Capítulo 48

342 28 63
                                    




*Canción en la que me inspiré: Así te pedí de Zeri en multimedia


*Canción en la que me inspiré: Así te pedí de Zeri en multimedia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Estás celosa, muñeca?

Ese apodo. Ese apodo otra vez. Hacía tiempo que no lo escuchaba, y aunque cuando le conocí y me lo llamó por primera vez no lo soportaba, ahora lo amaba y más si venía de sus propios labios.  Tomé la compostura bien recta para hacerle pensar que no me estaba intimidando. Tenía que pensar que no me importaba. No quería que me importara. Quería marcharme y alejarme de él, pero su cuerpo no me dejaba ni un solo espacio libre para salir de allí ya que me tenía encerrada muy bien entre su cuerpo y la pared..., además que su olor era demasiado exquisito para dejar de olerlo. ¡Dios, echaba de menos su aroma! No, Baby. Tienes que intentar no caer. Le odias por lo que pasó en España. Siento como se va acercando cada vez más y más hasta que su cara queda a pocos centímetros del hueco que hay entre mi cuello y mi hombro echándome en ese espacio su cálido y estremecedor aliento. Sin saber cómo ni porque, el dolor de los tacones había desaparecido hacía un rato ya. Cuán estoy a punto de hacer la mayor estupidez de posar mis manos sobre su pecho, los recuerdos me hacen retractarme de inmediato negando, y con todas mis fuerzas y recordando algunas técnicas que mi padre me había enseñado de boxeo para quitarse a un oponente de encima, consigo echarle para atrás apartándole de mí.

—¡¿Por qué no puedes entender que no quiero verte?! —suelto y sin aguantarme más, me agacho para quitarme los estúpidos zapatos porque el dolor había vuelto a aparecer.  

—¿Y tú porque no quieres escucharme? 

Solté una risita exhausta y falsa.

—Ya te dije que estaba todo hablado ya, y segundo, estás borracho para poder decir nada —respondí sin apenas mirarle. 

Escuché como suspiraba y ahí me di cuenta que a lo mejor me equivocaba cuando le solté que estaba borracho porque no sonaba como si hubiera bebido más de dos copas. Pero no me volteé. Empecé a caminar con los pies descalzos sobre el asfalto, para llegar tan pronto como me fuese posible a la habitación sin detenerme ni un solo segundo. Pero la suerte no estaba a mi favor cuando este gritó en plena calle:

—¡Estoy hasta la polla de que me dejes como el puto malo sin saber mi versión! 

Esta vez sí que me di la vuelta, pero solo por ver que rostro tenía. La mandíbula desencajada y apretada con suficiente fuerza que podría llegar a rompérsela si seguía así, los puños apretados igual. Su vocabulario obsceno no me sorprendió en absoluto porque ya estaba acostumbrada a que siempre soltara algún que otro taco. Estaba subido a la moto como si se fuera a marchar, pero en su lugar estaba ahí quieto. Me acerco decidida y enfadada o a punto de estarlo, y cuando lo tuve lo suficientemente cerca, las lágrimas intentaron salir, pero conseguí aguantarlas un poco más en mis ojos.

—¡No necesito saber ninguna versión porque se lo que vi, vale! —comienzo a darle toquecitos con el dedo sobre su pecho para que supiera que estaba cabreada. —Se perfectamente lo que era, y si, se para que se usa y como, ¡no soy gilipollas Connor! ¿Te crees que no lo sé? Así que hazme el puto favor de dejarme en paz, ¡de acuerdo!

Love me, Baby #1 |Borrador 2020 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora