Capítulo 17: Centro comunitario. Parte 3

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Narra Abby

El lugar estaba tan silencioso como lucía por fuera.

No había muchos lugares para esconderse a parte de los baños. Caminé hasta posicionarme enfrente de la única puerta que permanecía cerrada.

—Soy Abby, Kuki me contó lo que pasó, y... —no termine la oración, ¿Qué podría decirle? ¿Qué todo estaría bien? ¿Qué con el tiempo el dolor se iría?

Pero esas palabras no me hicieron sentir bien a mí porque deseaba que el dolor se fuera inmediatamente, además de que nadie te decía como se suponía que el tiempo te haría sentir mejor. Hay dolores que pueden durar toda la vida y esperar no haría la diferencia. 

Pero no creo que este sea el caso.

Le debe doler mucho separarse de sus amigos, sin embargo puede reponerse y encontrar nuevos. Yo pasé por algo similar con Ritta a los 7 años así que lo sé, y Chad es fuerte, puede levantarse de esto.

Cerré mis ojos.

Si buscaba en mi historia, siempre había algo que me hacía sentir mejor en los peores momentos: La música.

Respiré profundo entonando la primer sílaba. Tenía pensado cantarle la misma canción que solía hacer con Mauricio, pero me detuve al pensarlo mejor. El había estado presente en algunas ocasiones, así que aquello podría lograr el efecto contrario.

« ¿Qué otra canción podría animarlo?»

Y la única respuesta que me dio mi mente fue la melodía con la que había soñado. Intenté pensar en otra porque no tenía letra, pero el tiempo pasaba y nada mejor se me ocurría.

¿Funcionaría si solo tarareaba?

Suspiré. Era mejor intentarlo que no hacer nada.

Volví a cerrar mis ojos, concentrándome en recordar solo ese momento de mi infancia. Y luego canté algo nerviosa al inicio, ya que las tonadas eran largas y lentas, de manera que se podría notar si desafinaba.

La habitación hacía que se reprodujera un eco, sonando algo acústico, me sentía como si estuviera en mi propio baño cantando solamente para mí, y con esa sensación familiar comencé a soltarme.

Poco a poco, fui elevando las notas. El baño se lleno solamente de mi voz por dos minutos y después callé provocando un silencio abrupto. Tal y como era la melodía original. 3 segundos después, cuando uno creía que terminó la canción, empezaba la segunda parte.

Su ritmo era más alegre, con entonadas más cortas pero manteniendo la esencia de la primera parte, de tal forma que al volver a las partes lentas y largas, la transición no quedaba mal.

¿Qué pensaba el autor cuando la compuso?

Nunca lo sabré, pero para mí siempre sería una melodía especial.

Al terminar abrir los ojos. La puerta seguía cerrada y el silencio se apodero de la habitación de nuevo.

«No funcionó...» pensé mientras bajaba un poco mi cabeza. No podría esperar, que lo que me hiciera sentir mejor a mí, fuera lo mismo para otros.

«¿Y ahora cómo...?»

La puerta se abrió de pronto. Alcé mi cabeza desde el suelo pasando por todo su cuerpo. La ropa era muy colorida pero combinaba perfectamente desde sus zapatos hasta su pelo. En verdad lucía como algo que escogería Kuki, porque a ella le gustaba usar muchos colores.

Lo miré a la cara, tenía el borde de sus ojos rojizo.

—¿Estás...?

—Esa canción...

Si es contigo sé que puedo enamorarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora