Inexpertos Ojos Estresados

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La idea de que debía ser criada bajo la inexperta mirada de mis seis nuevos hermanos, era algo que para tanto ellos como a mi, era una barbaridad, con solo intercambiar mirada podíamos ver nuestra confusión sobre lo que pasaría.

Solo me encontraba allí, sentada en la sala, rodeada de seis hombres desconocidos, quienes todos coincidían en ser mis medios hermanos, viéndome de lejos mientras yo seguía jugando con mi vestido. A los pocos minutos había olvidado los nombres de estos, miraba sus rostros para tratar de recordar sus nombres, pero o no sabía cuál de los nombre que recordaba era el de ellos, o simplemente los olvidé por completo, mire a mi alrededor, tomé aire y volví a hablar.

- Este vestido es muy incómodo -murmure viéndolos a todos.

- Podemos asignarte una habitación ¿donde están tus maletas? -habló el de pelo negro y ojos rojos, yo negué.

- No traje nada de ropas, solo llegue con esto -le dije refiriéndome a mi vestido y accesorios de boda.

- Me temo que no tenemos ninguna ropa de niña -dijo el mientras ponía su mano en su barbilla y pensaba en alguna solución, me miró de pies a cabeza, y habló nuevamente- eres muy pequeña, Kanato podría prestarte unas ropas, pero probablemente queden grandes-volteo al hermano de pelo morado- ¿podrías prestarle a Akai Me unas ropas en lo que le conseguimos un guarda ropas nuevo? -le preguntó, el mencionado apretó su oso a su pecho pensativo.

- No te preocupes hermano -el pelirrojo le dijo casi burlándose- es una niña y plana, le quedará tan grande tu ropa que con una camiseta tuya, le quedará de camisón a ella -se rió.

Cuando le escuche decir eso yo solo me limite a encogerme en mi lugar, aún que no me agradaba para nada sus comentarios sobre mi, el tenía razón, era pequeña, probablemente si me probaba los pantalones del de peluche se me podrían caer. Después de pensar, Kanato se encogió de hombros, y me hizo un ademán para que le siguiera, yo rápidamente me levante y camine detrás de él.

Mientras le seguía por fin podría admirar la decoración de la casa, pase mi mano por el barandal de las escaleras sintiendo la suave madera bajo mis dedos, mis ojos exploraban las pinturas, lámparas, arreglos de las mesas, respiré profundamente y el olor de la madera de la mansión lleno mis fosas nasales. Después de caminar unos minutos y que mis ojos admiraban la casa, escuche como Kanato carraspeó su voz, lo que me hizo parar en seco y voltearle a ver, al parecer yo había seguido caminando ignorando que el se había parado unos metros atrás, rápidamente me puse a su lado mirando el suelo.

Yo solo les vi algo molesta por el comentario por mi cuerpo, Kanato solo se encogió de hombros, para luego hacer un ademán que le siguiese, me llevo a su cuarto, y me mostró unas ropas, las tome, el se quedó en su sitio.

- ¿Donde está el baño? -le pregunté, el apuntó a una puerta atrás de el- Gracias, pero, este vestido está lleno de fajas y capas, ¿me puedes ayudar? -lo mire, el camino detrás mío.

- Solo, no te muevas, me molesta que se quejen -dijo serio, mientras sentía como tomaba el listón de mi vestido y comenzaba a desanudarlo.

Yo me quede quieta, se me hacía curioso como el siendo un hombre supiera cómo y qué quitar del vestido para que esté se pudiese desprender de mi, inclusive movió mi pelo con cuidado encima de mi hombro para que esté no le molestase cuando desabrochaba la faja. Ni siquiera mi propia madre sabia como ajustar mi vestido, tuvo que llamar a la servidumbre para que me ayudaran con el, mientras recordaba a ella la primera capa del vestido callo al suelo, aún había otra capa más que quitar, la cual era la que más molestaba, Kanato solo murmuro algo sobre el diseño del vestido, volvió a poner sus manos en mi espalda para quitar la segunda faja, en poco tiempo la segunda capa del vestido dejo mi cuerpo dejándome solo con una crinolina rodeando mi cintura y piernas, al igual que un camisón que había debajo de mi vestido cubriendo mi torso.

- Son demasiadas capas para un vestido tan feo -habló mi hermano tirando la faja al suelo.

- Mi madre decía que era el mejor del lugar -le voltee a ver- Dice que le costó mucho dinero, y que ella familia de mi prometido la había escogido -le dije.

- Eh Teddy ¿que opinas de ese mal gusto? -observó a su oso de felpa.

- ¿Teddy puede hablar? -me acerque a el, quien me miró molesto, yo solo me quede callada y camine al baño para cambiarme.

Al entrar al baño me quite el restante de mi ropa, para quedarme en ropa interior, lave mi rostro quitándome todo rastro de maquillaje, me recargue en el lavamanos y me mire al espejo, vi todos los moratones y rasguños que habían en mi cuerpo, el más notorio eran los que mi madre me acababa de hacer en mi rostro y unos moretones más en mi torso a la altura de mis costillas, sabía que no tenía nada que preocuparme por que pronto sanaría, pero esa imagen de mi cuerpo lastimado nunca se iría de mi mente. Me puse a llorar tocaba los golpes que habían en mi cuerpo, quería cubrirlos, pero no sabía cómo, no tenía maquillaje, no tenía vendajes, no tenía nada, solo seguí sollozando enfrente del espejo, lloraba en silencio para no alertar a mi hermano que seguía en el cuarto.

- Pensé que ya dejarías de llorar -habló uno de los hermanos detrás mío, lo cual me sorprendió y le volteé a ver, dándome cuenta que era el de pelos blancos- ¿Todo esto te hizo ella? -me cuestionó apuntando las heridas en mi cuerpo, yo solo asentí limpiándome las lágrimas- ¿Hace cuanto te golpea? -me pregunto relajando el ceño fruncido, pareciendo que realmente se preocupaba.

- Desde que recuerdo -le confesé- Siempre lo hace, una vez me rompió la piernas por que me tumbo de la escaleras -hablé apenada.

- ¿Aún duelen? -preguntó, a lo que yo asentí.

- Subaru hermano, no sabía que tenías esas clases de gustos -el de sombrero hablo apareciendo al otro lado del baño viendo al menor, y después a mi- Me-Chan parece que te usaron de saco de boxear -hablo acercándose se a mi.

- Si, estoy consciente de eso -comenté tratando de cubrirme, con miedo de que el me hiciera daño.

- No te preocupes Tabla -dijo otro de los hermanos, esta vez el pelirrojo- Raito no te pondrá mano encima, tiene sus restricciones -me miro divertido.

- ¿Tabla? -murmure en voz baja- Solo quiero cambiarme de ropas -les hable tratando de que notaran mi incomodidad de tenerlos alrededor mío.

- No puedo creer que no puedan dejarla en paz -el hermano de lentes apareció.

- Por favor -hable llamando la atención de todos- Solo quiero ponerme ropa ¿No pueden dejarme en paz? Por favor -les dije algo molesta.

Todos solo se me quedaron viendo, parecían confundidos, pero en unos segundos me dejaron sola en el baño, por lo que rápidamente me puse las ropas, para luego salir al cuarto, donde habían tres hermanos esperándome, los trillizos me miraron, y el del gorro río.

- Ahora que lo veo si te pareces un poco a nosotros -dijo el.

- Todos ustedes se ven diferentes -hable- Solo se parecen por ser vampiros -murmure, lo que hizo que aquel hermano riera, al igual que el pelirrojo.

Nuevos colmillos en casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora