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Su vida era rutinaria. Levantarse, hacer sus necesidades, vestirse, desayunar, lavarse los dientes y por último se iba a la cafetería "Dulce de Limón". Tenía que pagar gastos en sus estudios y su pequeña morada, por lo que, aquella cafetería lo ayudaba bastante y tenía una segunda familia que le brindaba cariño, muchas risas y dulces para llevar si sobraban. Pero el más importante en aquella familia y que alegraba sus días con solo entrar por esa puerta con una pequeña campana, era aquel rubio de lentes.

Si, tal vez no sonreía y solo asentia con su llegada y volvía a irse, pero ante sus ojos era como el chico más guapo y hermoso, dulce y encantador de su mundo, porque para los otros era un dolor en el trasero, como por ejemplo para Kageyama. No había día en que discutieran por cosas mínimas. ¡Dios! Ya estaba siendo un enamorado embobado en secreto por tsukishima y lo iba a notar por su fuerte sonrojo entre sus pecas. ¡Ugh!. Mejor dejaba de pensar en su enamoramiento y optó por ir a la sala de empleados.

No le extrañaba que con sólo entrar escuchaba los coqueteos de Daichi con Sugawara y viceversa. Se mantenían en secreto pero, desde que los encontró besándose en el callejón atrás de la cafetería, tuvo que mantenerse callado y bueno, él era de las personas que llevaba a una tumba todos los secretos que le contaban y por esa razón pudo confiar en ellos, como si fueran sus propios padres, aquel enamoramiento con Tsukishima.

Con una sonrisa saludó a la pareja y se dirigió a su casillero por último, comenzando a ponerse su delantal negro con el logo de la cafetería en el pecho.

- Buenos días, Yamaguchi - mencionó el albino de una forma dulce, acercándose hasta rodear los hombros del pecoso -

- Hola sugawara, hola Daichi... - contestó algo desganado -

- No me digas que aún esa jirafa no se percata de que te gusta...

- No Daichi, aún no y me alivia bastante que no se de cuenta. Trataría de que la tierra me tragara si le confieso mis sentimientos y sé perfectamente que me ignorara y... No quiero que nuestra amistad se acabe.

- ¿por qué te gusta tanto? ... Es muy... ¿desafiante?... - habló de forma suave Sugawara, alzándose de hombros -

- Desafiante, amargado o que me regañe solamente me hacen quererlo... Suena masoquista, pero sé que tiene un lado dulce que no quiere dejar salir a flote. Lo esconde, yo lo sé. Daría el mundo para verlo sonreír y sonara egoísta, pero sólo yo quiero hacerlo... Pero...

- ¿Lamentablemente siempre se mantiene de mal humor cuando estas tu y eso te hace sentir mal y de lado? - fue golpeado levemente por Daichi al ser tan directo, por lo que se mantuvo callado -

- Si... Tienes razón... Tal vez no soy nada para él y está obligado a hablarme ¿no creen? - suspiró tristemente, pero volvió a sonreír cuando volteo a mirarlos. Tan fingidamente. Iba a ignorar esas miradas apenadas de la pareja y por último, los tres salieron del cuarto de empleados para comenzar el día.

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Quien diría que atrás de aquella puerta, escuchaba un atento y sonrojado rubio que no podía tranquilizar las palpitaciones extrañas de su corazón.

Medias lunasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora