Para que me perdones. - Yoonmin.

Cap. 11

–Ah... Daddy...– Jimin, quien acababa de llegar a la casa de su mayor volteó para observarlo de pies a cabeza luego de verlo proyectado en el espejo de cuerpo completo frente a él. Ahí estaba, vestía con ropa casual– Está muy arreglado, ¿Volveremos a salir?– Su mirada denotaba inocencia y confusión. Yoongi rió ante este gesto, le había causado ternura, así como muchas veces.

Ese día habían compartido casi todo el día juntos, ahora se encontraban en la casa del pelinegro, a la que habían vuelto cuando comenzó a oscurecer.

–Adivinaste, Mochi.– Llevó su mano al cabello del contrario, revolviendo un poco este.

Una suave sonrisa tomaba forma en los labios de Jimin, ese apodo que había dedicado le resultaba muy tierno, y por alguna razón, su humor mejoraba al escucharlo.– Pero... Esta vez será... Diferente.– Intentó atinarle a la palabra correcta para describir la situación, no reconocía la manera exacta.

Ya había pasado poco más de un mes y medio después de la disculpa de Yoongi, y la relación Daddy-Baby que acordaron parecía dar resultado a pesar de no ser tan evidente visto desde afuera.

Aunque eran pocas y usualmente pequeñas las cosas que solía pedir Jimin, Yoongi se encargaba de agregar algunas cosas extra incluso cuando este no se las pedía, algo que a veces apenaba al menor cuando el precio parecía ser alto.

Ninguno de los dos volvió a tocar el tema de la violación, pues obviamente no era algo agradable de recordar, en especial para Jimin. Aunque en el fondo, Yoongi sabía que nada que él le comprara compensaría lo que le hizo.

Eso lo hacía estar más convencido y decidido a la hora de pensar en el bienestar de Jimin. Para él, era tan fácil de hacer feliz como un niño, lo supo desde el momento en el que vio la amplia sonrisa que se formó en sus esponjosos labios cuando le compró un helado por primera vez. Pero eso no significaba que podía comprarlo con cosas superficiales, lo sabía perfectamente. Una sonrisa podía significar felicidad momentánea, pero quería que se sintiera bien y cómodo en todo momento, y eso no se demostraba con tan solo una sonrisa.

Y aún en más en el fondo, a pesar de parecer imposible para él hasta este punto, mantenía las esperanzas de en algún momento ser el dueño de su corazón. Es por eso que lo trataba con tanto cariño y cuidado, de esa manera habían llegado a tal grado de confianza en tan poco tiempo.

–¿Diferente?– Su cabeza se ladeó naturalmente en un gesto de confusión como de costumbre.- ¿A qué se refiere?– Su voz confundida combinaba con su expresión, la cual en cierto punto era algo graciosa y tierna al verse sus labios curvarse ligeramente en un puchero. El mayor volvió a reír de manera nasal mientras se acercaba a Jimin.

–Sabes qué ya llevamos más de una semana en esta relación de Daddy y Baby...– Dio una pequeña pausa antes de seguir hablando y tomó un poco de aire antes de volver a mirar al contrario.–Pero... para establecerla del todo necesitaríamos una... formalidad, un contrato.– Asintió al terminar de hablar, esperando que haya sido la mejor manera de explicarlo.

–Woah.– Los ojos del menor se abrieron un poco más al escuchar la última palabra.– No pensé que habría un contrato.– Su mirada continuaba con el mismo asombro, de alguna u otra forma, eso lo hacía sentir importante.

–Pues, lo hay.– Yoongi no pudo contener una leve risa al notar su emoción por algo tan simple para él, no era la primera vez que pasaba.– Pero no es muy complicado.– Prefirió explicar.– Yo ya lo firmé, una vez lo firmes tú legal y oficialmente seremos Daddy y Baby.– Humedeció sus labios, evidentemente le encantaba la idea.

–Oh...– Se hizo un silencio en el que Jimin mantuvo su rostro algo inexpresivo, estaba pensando.

Por un momento, el pelinegro temió que la propuesta lo asustara, los segundos de silencio lo estaban carcomiendo. Pero la reacción del menor fue bastante diferente a lo que Yoongi esperaba.