Capitulo IV

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Dentro de aquella habitación cerró los ojos, sentía que estaba empezando a recordar, pues aquel aroma era extremadamente conocido para él, hacía años que no tuvo oportunidad para volver a olerlo, pero ahora podía, estaba convencido de que ese aroma procedía del hijo de aquella pareja, pues esa reliquia que portaba el niño la había construido él, hace mucho años para una persona, la cual no recordaba su nombre, pero Edgar, sin duda alguna sabía que debía buscar a ese niño y salvarlo, pues podía ser lo que necesitaba para recordar su pasado.

Hace unos días él mismo buscaba la manera de su muerte, no quería vivir, pues sentía olvido, melancolía y soledad, pero ahora lo único que quería, gracias a esa reliquia, era recordar y tal vez salvar a ese niño era su oportunidad de hacerlo, sino, tarde o temprano acabarían por encontrarlo y matarlo.

Sin pensar más comenzó a buscar por todos los lados sin hacer ruido alguno, lo último que quería era llamar la atención de alguien que estaba en esa casa. Buscaba y buscaba y no lo encontraba, sin duda debía haber algún lugar escondido, comenzó a oler y a concentrarse aún más en ese aroma, hasta que notó que se encontraba debajo suya, buscó por todo el suelo sin hallar resultados, buscó por las paredes esperando encontrar algún botón, palanca o mecanismo oculto, y tras palpar absolutamente todo, no encontró nada.

El ruido se paralizó por todas la casa, risas comenzaron a sonar y detrás de esas risas un tremendo grito de dolor. Edgar salió por la ventana y con gran velocidad fue a la puerta por dónde los vampiros habían entrado hace unos minutos. El hombre de la familia estaba muerto, la mujer se encontraba en el suelo, con una gran herida manchada con sangre azul y uno de ellos apunto de asestarle el golpe mortal, algunos de los vampiros estaba tirados en el suelo, muertos, pero sin duda esa pelea ya había sido decantada. Los ojos de Edgar se tornaron oscuros y brillantes, con gran velocidad, una difícil de captar para el ojo humano, Edgar fue hacia aquel vampiro que tenía un puñal en su mano, alzada para acabar con aquella mujer de cabello rubio manchado con algunas gotas de sangre, tomó la cabeza de aquella bestia entre sus manos y no tardó en hacer tal fuerza que al girarla la decapitó en apenas unos segundos, los otros tres vampiros que seguían vivos lo miraron sorprendidos y con temor, pero pese a este último fueron los tres hacia él. Edgar tomó aquella hacha que tenía la mujer al lado, era un arma bendita, lo cual le facilitaría el trabajo, fue directo hacia uno de sus iguales, el cual estaba temblando mientras cargaba contra él, no duró ni un segundo su temblor, pues Edgar, con aquella hacha lo atravesó en dos, desde el hombro, hasta la cadera, partiéndolo, los otros vampiros al ver tan grotesca escena no tardaron en darse la vuelta y marcharse despavoridos.

Edgar decidió no seguirlos y tiró el hacha hacia un lado, fue hacia la mujer y puso una rodilla en el suelo.

¿Dónde está su hijo? -aquella mujer al borde de la muerte negó con la cabeza.

No quería dejar a su hijo a la merced de aquel vampiro, aunque este hubiera acabado con los de su especie y aún mejor, desafiado a la Alianza, sin duda, este acabaría muerto también.

Yo fui quién construyó esa reliquia, tiene esencia de vampiro para ocultar el olor de cualquiera que lo ultilice.

La sorpresa se hizo evidente en los ojos verdes de la chica, pues esa reliquia era herencia de hace muchos años por parte de la familia Valnum, se conoce que un vampiro que antes era humano la hizo para alguien de esta familia y se desconoce los demás detalles, pero ante tal revelación por parte de Edgar esa chica solo pudo hablar.

En la habitación matrimonial, debes... -la chica tosió un poco y algo de sangre salió por su boca. —Tres pasos al frente y cinco a la izquierda, da tres golpes en esa pared, baja por la escaleras. -cada vez su voz sonaba más débil. —Y dile a Kai, que su madre le quiere y que se quede contigo, si ella pudo confiar en ti hace años, él también podrá...

Shi-mae dio su último suspiro mirando fijamente a Edgar, él cerró sus ojos un minuto y al abrirlos colocó su mano en la cara de esta para poder hacer que durmiera en paz.

† † †

La pared se abrió y Edgar bajó las escaleras con una expresión seria. Había desafiado a la Alianza matando a dos miembros de esta y ayudando, ahora, a ese niño bendecido, sin duda, en unos días ellos lo sabrán todo y él debía estar preparado para lo peor. Llegó y estaba enfrente de una puerta de metal aparentemente sin alguna oportunidad de poder abrirla, dió un par de golpes a la puerta y una voz salió de dentro.

¿Mamá?

Dijo aquella voz temblorosa.

Kai. -dijo Edgar. —Tu madre te quiere y ella desea que te quedes conmigo, bajo mi protección.

¿Quién eres? -dijo la voz más cercana a la puerta.

Mi nombre es Edgar.

Unos mecanismos comenzaron a sonar y la puerta, con lentitud comenzó a abrirse, para finalmente mostrar a un niño de cabello castaño oscuro y unos ojos verdes que sujetaba en su manos aquella reliquia, que sin duda Edgar conocía a la perfección.

† † †

EdgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora