Capítulo 6:

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      - ¿Qué haces aquí?- Preguntó lobo nocturno sorprendido, jamás pensó que le volvería a ver, tal vez en una casualidad de la vida de nuevo pero... no así

      -Me has llamado...- Respondió exhausto aquel hombre de la máscara. Se notaba que había venido corriendo. En seguida se sentó a su lado, y comenzó a mirarle a esos ojos morados que tanto les absorbía.

      - No pensé que vendrías...- Agachó la cabeza, volviéndose un poco más tímido. Al hacer esto, el chico que le acompañaba reaccionó de la misma manera, encogiéndose un poco.

      - Bueno... pues estoy aquí.- El oji-morado le dirigió la mirada. En cierto modo, era bastante reconfortante tener a alguien a su lado, pero, a la vez se sentía raro, porque no debía saber su identidad, no debía abrirse con él, o al menos, no diciendo datos personales. El ya mencionado le sostuvo la mirada al menor, haciendo que ambas miradas conectasen, y sintiendo de nuevo aquel característico ambiente hogareño que aparecía cuando estaban juntos. Finalmente el mayor se rindió, y se tumbó boca arriba.

      El albino, repitió su acción, este se sentía bastante contento de haber escuchado el aullido, sintió que esa era su llamada y se dirigió lo más rápido posible.

      - No pretendía llamarte... lo sabes ¿no? - Este quería dejarlo claro, porque no debían de estar juntos, y mucho menos encariñarse.

      - Bueno, qué más da, vine aquí, y seguiré aquí.- Respondió bastante tranquilo Rubius. Le daba igual no dormir, la curiosidad le carcomía por dentro sobre este, a penas sabía nada de lobo nocturno. Rápidamente se giró hacia la izquierda apoyando la cabeza con su brazo.- ¿Cómo surgió esto que haces? ¿tienes un por qué, o lo haces por hacer?

      - No voy a responderte a esas cosas.- Sentenció lobo nocturno.

      - Menudo soso...

      - Oye, yo no soy soso.- Se dió la vuelta, y le miró, fue una mirada extensa, no porque durara mucho tiempo, sino porque para ellos dos, fue eterna. Volvieron a conectar, y se atraparon mutuamente en la calidez del ambiente, siendo una noche fría. Ambas miradas tenían tanta expresividad, que podían llenar el alma del otro en instantes.

      Lobo nocturno volvió a apartar la mirada, no entendía bien qué estaba pasando, sabía que la mirada del contrario le hacía sentir diferente, le asustaba, entonces volvió a colocarse boca arriba, comenzó a estar tenso, no quería que eso le sucediera otra vez más.

      Rubén no reaccionó, simplemente siguió mirándolo, le gustaba fijarse en cada detalle de su traje, dios, es que le picaba tanto la curiosidad. 

      Vegetta suspiró.- Empecé a ver cosas preciosas en cofres.- El chico de la máscara sonrió y sintió como su corazón dio un pequeño bote. Aquel extraño quiso contar algo sobre él, quiso darse a conocer, aunque sea un poco, y eso alegró al albino.- Una noche, decidí ir a robarlas, de noche, para que no se me viera. Comencé a llevar un traje expresamente para eso, para que no se me reconociera, y acabé realizando mi propio traje, a la vez que acabé desarrollando esta extraña personalidad.

      - ¿Como que personalidad?- Rubius se encontraba muy agusto.

      - Bueno... sí. Así me siento mucho más libre, y no tengo que dar explicaciones de nada, digamos que puedo ser quien quiera ser.

       - Así que fuera de ese traje te sientes condicionado, ¿no?- Giró su cabeza para mirarle, el mayor seguía mirando las estrellas. El mencionado tenía una mirada triste, aunque aquel chico de la máscara, no podía saberlo.

      - Tampoco es mucho, realmente mis amigos son los mejores, y puedo contar con ellos para lo que sea.- Intentó restarle importancia.

      - No, no, si te entiendo. Yo me preocupo mucho porque todos mis amigos vean que me importan y tal, a veces me machaco bastante, quiero ser alguien en quien la gente pueda confiar.

      -Pero, chiquillo si estás haciendo a la vez maldades, ¿y esa máscara?- Vegetta comenzó a reír, era bastante contradictorio, lo suficiente como para hacer que aquel chico soltara una carcajada contagiándole una más pequeña al albino. 

      - Esto es otra cosa, fue de la época en la que era más travieso, además, me gusta el salseo.- Volvió a soltar otra pequeña risa al terminar.

      - Bueno, pues creo que vas por buen camino. Lo de la confianza digo.

      - ¿Por qué?- Rubius se extrañó ante aquel comentario.

      - Confío en ti.

      Al contestar a eso, el enmascarado se sorprendió, se giró rápidamente para mirarle, y el otro chico, más calmadamente, le correspondió la mirada. Sin que ninguno de los dos pudieran saberlo, ambos sonrieron. En ese mismo instante ambos sintieron un extraño cosquilleo que les inundaba todo el cuerpo. Ambos se quedaron petrificados, el tiempo se congeló, para ellos, solo existían esas dos miradas. Lo demás era secundario, un extra, incluso aquellas estrellas que tanto miraban no se comparaban. Era magia.

      - ¿Qué has dicho?- El menor intentó salir del trance diciendo esas palabras, pero no fucionó. O al menos, no esa frase, sino un golpe de realidad que le chocaba directamente a los ojos. Era el sol.

      - Mierda...- Vegetta se levantó de un salto y comenzó a correr a su característica manera. 

      - ¡Espera! - Aquel chico se levantó también de un brinco, todo ese momento, fue cortado con un gran cuchillo afilado, de repente.- ¡Quiero volverte a ver!

      Y, como si de un deja bú se tratara, Vegetta repitió las acciones de la noche anterior. Frenó en seco, se puso recto, y aulló. Esta vez mucho más fuerte que aquella vez, se pudo escuchar hasta en su verdadera casa, haciendo que Rubius simplemente sonriera aliviado. Estaba muy contento.

Tanto el albino, como el oji-morado, se dirigieron a sus casas con una pequeña sonrisa en sus labios. 











El desconocido de aquella máscara. -RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora