Solos Ojos Tristes

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- Subaru -murmuró entre dientes- Ni se te ocurra volver a olvidarlo -me dijo para después cerrar la puerta de mi cuarto dejándome sola.

Tan pronto aquel hermano de pelo platinado salió de mi habitación dejándome sola, esperé unos minutos y le puse llave a mi puerta y se eche a mi cama suspirando de frustración, había decidido no volver a salir de mi habitación para no ver a nadie, y así fue, permanecí adentro de mi cuarto durante horas, no hacía mucho, llegue a tomar siestas, investigar mi habitación. No dejé entrar a nadie, ni a mis supuestos hermanos, ni mucho menos a la servidumbre, no quería ver a nadie. Había sido arrebatada de mi hogar, para ser llevada al altar con un hombre que no conocía y mucho menos amaba, para luego ser de nuevo arrebatado y abandonada en un supuesto nuevo hogar donde me tenían que crían hombres que más que hombres parecían niños que se veían lo suficientemente maduros para cuidar de mi y mucho menos criarme. Y sabía bien que ellos no estaban felices con esa idea tampoco, hasta parecía que les haría un favor si tan solo me fuera.

Pero, ahora, solo debía aceptar que había sido separada de mi familia y tener que aceptar el apellido de esa casa, un apellido que no recordaba, por más que repasara las palabras de mi padre cientos de veces, lo único que perduraba en mi mente era aquella extraña que incómoda dinámica que tenían mis nuevos hermanos, todos parecían pelear por ser la cabeza de la familia cada uno actuando como si los demás le obedeciesen, causando una horrible tensión en la casa que podría cortar si usara un cuchillo muy filoso. Además de la tensión podía sentir su narcisismo, su arrogancia que se tenían, su extraña y su forma de recibir visitas que para nada es formal, yo no quería estar relacionada con ellos, parecía que habían puesto infantes a manejar la mansión en la que viven. Lo bueno es que le servidumbre sabe organizarse sin importar lo extraño que son mis hermanos.

Mire el reloj que estaba en el buró, me había encerrado en mi habitación por horas, estuve tan inmensa en mis pensamientos que ya había pasado por mucho mi hora de dormir, así que me acomode en aquel colchón escondiéndome en las cobijas, pero, por más que intentara y me moviera para encontrar un lugar cómodo, no podía dormir, muchos pensamientos seguían rondando mi cabeza, al igual que miles de preguntas que no había respuesta.

¿Que serán de mis hermanos que deje en mi antigua casa? ¿Madre y padre están bien? ¿Por qué mi madre engaño a su esposo? ¿Volveré a ver a mis hermanos? ¿Como voy a ser criada por personas que no parecen haber madurado de todo? ¿Le harán daño q mi amiga casa por dejar a mi prometido plantado? ¿Me buscarán cuando se enteren que fui secuestrada? ¿Estaré yo bien?

Mientras más y más preguntas aparecían en mi mente el sonido de mi puerta al ser golpeada me saco de mi transe, voltee a ver a esta sin pronunciar palabra, cuestionándome si me habría imaginado el ruido, pero, como si me hubieran leído los pensamientos alguien volvió a tocar a la puerta, esta vez con más agresividad, asustada salte de la cama y me escondí detrás de esta, los golpes aumentaron de intensidad, al igual que después de golpear aquella persona trato de abrir la puerta, asustada hablé.

- ¿Quien es? -pregunté nerviosa sin despegar los ojos de la puerta.

- Subaru, abre la puerta ya -demandó molesto.

Corrí a tomar la perilla de la puerta, para quitarle el seguro y abrirle la puerta, pero, el la abrió de golpe empujándome con esta, retrocedí unos pasos después de sentir el golpe de la puerta contra mi.

- Te quedaste sin cenar -hablo el molesto- te hablaron por casi una hora, y nunca bajaste o si quiera respondiste, no me importa si bajas o no, pero Reiji nos hizo esperarte en la mesa -apretó los puños molesto dando pasos fuertes hacia mi, causando que yo retroceda.

- Yo no oí que me hablaran -pronuncie en un tono de hi bajo para no hacerlo enojar más- Y no tengo hambre, estaba bien que...

- Como dije -me interrumpió más molesto, cerrando la puerta detrás de él- no me importa si bajas o no, menos me importa si no cenas -gruño siguiendo caminando había mi, yo solo seguí retrocediendo hasta que mi cama me impidió el paso- Causaste que Reiji me impidiera cenar hasta después de una hora, cuando nos dejo la comida ya estaba fría, y no cené. Si vas a vivir aquí debes de respetar las reglas, comes cuando te digan y bajas cuando te hablen ¿entendido?

- ¿Y quien te dijo que yo quería vivir aquí? -le respondí aún en voz baja viendo al suelo para evitar verle.

Tenía que el se fuese a enojar y hacerme daño, sin embargo, vi su silueta retroceder, como si lo que le dije tuviera razón, así que me armé de valor y le volteé a ver a los ojos, su mirada de molesta y ceñí fruncido se había desaparecido, y se había remplazado por una expresión que no sabía cómo interpretar, parecía confundido, como si el no hubiese pensado en aquella opción, aproveché su silencio para seguir hablando.

- ¿Quien te dijo que yo había pedido ser traída aquí? ¿Que quería estar comprometida? ¿Que si acaso quería que me pasara algo de esto? ¡Fui robada de mi hogar Subaru! -exclamé desesperada con lágrimas escapando de mis ojos- Esta mañana iba directo al altar a casarme con un hombre que no conocía, y aparece un hombre diciendo ser mi padre para hacer, quien sabe que a mis padre y me roba para abandonarme aquí con gente que no conozco, pero dicen ser mis hermano ¿Quien te dijo que yo quería esto? -mientras le reclamaba tomaba con fuerza la tela de mi pantalón mientras seguía llorando, la mirada de confusión de el había cambiado por sorpresa.

Más y más lágrimas salían de mis ojos, había roto en llanto enfrente de el, y no parecían parar pronto, Subaru sin decir nada salió de mi habitación dejándome sola de nuevo, yo aún llorando camine a la puerta y le puse seguro, para así asegurarme que nadie más vaya a venir a molestarme y me recosté en mi cama para continuar llorando.

Nuevos colmillos en casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora