07. ¿Estás teniendo sexo en medio de un atraco?

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Me desperté antes de que alguien viniera a llamarme, por fin había podido tomar un turno para dormir dos horas seguidas y me sentía más feliz que nunca pues hoy nos entregarían a Río.

Estaba en la bóveda con Bogotá cumpliendo mi turno para sacar los lingotes de oro, acababa de salir del batiscafo cuando escuche la voz de Palermo en el lugar.

- ¡che, que bien te queda ese trajesito Praga! - Palermo me miró de arriba a abajo.

- Cierra el orto - imite su acento para molestarlo.

- Lo argentino sólo me queda bien a mi querida - ambos reímos por su comentario.

- Ya, pero en serio ¿A qué venias? ¿No deberías estar arriba por si el profesor dice algo? - le preguntó mientras me siento sobre una caja.

- Acabe de hablar con el, ya van a entregar a Río, lo tienen en un carro cerca a la carpa - Palermo me aviso.

- ¿En serio? ¡No me jodas! - me levanté de la caja y empecé a quitarme el traje de buzo - ¡Bogotá te dejo solo, que Río va llegando! - Bogotá se voltea para asentir dándome permiso para ir por Río.

- ¡Uf! Praga, no te queda nada mal ese neopreno - Bogotá me sonrió. Me encontraba con el pecho descubierto y el traje abierto hasta mi cintura. Palermo se paro frente a mi evitando la mirada de Bogotá.

- ¿Qué? - mi cara se descompuso al escuchar a Bogotá.

- Repetimelo - pidió Palermo.

- Que con eso puesto calienta a cualquiera - respondió Bogotá mientras se reía.

- Caliente vas a sentir la cara cuando descargue un cartucho sobre ti - respondí apartando a Palermo para mirar a Bogotá. - Llevamos conociéndonos por muchos años Bogotá, que no se pierda el respeto.

- Perdona - me respondió arrepentido mientras se daba la vuelta para seguir trabajando.

- Toma ponéte esto antes de que otro pelotudo te diga algo - Palermo me paso mi mono, me cambié rápido para ir hacia el ascensor.

- ¿No me acompañas? - le pregunté cuando se desvío hacia las escaleras para subir a la sala de control.

- Es su momento de familia, anda - empezó a subir las escaleras.

- Después de esto tu y yo vamos a hablar - lo señale sin recibir respuesta por su parte - no puedes seguir evitandolo - bufé.

- ¡Miráme cómo lo hago! - me grito mientras desaparecia por un pasillo. Sonreí al ver su reacción infantil, me gustaba que Martín se permitiera ser cariñoso y agradable solo conmigo.

Deje de pensar en el para concentrarme en Río, camine apurada hacia la entrada del banco para ver a todos reunidos mientras esperaban a Río. Me pare al lado de Nairobi cuando pude ver los inigualables rulitos de Río cruzar por la puerta.

Lo primero que hizo al entrar fue recibir a Tokio en un abrazo. Oprimi el botón para cerrar las puertas del banco, cuando estas estuvieron casi cerradas escuche el sonido de una persona caer contra el suelo, me giré mientras lo apuntaba con el arma, Helsinki y Denver de unieron a los pocos segundos.

-¡No disparen, no disparen! Voy desarmado. - la persona gritaba - Soy Arturo Román - giro su cuerpo para vernos.

- ¿Arturito? - Denver preguntó, no podía creer que otra vez íbamos a tener que aguantar a este imbécil.

- Anda, parate, con el resto de los rehenes - lo apunte con mi arma mientras lo guiaba a las escaleras donde se encontraban el resto de las personas.

P R A G ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora