Lynn III

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Las siguientes semanas fueron algo duras para mí, eran las últimas del curso. Me aproveché de mis "encantos" conseguí que me aprobaran todo. Ahora entendía porque la manada de Aiden pasaba todos los exámenes. Solo hacía falta que les gruñera un poco y listo, se quedaban traumatizados. No sé si me serviría de algo, pero por lo menos me habría graduado.

La vida en manada no fue nada difícil. Clara y Dani parecían vivir en su burbuja de enamorados, algo parecido ocurría con Aiden y conmigo, y con Liam y Lucy, sin embargo a veces veía a Lucas algo apartado de los demás. Más solitario, más oscuro. Me preocupaba.

—Está de luto aun, Lynn, recuerda que no ha pasado tanto desde la muerte de Jenny —me había dicho Aiden.

La mención de su nombre me traía una mezcla de recuerdos amargos. Ya no me era nada fácil odiarla, después de todo le había salvado la vida a Aiden. Claro que la vida de Aiden no hubiera peligrado si ella no nos hubiera traicionado... Vale, creo que sí que es fácil odiarla.

Pero lo que sí no era fácil era ver a Lucas en ese estado. Me ponía triste. No quería que Lucas se sintiera solo.

Aiden nos estaba enseñando a "controlarnos", como si él fuera el más apropiado, Don-Yo-siempre-reacciono-tranquilamente-a-cualquier-situación, recordando cómo tiró a Dani por los aires cuando se enteró de nos habíamos besado. En fin. Puede que a Clara y a Dani les costara algo mas que a mí, pero desde luego que yo estaba muy controlada.

Cada vez que tenía pensamientos así los ojos de Aiden buscaban los míos con reproches. Pero no me sentía culpable, hay más cabezas en las que hurgar.

Era muy frustrante saber que él es capaz de leer cada pensamiento que pasa por mi cabeza, sin embargo yo con él no podía hacer lo mismo. El resto de la manada teníamos nuestros pensamientos conectadas, pero era como una especie de intuición. Nuestras mentes estaban a la par, pero no de la misma manera que un Alpha y el resto de su manada. Yo no podía escuchar lo que él pensaba, sólo cuando era él mismo quien hablara dentro de mi cabeza. 

Me aparte del grupo. Lucas estaba mirando el lago. Fui hasta él y me senté.

—Tú deberías entrenar con los otros cachorrillos —dijo él con una sonrisa.

—Yo estoy muy entrenada —dije, le di un empujón—, venga te echo una carrera. Píllame si puedes.

Me incorporé de un brinco y comencé a correr mientras intentaba quitarme la ropa sin caerme.

—Lynn, ¿qué haces? ¿Estás loca?—gritaba Lucas, pero me estaba imitando. También había echado a correr mientras intentaba desacerase de su ropa.

Cuando ya no llevaba nada más empecé a correr a cuatro patas. Ya era un lobo. 

"Lynn" —escuché a Aiden en mi cabeza. Pero la verdad necesitaba que me dejara en paz un rato. 

"Solo es una carrera" —contesté. Y no miré atrás seguí corriendo.  Y sentí a Lucas detrás de mí. 

Tenía ventaja, pero no fueron ni unos pocos kilómetros antes de que me alcanzara y me adelantara. Intenté mantener su ritmo pero era imposible, era muy rápido. Nos habíamos alejado lo suficiente, como para no escuchar a Aiden. Ni él a mí o eso creía.

—Estamos lejos —confirmó Lucas como si también hubiera estado pensando lo mismo. Era humano. Se tumbó en la pradera. No había ni una alma viva por los alrededores.

Estar desnuda había dejado de importarme así que volvía mi forma humana y me tumbé a su lado. Miramos las nubes.

Estaba mirando a mis alrededores. ¿Me estará escuchando Aiden?

—¿Qué pasa, Lynn? —preguntó Lucas divertido—, ¿me vas a confesar que en realidad estás enamorado de mí y tienes miedo de que Aiden se entere?

Le miré con cara de asesina, pero él estalló en carcajadas.

—No tiene gracia —dije haciendo una mueca.

—Menos mal, porque de ser así Aiden me arranca la cabeza.

—Ja ja —dije irónicamente—. Lucas... siento lo de tu hermana —dije cortando la broma—, de verdad, no merecía morir.

Lucas no dijo nada. Luego suspiró.

—Lo hizo por mí, más que por Aiden, lo sé. Nunca había estado sin ella, ni un solo día de mi vida. Se me está haciendo un poco duro el acostumbrarme, pero no quiero preocupar más de lo necesario a la manada.

—¿Me odias? —pregunté.

Lucas se incorporó para mirarme. Se tapó los ojos del sol con la mano.

—¿Por qué dices eso? —preguntó confuso. 

—Porque todo esto ha empezado por mi culpa... 

Él se queda unos segundos mirándome, yo desvié la mirada. No podía con la culpa. No me extrañaría que así fuera, que me odiara, soy la culpable de todo, desde el principio. 

—Se nota que eres rubia —dice él. 

Le miré sin comprender exigiendo que me explicara esa ofensa a toda la población rubia. Él negó con la cabeza. 

—Lynn, eres genial. No te echo la culpa de nada, de verdad, no sé ni como puedes pensar eso. 

—Ah, que crees que pienso —digo haciéndome la ofendida—, no sé como soy rubia...

Lucas se rió e intentó darme un puñetazo amistoso. 

De repente escuchamos un ruido a nuestras espaldas. Los dos nos incorporamos instantáneamente. 

—Pero, mirad que tenemos aquí, ¿dónde está Aiden, Lynn? ¿ya te estás revolcando con otro? —dejó escapar una risa malvada. 

Era Richard.


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—Leli. 

A B R U M A D A (IMPRIMADA SEGUNDA PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora