¿Qué quieres de mi?

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Los ojos azules de Izayoi observaban cómo se movían los árboles cerca de ella mientras sus pies chapoteaban en el estanque de peces Koi, esa parte del tatami estaba un poco arruinada, pero era por el mismo estanque, así que no le tomo importancia.

Cerró los ojos un momento, solo para poder agudizar sus sentidos y poder escuchar lo que había en el bosque: el canto de los pájaros, el chillido de los roedores, el deslizar de las serpientes en la hierba. Estaba tan concentrada que ni siquiera noto cuando su mano se movió por si sola para atrapar a una serpiente que estaba cerca de ella.

—Tus instintos están mejorando —Satoshi sonrió al verla sobresaltarse— Aunque podría equivocarme.

Izayoi salió de su trance dejando en paz a la serpiente para voltear a ver a su amigo.

—¿Qué quieres?

Él se acercó de forma misteriosa.

—Tengo información que puede servirte —dice con disimulo.

—¿Y?

—Puedo dártela —Izayoi iba a hablar pero Satoshi puso un dedo en sus labios— Sabes cómo funcionan las cosas, ojo por ojo, favor por favor.

Ella estuvo de mandarlo al demonio, pero él vuelve a callarla— El maestro salió hacia Edo y se llevó a Saki con él.

—¿Y eso me importa? De todos modos no podemos salir del bosque y el lugar a donde quiero ir está mucho más lejos que Edo.

Satoshi acentuó más su sonrisa haciéndolo parecer un poco diabólico.

—Por eso te voy a ayudar, pero —enfatizó— Tienes que hacerme un favor.

—¿Y si no quiero?

—Perderás tu oportunidad, no creas que no he investigado a esa persona que estás buscando, el hijo adoptado de Hideyoshi Toyotomi: Oda Hidenobu.

Izayoi apretó los labios.

—¿Qué tanto sabes? ¿Has estado espiándome? —Estaba a punto de sacar su espada cuando Satoshi de un movimiento la puso boca abajo.

—Recuerda quien soy, somos amigos Iza y me preocupo por ti, te expones demasiado con esa armadura tan llamativa y ese nombre, en Mibu ya te conocen, pero el maestro ha sabido acallar rumores, pero Kioto es diferente.

Ella, aprovechando que tenía sus pies libres le pegó en la espalda con el empeine.

—Suéltame maldito hanyou o...

—¿O qué? Aún sigo siendo más fuerte que tú y te estoy dando la oportunidad de lograr tu objetivo —La suelta— Si te interesa, sabes donde encontrarme.

Satoshi estaba retirándose cuando Izayoi habló.

—¡Espera! —Llegó hasta donde estaba— ¿Qué tengo que hacer?

(...)

Izayoi ya estaba muy cansada, llevaba tres días de viaje a caballo y Kioto todavía parecía un sueño, que decir del castillo donde vivía Hidenobu, más lejos aún. Por eso mismo decidió bajar del caballo y tumbarse en la hierba a dormir un poco, ya retomaría el rumbo cuando fuera de noche.

Estaba a punto de dormirse cuando unos gritos la alertaron.

Corrió hacia el sendero lo más rápido que pudo mientras detectaba las presencias, no podía permitirse dudar. Cuando llego, era bastante obvio quien era el atacante, así que comenzó primero a patear a sus contrincantes (no deseaba matarlos) pero después la sed de sangre fue demasiada, así que desenvaino su espada, matando personas a diestra y siniestra. Una vez que los bandidos fueron eliminados, uno de los aldeanos se atrevió a preguntar.

—¿Quién es usted?

—Me llaman Raiju, soy un ronin —No se molestó en ver a quien había salvado y regresó por donde había venido.

Lo primero que le decía Satoshi y lo primero en que desobedecía.

Lo que habita en mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora