La verdad de ser Lincoln Loud (Wattlouders de Otoño)

"La verdad de ser Lincoln Loud"

Podemos decir que la vida puede adquirir demasiados significados, igualmente, la existencia engloba una gran cantidad de incógnitas y cuestiones que conllevan al autoconocimiento de uno mismo. Solemos preguntarnos cosas como: "¿Por qué nací? ¿Cuál es mi propósito en este mundo?". Así, pues, muchos humanos están en sus vidas buscando con desesperación la razón de ser y de existir. Sin embargo, todo lo contrario pasaba con Lincoln Loud.

¿Qué diferenciaba a este chico de los demás?

Simple, jamás había tenido que preguntarse el por qué existe o cuál era el propósito de su vida, porque ya lo sabía... o al menos eso creía.

En una existencia corta, de apenas unos once años, Lincoln Loud se sentía muy satisfecho con su vida, es más, sentía que todo era perfecto.

Desde que nació, sus hermanas mayores siempre vieron por él, sus padres también lograron dedicarle tiempo, y eso era un milagro tomando en cuenta todo el trabajo que tenían que hacer para mantener, para ese entonces, a 6 hijos. Con quien mejor se llevaba era Lori, pues siempre fue quien le guiaba y le ayudaba en la mayoría de las cosas, además de enseñarle algunos modales, darle de comer, incluso criarlo, entre comillas, porque para eso estaban los padres; sin embargo, así era cuando se ausentaban. Por otra parte, las otras 4 hermanas no quedaban atrás. Leni pasaba su tiempo jugando con él, además de ser un pilar importante para su felicidad, la linda y tierna rubia siempre le había enseñado a ser optimista. Luna era muy empática y, junto con la pequeña Lynn, jugaban con lo que tuvieran a la mano; en ese entonces, ya se veía la obsesión de la pequeña castaña sobre los balones, un gusto que se le pegó al Lincoln de esos inocentes momentos. Por otro lado, Luan a penas iniciaba con su humor y, ¿qué mejor espectador que tu hermano quien acaba de llegar y le quieres hacer feliz?

De esta manera, Lincoln Loud podía sentirse muy contento y agradecido con su infancia temprana. Pronto se daría cuenta de que todos esos valores y buenas actitudes que recibió de niño serían primordiales para recibir a quienes serían las siguientes integrantes de la familia.

De una manera increíble, la actitud de las hermanas mayores respecto a Lincoln nunca cambió. Sí, eran hermanos y las peleas eran inevitables como en cualquier familia, pero de un modo, su convivencia, su apego y su cariño jamás fue diferente; sería excéntrico decir que hasta Lori dedicaba un tiempo intermedio entre Bobby y su familia, debido a que cuando dejaba el celular de lado, se tomaba el tiempo para pasar el rato con sus hermanas o hermano.

En esta casa Loud, el egoísmo no existía. Había un apoyo mutuo entre todos. Todos velaban por todos, incluso las mascotas se llevaban bien entre sí y mostraban un gran cariño a sus dueños. Era hasta extraño el mencionar que Lola y Lana no peleaban tanto, pues Lincoln había tenido gran influencia sobre ellas. Lola no era la niña malcriada que todos conocemos y es inédito mencionar que las trampas en sus pasarelas eran totalmente inexistentes.

Para darle más sabor a su inigualable vida, Lincoln Loud tenía ya descubierto su pasión, siendo este el gran amor hacia los cómics y la gran labor de haber aprendido a dibujar mediante cursos especiales que había tomado desde temprana edad. La escritura y el dibujo eran su especialidad y estaba tanto satisfecho como orgulloso de ello. Lincoln podía disfrutar de galardones posando en la vitrina junto con los demás premios de la familia. Él era otro Loud más, no había nada de malo en esa familia.

Eso sí, el apellido familiar, a pesar de todo, se daba a relucir los fines de semana y una que otra vez entre semana. El ruido seguía dándose, pero no por peleas y discusiones, sino por juegos, convivencia y risas.

¿Qué más podía anhelar Lincoln Loud? Él lo tenía todo, tenía familia, tenía amor, tenía padres que lo criaban correctamente, tenía un gran futuro por delante, tenía dones y habilidades como sus demás hermanas, ¡incluso tenía una amiga muy cercana a él! Podría decirse que podría darse un romance entre ellos. Todo lo que hubiera querido desear cualquier niño de su edad, él lo tenía. No podía quejarse de nada, no podía sentirse triste por algo, su vida podía definirse en una pequeña frase de tres palabras: "Felicidad y perfección".