Toda su vida había sido tranquila, él se dedicaba a cuidar a los niños pequeños de su aldea, el había decidido tomar ese rol debido a que amaba ver a su hermana a salvo, era un lugar tranquilo, y preferían no meterse con nadie a menos de que fuera necesario. Sin embargo todo pasó muy rápido, en un momento donde todo estaba tranquilo, se empezaron a escuchar los pasos pesados de muchas personas, rápidamente los adultos de la aldea nos encargaron a los más jóvenes ir a un lugar más seguro con los niños y personas mayores.
Sin pensarlo mucho tomé la mano de mi mejor amigo y empezamos a reunir a las personas que debíamos de cuidar, caminamos hasta llegar a la montaña donde teníamos nuestro escondite, aunque no fue fácil logramos sobrevivir hay 3 días sin tener necesidad de salir, los niños ya no estaban felices y los únicos que me mantenían calmados eran mi hermana Nieves y Mangel.
Al 4 día ya nos hacían falta algunas cosas así que decidimos salir a buscarlas, discutimos si era necesario o no, pero acordamos que después de todo al final tendríamos que salir, así que fui con un grupo de 7 chicos, Mangel y yo les indicamos donde buscar lo que necesitamos y les pedimos que tardarán lo menos posible.
Aún recuerdo cuando junto con Mangel pasamos enfrente de lo que alguna vez fue nuestra aldea, ahora varias casas se encontraban quemadas o destruidas, y en el suelo se encontraban los cuerpos de nuestros familiares, solo recuerdo que me sentí mareado y con ganas de vómitar al ver a tantas personas con las que crecí en el suelo con armas en su cuerpo y algunos estaban desfigurado.
Caminando entre los cuerpos para poder buscar algo en las casas que aún se encontraban de pie pude observar el cuerpo de mi padre, estaba casi irreconocible, tuve que tapar mi boca para no soltar un grito y que me encontrarán, una vez me calme un poco me incline a tomar su mano y darle un último beso en esta, con mucho cuidado retire el gorro de oso que tenía en la cabeza y me lo coloque yo.
Una vez termine de revisar la última casa me reuní con Mangel que a simple vista se podía notar que también había llorado, cuando el dirigió su mirada a mi y vio el gorro que llevaba sin pensarlo mucho me abrazo, y yo le devolví el abrazo, ninguno de los dos dijo algo simplemente caminamos hacia nuestro escondite.
Pero la preocupación llegó a nosotros cuando nos percatamos que en el lugar donde nos íbamos a reunir estaba lleno de sangre y el camino de sangre estaba en dirección de nuestro escondite, así que sin pensarlo corrimos siguiendo el rastro, en el camino encontramos los cuerpos de 3 cuerpos de los chicos que salieron con nosotros, cada vez corríamos más rápido, aunque la falta de oxígeno hacia que un dolor llegara a mis pulmones, pero ignore cualquier dolor que tuviera.
Cuando al fin llegamos pudimos ver como sacaban a los niños del escondite y mataban a los ancianos enfrente de ellos, los chicos de entre 15-21 años estaban golpeados y algunos muertos, Mangel tomó mi mano para que no me acercara, aun no nos habían visto.
-Rubiuh, no nos han visto, podemos huir de aquí- Me susurro, pero no podía aceptar su propuesta, mi hermana se encontraba con esos mounstros, no podía dejarla sola, no es esta situación.
Así que me solté de su mano y simplemente lo vi mientras le daba una sonrisa y me dirigía a la persona que tenía agarrada a mi hermana.
-Suelta a mi hermana cabron que ella solo tiene 16- aparte a mi hermanita del señor, Nieves inmediatamente se escondió detrás de mí mientras tomaba mi camisa negra entre sus pequeñas manos, pero al hombre no le agrado eso así que me golpeó con su arma en la cara.
Lo último que recuerdo antes de desmayar me fue a mi hermana gritando mi nombre y a Mangel siendo tomado por uno de esos hombre mientras le tapaba la boca e impedía que corriera a mi dirección.
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Hate me- Rubirex Au
Fiksi PenggemarEn medio de la guerra el fue tomado como prisionero, su vida se volvió un infierno, y su nuevo cuidador de celda sólo lo hacía sentir más miserable. ¿Acaso existen los finales felices en medio de una guerra?