Prólogo.

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Yoongi arrojó con furia el celular al suelo, definitivamente no es el mejor en recibir malas noticias, más aún cuando estas son enterarse de que tendrá que ser él quien entreviste al futuro nuevo empleado.

Uno de ellos había renunciado hace ya unos meses y varias personas habían estado preguntando por vacantes, lo que más le molestaba era el hecho de que ese empleado ni siquiera trabajaría para el sector del que se encarga él, sino para el de su primo ¿Por qué tenía que ocuparse del trabajo de otros?

Para colmo, él ya lo había salvado de varios apuros y ayudado en varias ocasiones obviamente sin recompensa, Namjoon no suele esperar devolución cuando se habla de ayuda, más aún si se trata de familiares o amigos cercanos, lugar donde se encuentra Yoongi. Sin embargo esta fue la primera vez que pidió algo a cambio, y justo tenía que tocarle a él, habiendo recalcado varias veces ya que odiaría esa situación, tendría que evaluar aquella persona que pasaría sentada horas en una habitación sola junto con él, mientras finge una sonrisa sabiendo que la contraria también es falsa, escuchando los típicos halagos y comentarios lame suelas innecesarios y posiblemente falsos que la persona diría pensando de una manera errónea que de esa forma tendrá más suerte.

 ¿Y qué era lo peor de esto? No podía negarse, bah, claro que podía, pero su moralidad no se lo permitía, por fin tiene una oportunidad de agradecerle a su primo todos los favores que le hizo. Ya había intentado millones de veces de distintas maneras, pero el idiota no aceptaba nada a cambio, ni siquiera el dinero, y esos son los momentos en los que Yoongi odia que su primo sea tan buena persona.

Era un hecho, tendría que ser el entrevistador, pero obviamente no quería hacerlo, buscaría ayuda de quien sea, no iba a soportarlo solo.


(...)


Nosotros ya llegamos ¿Dónde estás?– se escuchaba del otro lado de la línea.

-Lo siento, me atrasé.- Respondió con nerviosismo a su celular que sostenía entre su hombro y su cabeza mientras terminaba de atarse los cordones.- Voy enseguida, no empiecen sin mí por favor.- Colgó para dirigirse casi corriendo a la puerta de su casa.

Vivir cerca del lugar en el que ensayaba coreografías con sus amigos era tanto una ventaja como una desventaja: Jimin sabía que no necesitaba demasiada anticipación para cambiarse y prepararse, sin embargo al estar tan relajado con el tiempo, se aprovechaba demasiado de este y lo terminaba descuidando de tal manera que casi siempre llegaba tarde al horario de práctica que imponía con Jungkook y Hoseok.

Los tres son muy buenos amigos y compañeros en una academia de baile a la cual asistieron desde hace varios años ya. Les resultaba muy larga la espera de una clase a otra, puesto que solamente tenían clases los viernes a pesar de que duraban todo el día, por eso mismo casi todos los días a la tarde se juntaban a practicar las coreografías que les enseñaban, o simplemente improvisar, en una especie de salón público que mantenían los vecinos del lugar, incluyéndolos a ellos. 

El lugar era un edificio de dos pisos que constaba de varias habitaciones, la mayoría con espejo, que contenían herramientas para distintas actividades tanto artísticas como deportivas, las cuales la gente cuidaba en conjunto y se encargaba reponer en el caso de que alguna se rompiera o perdiera; telas para trepar, equipos de música con micrófono, maquinas de correr, bolsas de boxeo, instrumentos, amplificadores para música, etcétera. La habitación que suelen la mayoría de las veces se encontraba en el segundo piso, siendo la siguiente a la que se encuentra en la esquina del edificio.

Conocía a Hoseok desde la secundaria, y a Jungkook desde que entró en la academia de baile. Jimin fue el último en entrar, siendo Jungkook el segundo y Hoseok el primero, lo que no quita que los tres tengan la misma destreza para bailar. No es que ellos eran los únicos que iban a estudiar baile en ese lugar, sino que Jimin solo llegó a encariñarse y formar amistad profunda con ellos dos.

–¿Ya te vas?– 

Ah, también tiene un hermano mayor, quien podía fácilmente ser confundido con su padre debido a la forma sobreprotectora con la que cuida de él. Pero eso no hacía que se llevaran mal, al contrario, tenían toda la confianza que unos hermanos pueden tener. De hecho, SeokJin fue la razón por la que desarrolló su otra pasión, cantar. Así que también se puede decir que sus gustos son muy parecidos. 

En el tiempo en el que comenzaron a vivir juntos a los veinte años de Jin y los catorce de Jimin, el último tenía que acompañar al mayor a sus clases de canto todos los miércoles a la tarde. En un principio le pareció algo tedioso, pero al ser menor de edad, no podía quedarse solo en su casa, y no tuvo ninguna alternativa más que ir. Luego de varios comentarios e insistencias finalmente Jimin se dispuso a intentar tomar clases también, quedando sorprendido al descubrir lo apasionante y divertido que le terminó pareciendo.

–¡Sí! ¡Nos vemos luego!– Saludó con su mano desde la puerta antes de salir con un portazo, haciendo a SeokJin negar con la cabeza.

Su vida era muy monótona, pero no estaba desconforme con ello. Todo se mantenía tranquilo, divertido y saludable. Esta solo era otra mañana normal de un día ordinario, y así sería el día siguiente, y el siguiente, y el siguiente... 

Y no habría nada que pudiera alterarlo.




¿O sí?



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¡Un nuevo fanfic! Este va dedicado a una personita muy bonita uwu espero que les guste el prólogo.

Capítulo exitosamente editado 

 

Para que me perdones. - Yoonmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora