ADAPTARSE

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Morales y Juan Enrique llegan al bar de la esquina luego de hablar con Sagasti y sale un hombre de más de 50 años.

- Buenas noches. - Los saluda amablemente. - Con quienes tengo el gusto?

- Valentino Morales y Juan Enrique Carrillo. -  Le responde cortante el Gallego.

- No son de acá, o me equivoco? - Pregunta el señor mientras se peina su canoso y prolijo bigote con la mano derecha, cubierta por un guante de rayas diagonales en negro.

- Venimos de cerca. - Le responde sin mucha emoción Juan Enrique. - Somos gente de Borja Otavio.

- No no no... - Se decepciona el señor. - Imposible, no hay lugar.

- Pero si está todo libre, dale. - Morales se aviva. - Que tenés con Borja?

- Acá no está permitida la gente de Otavio, me escuchaste? - Le explica con un tono amenazador. - Y mejor que se acostumbren a las reglas del barrio si no quieren que se los coman crudos.

- Andate a la concha puta de madre salame. - Se ofende Valentino antes de escupirle en sus lujosos zapatos color marrón.

- Ven hermanito. - Lo agarra del hombro el gallego. - Vamos a otro, no vale la pena.

Y así llegan a Las Palmeras, el restó más famoso de la 31-31.

Entran y se instalan en una mesa.

- Buenas noches, como están? - Los recibe agradablemente el mozo. - Les dejo el menú.

Y como dijo, el mozo les dejó una hoja rota en uno de sus bordes con todas las opciones de comida escritas.

Al rato, el mozo vuelve.

- Pires! - Le grita Morales a lo lejos luego de leer su nombre en el cartelito que tenía en el pecho.

- Ya decidieron? - Pregunta en el camino el flaco y alto.

- Yo quiero una ensalada de esta... la de lechuga y tomate. - Pide Morales. - Y acá el señor quiere un guiso de arroz.

- Perfecto. - Aprueba Pires. - Para tomar quieren ahora o me piden después?

- Dos frescas. - Pide con convicción Morales siendo comprendido por Pires y su pulgar levantado.

Cuándo terminan de comer Juan Enrique llama a Piris para que les cobre.

- Pudieron comer bien hoy? Son 260. - Dice con una sonrisa dibujada en su rostro.

- Eh? Te equivocaste, jefe. - Morales no puede creer el precio.

- No comimos nada, hermano. - Se queja Juani.

- Perdonen, yo no pongo los precios. - Se justifica con cara de arrepentimiento Pires. - La birra está carisima.

- Tomá la puta que te parió, no venimos más a esta porquería. - Comenta exaltado el joven de 19 años. - Ni siquiera estaba rico.

Pires se queda mirando fijo la plata que dejó Valentino sobre la mesa.

Juan Enrique y Morales llegan al hotel más temprano de lo que hubiesen querido.

- Está mas hecho mierda que la última vez. - Ríe Valentino.

- No es un mal lugar, además el departamento es de un buen tamaño, que se yo. - Responde el español con los brazos cruzados.

Al primer tacto con la puerta se escucha el ruido que hace Rui para levantarse de la silla.

- Que anda pasando acá?! - Pregunta alarmado el gigantón.

- Nada Rui, somos nosotros. - Se identifica Morales tras la penetrante mirada de Rui a lo lejos.

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