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El sonido de las olas rompiendo contra la costa de Valparaíso era un ruido familiar para Chile. Había decidido salir de Santiago por un tiempo y refugiarse en las playas para aclarar su mente. Los últimos días habían sido un torbellino: la confrontación con Argentina, los misteriosos regalos y la inquietante conversación con Reino Unido. Todo lo mantenía en un estado constante de alerta, como si algo estuviera a punto de suceder, pero él no podía ver qué era.

Caminó por la arena, descalzo, sintiendo el frío del mar en sus pies. A pesar de lo que estaba pasando en su vida, el océano siempre le traía una sensación de paz, como si por un momento pudiera olvidar todos los problemas que lo rodeaban. Era un lugar seguro, al menos temporalmente.

Sus pensamientos volvían una y otra vez a la conversación con Reino Unido. Había algo en la manera en que su "Padre" lo había mirado durante ese encuentro que lo inquietaba. Aunque Reino Unido había negado saber algo sobre los regalos, Chile estaba seguro de que había algo más. La frialdad de su sonrisa, la manera en que había desviado la conversación, todo apuntaba a que Reino Unido no estaba siendo completamente honesto.

—¿Por qué no me dices la verdad? —se preguntó en voz baja, como si el mar pudiera darle una respuesta.

El viento comenzó a soplar más fuerte, despeinando su cabello. Se llevó las manos a los bolsillos de su chaqueta, buscando refugio del frío. Justo cuando pensaba en regresar a la pequeña cabaña donde se hospedaba, sintió algo en su bolsillo. Al principio, pensó que era solo una de las cartas que solía llevar consigo, pero al sacarlo, se encontró con algo inesperado.

Otro regalo.

Era una pequeña caja, envuelta en papel plateado con una cinta azul, y un nudo perfectamente hecho. Chile se quedó mirándola por un momento, paralizado. ¿Cómo había llegado allí? No la había visto antes, y juraría que no estaba en su bolsillo cuando había salido de la cabaña. Miró a su alrededor, pero no había nadie más en la playa. Estaba completamente solo.

El corazón le latía con fuerza mientras abría la caja con manos temblorosas. Dentro, había una nota y un pequeño colgante de plata en forma de estrella. La nota, como siempre, era breve y enigmática.

"No dejes de brillar, incluso cuando todo parezca oscuro."

Chile apretó el colgante en su mano, sintiendo una mezcla de emociones. El mensaje, aunque reconfortante, lo hacía sentirse más confuso que nunca. ¿Quién estaba detrás de estos regalos? ¿Y por qué parecían saber exactamente lo que necesitaba escuchar en los momentos más oscuros?

Mientras guardaba el colgante en su bolsillo, su teléfono vibró. Lo sacó rápidamente, esperando ver el nombre de Reino Unido o incluso Argentina, pero en lugar de eso, era un número desconocido.

Dudó antes de contestar, pero la curiosidad lo venció.

—¿Aló? —dijo, tratando de sonar tranquilo.

Hubo un breve silencio antes de que una voz suave y femenina respondiera al otro lado de la línea.

—Chile.

El sonido de su nombre en esa voz lo dejó sin aliento. Era alguien que no había escuchado en años, alguien que pensaba que nunca volvería a saber de él.

—Tú... —comenzó a decir, pero la voz lo interrumpió.

—No hay tiempo para explicaciones. Sé que estás confundido, pero tienes que confiar en mí. Los regalos no son lo que parecen. No confíes en él.

Chile frunció el ceño, sintiendo que su corazón comenzaba a acelerarse de nuevo.

—¿Qué estás diciendo? ¿De quién hablas?

—De Reino Unido. No confíes en él. —La voz era urgente, casi desesperada—. Hay más en juego de lo que crees, y no puedo explicarlo ahora. Pero tienes que escucharme. Aléjate de él antes de que sea demasiado tarde.

El frío de la brisa marina pareció intensificarse, calando hasta los huesos de Chile. La llamada cortó antes de que pudiera decir algo más, dejándolo solo con el sonido del mar y el eco de esas palabras resonando en su mente.

Se quedó mirando su teléfono, aturdido. ¿Qué significaba todo esto? La mujer al otro lado de la línea claramente lo conocía, pero ¿cómo sabía tanto? Y más importante aún, ¿por qué lo estaba advirtiendo sobre Reino Unido?

Guardó el teléfono, sintiéndose más confundido que nunca. Todo parecía estar desmoronándose a su alrededor, y por más que intentara darle sentido, solo encontraba más preguntas.

Decidió volver a la cabaña, necesitaba tiempo para pensar, para procesar todo lo que acababa de suceder. Pero mientras caminaba, no podía dejar de sentir que algo oscuro estaba acechando, algo que aún no podía ver claramente.

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Cabaña de Chile, Valparaíso

Al llegar a la cabaña, Chile se dejó caer en una de las sillas junto a la ventana, mirando hacia el océano en la distancia. Su mente seguía atrapada en la advertencia que había recibido. La voz de la mujer sonaba tan genuina, tan sincera. Pero ¿por qué lo advertía sobre Reino Unido?

Recordó todas las veces que había confiado en él, todas las veces que Reino Unido había estado allí, ofreciendo su apoyo, aunque siempre de manera distante. ¿Era posible que todo ese tiempo hubiera habido una agenda oculta detrás de sus acciones? La idea le provocaba una mezcla de rabia y dolor.

Miró la pequeña caja plateada sobre la mesa. Los regalos siempre habían sido una fuente de consuelo para él, una especie de ancla en medio de la tormenta. Pero ahora, con esa llamada, todo lo que pensaba que sabía sobre ellos se había desmoronado. ¿Podía confiar en ellos? ¿Podía confiar en Reino Unido?

Justo cuando esos pensamientos lo estaban abrumando, el sonido de la puerta abriéndose lo sacó de su ensimismamiento. Giró la cabeza rápidamente, solo para encontrarse con la figura de Reino Unido de pie en el umbral, con su habitual sonrisa.

—Little star, pensé que te vendría bien un poco de compañía —dijo, cerrando la puerta tras de sí.

Chile se quedó paralizado. El aire en la cabaña parecía más denso, más pesado, como si una presencia invisible lo estuviera observando. Todo en su interior le decía que esa visita no era casual, que Reino Unido no estaba allí por mera coincidencia.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Chile, su voz más fría de lo que pretendía.

Reino Unido sonrió suavemente, pero sus ojos lo observaban con una intensidad que hizo que Chile sintiera un escalofrío recorrer su espalda.

—Solo quería asegurarme de que estabas bien. Me preocupas, sabes. —Reino Unido se acercó lentamente, con esa calma que siempre lo caracterizaba, y se sentó frente a Chile—. Pareces estar en conflicto, little star. ¿Algo te inquieta?

Chile lo miró, intentando mantener la compostura, pero las palabras de la llamada seguían resonando en su mente. No confíes en él.

—Estoy bien —respondió, con los ojos fijos en Reino Unido—. Solo... necesito algo de espacio.

Reino Unido lo observó en silencio durante un largo momento, como si estuviera evaluando cada palabra, cada gesto. Luego, asintió lentamente.

—Como desees. Pero recuerda, siempre estaré aquí para ti. —Se levantó, con esa misma sonrisa enigmática, y antes de marcharse, dejó una pequeña caja sobre la mesa junto a la que Chile ya había encontrado—. Cuida de ti mismo.

Y, sin decir más, salió de la cabaña, dejando a Chile solo una vez más. Pero esta vez, la sensación de seguridad que había asociado con esos regalos se desvanecía rápidamente, reemplazada por una creciente sensación de desconfianza.

Miró la caja que Reino Unido había dejado y, por primera vez en años, no se atrevió a abrirla.

Detrás de los Obsequios - ReescritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora