Víctor Malone es un hombre que tiene la vida a sus pies. Mujeres, sexo sin compromiso y riquezas.
Nunca pensó que llegar temprano de aquella fiesta cambiaría todas sus perspectivas acerca de la chica que odiaba, su hermanastra. Verla en aquella situ...
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Ari, la mujer de la limpieza, estaba más que nerviosa por lo que había visto un par de días atrás.
Sabía que como servidora de su querida señora, a quién le debía respeto y le informaba hasta la mínima mosca que se movía mientras estaba aquí, debía de saber lo que estaba pasando con sus hijos. Ella los había visto crecer como hermanos, eso no debía de pasar de allí.
Pensó que eso no era de su incumbencia, pero su criterio de servir en todo lo que pudiera a su señora la hizo ceder, pues aquella mujer llamada Victoria la había ayudado en mil y una formas y sentía que le debía la vida por ello.
Cuando Ari descubrió que su hijo tenía comienzo de cáncer se quiso volver loca, pero su señora, desde que se enteró la quiso ayudar pagandole todo sus tratamientos y medicamentos.
¡Era un ángel caído del cielo!
Así que se sentía en la obligación de hacerlo y eso llevó a una de las discusiones más dolorosas de aquella familia.
Hubo más de un corazón roto ese día...
- ¡¿cómo que te obligó?!
- si.
La rubia lloraba desconsoladamente, no sabía qué hacer, no quería que su padre pensara que ella tenía culpa de lo que había pasado.
- él me dijo que si no hacía lo que él quería te iba a decir que estaba con Daniel.
- ¡No puede ser!
Valentino se veía a punto de explotar, no se lo podía creer que el niño que había estado viendo crecer era un supuesto maniático, un degenerado que obligaba a su hija a hacer cosas indebidas con el chantaje.
- no puedo creerlo Queenie, ese no es mi hijo.
La señaló Victoria mientras esta lloraba a cántaros. Se sentía decepcionada, herida, estaba en un mar de lágrimas porqué se sentía culpable de alguna forma.
¿En qué había fallado?
¿No le enseñé todo bien?
Pensaba Victoria afligida.
Le contaban que su hijo había sido visto con Queenie besándose y haciendo cosas sexuales. Queenie no sabía dónde poner la cara o cómo defenderse, conocía el temperamento de su padre y temía por ella. No porqué la golpearía, porqué este no se atrevía a ello, pero era un hombre que no toleraba las faltas de su hija, quería que fuera perfecta en todo momento y la crió para ello.
Tal por eso Queenie encontró una manera de actuación, haciéndole creer a él y luego a todo el mundo que era la mosquita muerta que todos pensaban. No era una zorra pero le gustaba la putería de vez en cuando. No tenía muchos hombres, pero le gustaba treparse en los cuerpos de sus novios cuando quería.