Cap.29 Problemas de Identidad

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El profesor Riker de St. Jeor se levantó a las 6:00 AM como solía hacerlo entre semana para comenzar su rutina, era muy meticuloso en ordenar las cosas de su departamento así que dobló su pijama y se puso una camiseta y shorts deportivos, cambió sus pantuflas azules por unos zapatos deportivos y bajó hasta la cocina para prepararse un batido.

Bajo las escaleras y se dirigió a su cocina que por suerte estaba limpia, después de todo Ross si había limpiado su desastre al cocinar la cena. Su primo era un poco desordenado a veces y descuidado con las tareas del hogar, en especial con la cocina. Riker agarró una de las botellas con agua de la nevera y la puso en su bolso, estaba divagando en sus primos mientras preparaba lo que se iba a llevar en su bolso, todo lo que sabía era que Ross había llegado ayer molesto con Rocky por algo que Riker realmente no entendió muy bien, su primo solo mencionaba que Rocky era terco y descuidado, acto seguido Ross se preparó la cena y le dijo a Riker que no quería volver aún a la universidad.

"Es solo otra pelea de hermanos" pensó Riker mientras metía el agua y dos barritas energéticas en su bolso, salió de su departamento y bajó hasta su carro para dirigirse a la universidad. Mientras manejaba, sus pensamientos volvieron a los años qué pasó en Europa con sus primos, la situación de la familia le parecería complicada a una persona externa pero no era así. Mark, el padre de los Lynch, tenía una hermana, la madre de Riker, ella se había encargado de cuidarlo hasta cierto punto y luego Mark se había encargado de Riker, sonaba extraño pero Riker no podía recordar bien cómo había sucedido o en que momento exacto de su niñez su madre había decidido desaparecer de su vida. Mark Lynch se hizo cargo de él junto con su primera esposa, la madre de Ross y Rocky, esos eran sus primeros recuerdos cuando alguien le preguntaba sobre sus verdaderos padres, aunque fuera por poco tiempo. Después de eso llegó Stormie, una señora amable y dulce que siempre se preocupó por los hijos que no eran biológicamente suyos, eso no le importó a Stormie porque los trato a todos por igual y la familia se agrandó con la llegada de Rydel y Ryland.

Riker sonrió un poco ante el recuerdo mientras estacionaba en su puesto para profesor de la facultad de lengua y literatura. Los años con Mark y Stormie fueron sus recuerdos más felices porque al fin sentía que pertenecía a algo muy bueno. Sin embargo, en algún punto de esos años la dinámica familiar cambió y Mark se divorció de Stormie, su tío decidió empezar desde cero y se quiso mudar a Lóndres con sus hijos. Riker cerró la puerta de su auto y caminó hacia el gimnasio de la universidad, le alegraba ver el campus sin tanta gente porque podía apreciar más el paisaje de la gran institución. Recordó el día de la partida a Europa y se sintió como si hubiese sido ayer que había abordado un avión con destino a Lóndres junto a su tío y sus dos primos. Lóndres fue un cambio radical para el, tanto por el nuevo ambiente como por sus nuevas responsabilidades. Su tío trabajaba de lunes a sábado hasta tarde, era un poco difícil mantener a tres niños siendo padre soltero y Riker consciente de eso empezó a tomar más responsabilidades en el hogar; era el hermano mayor que estaba pendiente de la comida, limpiaba la casa y le recordaba a su cansado tío pagar las cuentas a tiempo. Riker no le ponía un glamour ceniciento a la historia, los primeros años fueron un poco difíciles pero después Mark consiguió un buen empleo y las cuentas por el alquiler ya no eran un dolor de cabeza. A pesar de las adversidades durante los primeros pasos en Lóndres, los chicos se la apañaron y Riker siempre estuvo allí para sostener el hogar en caso de que la ausencia de Mark se hiciera muy visible.

El profesor Riker dejó su bolso en el casillero del gimnasio cuando llegó y se puso a calentar los músculos antes de empezar con su rutina de ejercicios, los recuerdos siguieron rondando por su cabeza hasta que empezó a hacer ejercicio y enfocó la atención en su entrenamiento físico.

Después de una hora en el gimnasio, el profesor salió de las duchas, se cambió para pasar comprando su desayuno y se dirigió a su aula de clases. Los pasillos de la universidad estaban decorados con pancartas e información sobre los estudiantes, agrupaciones y próximos eventos. Saludo a algunos alumnos y entró en su clase, al parecer algún estudiante había dejado unas galletas como regalo, se sentía un poco incómodo porque sucedía a menudo, lo apreciaba más no quería que pensaran que podían comprar a un profesor con tales detalles.

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