Capítulo 15: Centro comunitario. Parte 1

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Narra Abby


Estaba llorando en mi habitación, Cree había roto el único juguete que me regalo Henrietta antes de irse a un internado. En una situación normal ya estaría yendo a su habitación a rómpele algo suyo pero sin mi amiga me sentía impotente. Ella era la fuerte, la que ideaba planes, la que me animaba para vengarme.

Abigail sola era nada.

Mi hermana lo sabía y por eso ni siquiera se molestó en encerrarme en mi habitación como usualmente lo hacía todos los martes. Esos días venían sus amigos a la casa, tanto chicos como chicas. Jugaban en el patio más de una hora y a veces entraban en la sala para tomar refresco o comer galletitas.

No recuerdo cuanto tiempo estuve derramando lagrimas pero aun en la actualidad recuerdo la melodía que comencé a escuchar desde aquel momento.

Entre más me concentraba en escuchar su débil sonido más curiosidad sentía. Sabía que era música sin embargo sonaba distinto a la que escuchaba mi papá por radio.

Salí de mi habitación siguiendo el sonido hasta las escaleras que daban a la sala. Lo hice despacio y en puntita de pies como si fuera un ladrón al que no debían ver.

Asome mi cabeza desde arriba, no debía bajar o mi hermana me vería y como consecuencia me encerraría. Era lo malo de tener una puerta corrediza que daba al patio de vidrio.

Era un niño, tocando un violín, era más alto que yo, no sabía cuánto porque nunca baje a hablarle. Tenía una máscara de gato color rosa que le cubría su cara y sus ojos. No podría verle el pelo porque estaba parado de frente a mí y la máscara era más grande que su cara.

¿Porque se encuentra solo tocando en un rincón de mí casa? Me lo pregunte muchas veces, ¿Cuál era el sentido de venir a jugar con otros niños? Pero él siempre venía con el grupo y cada martes me ponía a escucharlo desde el mismo lugar. Nunca fui a una ópera, pero confió en que sería igual. Escuchando un concierto entero desde algún balcón sintiendo la calidez de la música llenar mi corazón.

La música tiene un poder increíble en nosotros, puede ponerte más triste o feliz dependiendo de la melodía. Su tonada tenía ambos sentimientos. De alguna de forma así lo sentía, él me decía con la melodía triste al comienzo que estaba bien llorar y a medida que la canción iba poniéndose más alegre, me decía que ya vendría tiempos mejores.

Nunca sabré si mis pensamientos fueron acertados, pero eso fue sanador para mi alma, podría tener esperanzas de que la situación mejorara con el tiempo.

Tararear la melodía se convirtió en un ritual para mí. Cada vez que me pasaba algo malo o tenia pensamientos negativos, ahí estaba yo cantando para que la energía positiva volviera.

El ultimo día que la escuche en vivo, el bajo su violín y me tendió su mano desde su posición, Creo quería que bajara y tomara su mano...

Pero de pequeña era más lenta para pensar, tarde demasiado en decidirme si valía la pena enfrentar a mi hermana por él y entonces escuche que alguien entraba a la sala. Me asuste y corrí hacia mi habitación.

Me dije a mi misma que no importaba, que la próxima semana si bajaría.

Lamentablemente ese día nunca llego.

Lo espere desde arriba pero quien apareció fue otro niño, supe por el color de sus manos. Me asome un poco más al ver que no era Cree. Él me miro desde abajo.

—Soy Mauricio. ¿Quieres jugar conmigo? —Me sonrió alegremente.

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Si es contigo sé que puedo enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora