15. ¿Osea que gané la competencia de hermanos por tu amor?

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Estaba sentada junto a Sergio mientras miraba a los demás bailar y cantar una canción italiana, a decir verdad todos ya estaban un poco borrachos y yo no tenía ganas de aguantarlos.

- ¡Venga! - Bogotá gritaba saltando - vamos a bailar bonita - se acercó para tomarme de la mano y llevarme hacia los demás.

- Permisito - Palermo llegó para tomar mi otra mano y apartarme de Bogotá.

- ¿Qué haces? - le preguntó cuando lleva sus manos a mi cintura.

- Le dijimos a esa pelotuda que estamos comprometidos y vos no me has volteado a mirar ni dos miserables segundos - hace un puchero mientras me explica.

- Quizá porque no estamos comprometidos - recorro su pecho con mis manos.

- No, claro que no - se acerca a mi lentamente - estamos casados querida - finaliza para besarme.

- Donde alguien nos vea nos degollan - lo amenazo separandome para caminar hacia Bogotá.

Decido dejar de lado mi odio por Tatiana y me uno a su fiesta improvisada de matrimonio. Berlín se ríe de nosotros a lo lejos mientras habla con Sergio.

- ¿Esto no te recuerda a nuestra boda? - abrazo a Martín por la espalda dejando un beso en su cuello.

- ¿Vos no querías distancia? - se gira para tomarme de las manos y comenzar a bailar.

- Callate y bésame antes de alguien se de cuenta - le susurro cerca a sus labios.

- ¡Praga! ¡Praga! - me giro buscado la voz que me llama pero todo el mundo desaparece dejándome sola.

- ¡Praga! - escucho la voz de Martín antes de abrir los ojos de golpe y verlo sobre mi dándome pequeñas cachetadas para que reaccione.

- Martín - susurro para que nadie nos escuche mientras me siento y el me rodea con sus brazos.

- Ya paso, ya paso - me acaricia el cabello cuando me siente llorar sobre su hombro.

Me separó de él para arrastrarme hasta el cuerpo de Nairobi, dejó mi cabeza sobre su abdomen para seguir llorando. Tras unos cuantos minutos Helsinki me separa de su cuerpo para hacerme poner de pie y llevarme con Palermo. Batallo un poco para no soltarla pero finalmente susurro un perdón antes de dejar un beso en su frente y caminar hacia Palermo.

- Esto es nuestra culpa - sollozo sobre su hombro cuando siento que el me toma en brazos para empezar a subir las escaleras.

- No, no es tu culpa, yo planee esta mierda y te arrastre conmigo - me besa la cabeza repetidas veces antes de llegar a la habitación de control donde me deja sobre una silla y va por un botiquín.

- Para eso te jure amor eterno, en las buenas y en las malas - susurro mientras me bajo el mono hasta la cintura revelando varios moretones al rededor de mi cintura.

- Vení - Palermo me dice para empezar a pasar algodones con alcohol sobre mis heridas.

Me cambia el vendaje de la mano y se asegura de curar la herida que dejó la bala de Gandía apretando una nueva venda con fuerza, finalmente retira el vendaje de mi cabeza y peina mi cabello con cuidado. Cuando termina se dedica a acariciarme la cintura descubierta mientras deja que mi cabeza repose entre su cuello.

- No quiero perderte - me separó de él para mirarlo a los ojos - no quiero que me dejes.

- Y no lo vas a hacer, vamos a acabar con esos hijos de puta - habla mientras me ayuda a colocarme el mono - y después, vos y yo vamos a irnos a la islita que vos querás.

P R A G ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora