, sino por lágrimas que caían por mis ojos. Necesitaba ayuda, ya que parecía que en este mundo me encontrara completamente sola. O bien, que yo viviese cómo una persona de cristal; no puede moverse ni hacer nada por sí mismo, pero, al fin y al cabo, una persona de cristal está para tenerla ahí, de decorado, cómo obstáculo para llegar a algún lugar, provocando que tengas que modificar un poco el camino, o simplemente, para romperla en un momento de rabia y luego lamentar que ese objeto te había salido caro y no lo habías sabido valorar. Pero siempre acaba roto.
Traté de dejar mi mente en blanco sin éxito y me dirigí al baño a cambiarme.
Me miro en el espejo para encontrarme con aquel cuerpo que me había tocado; fofo, sin fuerza y para nada delgado. Un golpe de rabia me azota y acabo en el suelo con dificultad para respirar por mis sollozos incontrolables, mientras todo da vueltas en mi cabeza. De un momento a otro me encuentro apoyada en la taza de váter deshaciéndome de seguramente todo lo que mi cuerpo me permitía. Cuando ya no puedo más, trato de ponerme de pie pero acabo estirada en el suelo gracias a un mareo.
Me despierto medio desnuda en el suelo y con una sensación horrible de pesadez. En mi cabeza no hay ni un solo pensamiento coherente y recuerdo todo lo que ha pasado con dolor. Me levanto y termino de vestirme con la ropa seca sin parar de pensar que si yo hubiese cogido una pulmonía, sería por esta siesta improvisada en el frío suelo.
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xniallerxswagx
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Cloudy Days
Teen FictionQuerido diario regalado por mis padres por qué según ellos ‘Necesito amigos’, Realmente, yo no te necesito. Escribo aquí por que lo único mejor que esto es hacer mis deberes de geografía y, sinceramente, tengo que ser fiel a mi teoría de esperar has...