† † †
Hace más de quinientos años.
—He hecho esto para ti y para el pequeño. -saca una reliquia de un color azul y un delgado colgante enganchado a esta.
—Edgar, no debías haberlo hecho... -dijo la chica de cabellos de un color dorado oscuro y unos ojos verdes.
—Si no lo aceptas por ti, hazlo por él.
Edgar miró al pequeño bebé de apenas unos meses que ella sujetaba. Ahora mismo ese pequeño estaba durmiendo plácidamente en los brazos de su madre. Edgar, se puso detrás de la chica y le retiró el cabello con cuidado.
—Esto cubrirá el olor del portador, con los conocimientos de mi padre y ahora la esencia de lo que nuevamente soy, no he podido evitarlo, quiero asegurar vuestra protección, Mary Ann, ya que ahora, debemos separamos.
Después de sus palabras que conmovieron a la chica, pues después de un año duro junto a Edgar ella debía marchase de allí junto a su hijo. Mary Ann aceptó su regalo, y con cuidado él se lo puso, al terminar fue al frente de ella para mirarla.
—Que eso permanezca en vuestro legado, así pues, quien porte la reliquia será objetivo de mi protección, porqué a pesar de los años la reconoceré.
Mary Ann con algunas lágrimas en los ojos se acercó a Edgar y este la abrazó con cuidado de no hacer daño al pequeño. Se fundieron en un abrazo triste ya que a partir de ese momento nunca más se volverían a ver, Edgar había hecho todo lo posible por ayudarla y ella por cuidarlo, pero por azares del destino debían separase porque la sed de un vampiro novato es imposible de controlar.
† † †
Actualmente.
—Te quedarás aquí. -dijo Edgar mientras abría una de las habitaciones del castillo. Esa habitación tenía un aspecto lúgubre y estaba amueblado con muebles clásicos que sorprendentemente estaban bien conservados, aunque llenos de polvo.
Después de marcharse de aquella casa, Edgar lo sacó por la ventana sin permitirle ver a sus padres, aunque Kai insistía en hacerlo no fue posible. A la llegada del castillo, después de un viaje que se hizo largo por el silencio, Edgar le enseñó las salas más esenciales, y ahora mismo su cuarto.
—No te acostumbres. -llamó la atención del chico y este le miró con ojos curiosos, aunque visiblemente dolidos por obvias razones. —Seguramente vendrán a por ti, pero no temas, nos iremos antes de que suceda. -Edgar entró a la habitación seguido del chico.
Después de levemente enseñarle esa habitación se marchó, cerrando su puerta y dejando a Kai allí dentro, después de todo él sabía que necesitaba esa ansiada soledad.
Edgar fue a la "cocina" (si se le puede llamar así) del castillo, estaba prácticamente podrida y sucia. Ahora tenía un dilema, y ese era que debía cuidar de un ser humano, no tenía comida ni agua y eso era un problema. Aprovechando el amanecer salió con gran velocidad y fue a una granja que estaba a unos kilómetros del castillo, allí había de todo, desde garrafas de agua hasta patatas y zanahorias e incluso animales. No dudó y se llevo todo lo que pudo y más. Estaba claro, la próxima vez traería al chico con él, más manos más cosas que traer.
Los días pasaron y cada vez Kai estaba más alegre, eso contentaba a Edgar. Los primeros días Kai estaba en una profunda depresión por la perdida de sus padres y él siempre estuvo a su lado, después de todo empezaba a recordar cosas importantes en su vida. Recordó su edad y a Mary Ann, una amiga que ayudó en su pasado, y lo más importante es que este chico era su descendencia directa, tenía su reliquia. Edgar estaba recordando con cada día que pasaba con Kai y eso, por algún motivo le quitaba la sensación de dolor, soledad y melancolía, era como si sintiera que debía estar ahí para él, como si fuera su misión en su vida inmortal, una razón para seguir viviendo.
† † †
—¡Señor! -entró un vampiro con manchas de sangre azul y con una expresión claramente asustada.
Kerloc lo miró severamente y se levantó de su asiento bajo la mirada de Hamlett.
—¿Qué ocurre? ¿Algo ha ido mal en el plan? -habló el jefe con un tono irónico al ver su cara.
Este novato iba a hablar cuando fue cortado por Kerloc.
—¡Oh! No me digas. -hizo un gesto de pensar, aunque en realidad lo tenía demasiado claro. —Edgar, ¿verdad?
—Así es. -dijo este agachando su cabeza en señal de disculpa, pues al fin y al cabo no pudieron terminar la misión satisfactoriamente, pues el pequeño de la familia Valnum seguía con vida.
—No tienes de que preocuparte, después de todo no ha sido vuestra culpa. ¿Ha sobrevivido alguien más aparte de ti? -este solo asintió. —Bien, puedes marcharte. -sonrió levemente mientras que salia de la habitación.
Finalmente se acercó a Hamlett con una expresión de enfado y le susurró al oído: "Acaba con esos dos inútiles y luego ven a hablar conmigo, ya tenemos un buen motivo para matarlo y él tiene uno para pelear, esto será interesante."
† † †
—Kai, ven aquí. -habló Edgar, sentado en un troco de madera, fuera del castillo, en un mini jardín.
Kai estaba de pie en la puerta que daba entrada trasera al castillo y en cuanto oyó a Edgar no dudo ir hacia él. Kai agradecía mucho a ese vampiro que había salvado su vida y que ahora le estaba protegiendo. Él sabía la razón, después de todo en su familia se contaba su historia, una historia pasada de boca en boca, pero que nunca fue remodelada, y Kai sabía que podría confiar en él. Cuando llegó se sentó a su lado y pudo ver sus ojos rojos brillando en la oscuridad que les rodeaba.
—Debes aprender a hacer una fogata, es útil cuando necesites luz, calor o comida. Te enseñaré. -dijo Edgar como si fuera un padre enseñando a su hijo a acampar. —Tienes que poner ramas o hierva seca para que puedan arder... si, así, muy bien.
Kai hacia todo lo que le pedía Edgar, puso las ramas secas juntas y cogió algo de hierva.
—¿Ahora qué? -preguntó el chico curioso, pues sus padres poco le habían enseñado.
Kai sabía algo de defensa personal y algunos conocimientos vampíricos, pero sus padres no querían enseñarle más allá de la mera defensa personal.
—Busca dos trozos de madera, uno que tenga un lado plano y otro que podamos girar con nuestras manos.
Kai se levantó del tronco y fue de un lado a otro buscando los palos de madera, alguno que le pudiera servir. Edgar no le quitaba el ojo de encima, lo estaba vigilando, ya que no sabía cuándo la Alianza vendría a por él.
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Edgar
VampirosCuenta la leyenda que durante toda la eternidad, el mundo ha estado en constante guerra entre dos bandos: los inmortales, hijos de la noche y la oscuridad, y los mortales, mundanos y bendecios. Los hijos de la noche, también conocidos como vampiros...