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El viento soplaba con fuerza a través de las ventanas de la cabaña, agitando las cortinas como si quisieran escapar de su lugar. Chile miraba la caja que Reino Unido había dejado sobre la mesa, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad. Por años, los regalos habían sido su refugio, pero ahora, después de esa llamada, todo lo que pensaba que sabía se tambaleaba.

"¿Qué tan profundo es esto?" se preguntó, observando la pequeña caja como si fuera una trampa. Sabía que si la abría, algo cambiaría. Lo sentía en los huesos. Pero, al mismo tiempo, no podía resistir la necesidad de saber qué contenía, de obtener alguna pista que lo ayudara a entender qué estaba ocurriendo realmente.

Con manos temblorosas, tomó la caja y desató la cinta azul que la mantenía cerrada. El nudo se deshizo con facilidad, casi como si hubiera estado esperando a ser abierto. Levantó la tapa lentamente, esperando encontrar algo revelador en su interior. Pero lo que vio lo dejó más confundido que antes.

Dentro de la caja había una pequeña nota, similar a las que había recibido antes, pero esta vez el mensaje era diferente, más directo.

"Pronto sabrás la verdad. Prepárate."

Chile se quedó mirando el papel, sintiendo cómo una ola de ansiedad lo invadía. El mensaje era más claro que cualquiera de los anteriores, pero no le daba las respuestas que buscaba. Solo más preguntas. ¿Quién le estaba enviando esto? ¿Y por qué ahora, de repente, parecía que todo estaba llegando a un punto crítico?

Cerró la caja y la empujó lejos de él, como si alejarla pudiera liberarlo de la tensión que sentía. No podía dejar de pensar en la llamada de aquella mujer misteriosa. Sus palabras seguían resonando en su cabeza: "No confíes en él." Aunque no lo había dicho directamente, estaba claro que hablaba de Reino Unido. Pero ¿por qué? ¿Qué sabía ella que él no?

Había confiado en Reino Unido durante años. Aunque no era su padre biológico, lo había visto como una figura paternal, alguien que lo había guiado en los momentos más difíciles. Pero ahora, la duda se instalaba en su corazón. ¿Había estado ciego todo ese tiempo? ¿Había algo que Reino Unido le estaba ocultando?

De repente, el sonido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Lo sacó de su bolsillo y vio el nombre de Reino Unido brillando en la pantalla. El corazón le dio un vuelco. No estaba listo para hablar con él, no después de todo lo que había sucedido. Pero, al mismo tiempo, sabía que no podía evitarlo para siempre.

Respiró hondo antes de contestar.

—Aló.

—Little star, ¿cómo estás? —La voz de Reino Unido sonaba tan tranquila y despreocupada como siempre, pero Chile notaba algo diferente, una tensión sutil que antes no había percibido.

—Estoy... bien —mintió Chile, tratando de mantener la compostura.

Hubo una breve pausa al otro lado de la línea antes de que Reino Unido hablara de nuevo.

—Me alegra oír eso. Estaba pensando... sería bueno que habláramos en persona. Hay algo que deberíamos discutir.

Chile sintió un nudo formarse en su estómago. Sabía que este momento llegaría, pero no estaba preparado.

—¿De qué se trata? —preguntó, su voz más firme de lo que esperaba.

—Es complicado. Mejor lo hablamos en privado. ¿Puedes venir a verme esta tarde? —La voz de Reino Unido era amable, pero había una urgencia en sus palabras que Chile no pudo ignorar.

—Claro —dijo finalmente, sabiendo que no podía seguir posponiendo esto—. Nos vemos luego.

Colgó antes de que Reino Unido pudiera responder. Se quedó mirando el teléfono en silencio, intentando calmar la tormenta de pensamientos que lo invadía. Si había un momento para obtener respuestas, ese sería. Y aunque el miedo lo carcomía por dentro, sabía que tenía que enfrentarlo.

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"Casa" de Reino Unido, Santiago

La tarde llegó más rápido de lo que Chile hubiera querido. Cuando finalmente llegó a la casa de Reino Unido, se quedó parado frente a la puerta por un momento, dudando si debía tocar o no. Algo en su interior le decía que, una vez que cruzara esa puerta, no habría vuelta atrás.

Respiró hondo y tocó el timbre.

La puerta se abrió casi al instante, y allí estaba Reino Unido, con su habitual sonrisa tranquila y su impecable apariencia. Pero Chile podía ver más allá de esa fachada. Había algo diferente en él hoy, algo que lo ponía nervioso.

—Little star, pasa, por favor —dijo Reino Unido, haciéndose a un lado para dejarlo entrar.

Chile entró lentamente, observando el interior de la casa. Era la misma que siempre había conocido, pero hoy se sentía extraña, casi ajena. Se sentó en el sofá mientras Reino Unido se acomodaba frente a él, con esa calma que siempre lo caracterizaba.

—¿De qué querías hablar? —preguntó Chile, yendo directo al grano.

Reino Unido lo miró fijamente por un momento antes de responder.

—Sé que has estado recibiendo esos regalos —dijo finalmente, con un tono neutral—. Y sé que te estás preguntando quién los envía.

Chile sintió cómo su corazón se aceleraba. ¿Era este el momento en que finalmente obtendría las respuestas que buscaba?

—¿Tú sabes quién los manda? —preguntó, su voz apenas un susurro.

Reino Unido asintió lentamente.

—Lo sé. Y sé que te han dado consuelo durante mucho tiempo. Pero hay algo que debes entender, little star. Los regalos no son solo gestos de cariño. Son algo más. Algo que va más allá de lo que imaginas.

Chile frunció el ceño, sintiendo una mezcla de confusión y temor.

—¿Qué quieres decir? —preguntó, su voz temblando ligeramente.

Reino Unido se inclinó hacia adelante, sus ojos fijos en los de Chile.

—La persona que te manda esos regalos tiene un propósito. No son al azar, ni simples actos de bondad. Son una forma de preparación. Para ti.

El aire en la habitación se volvió más denso, y Chile sintió cómo un escalofrío recorría su columna vertebral.

—¿Preparación para qué? —preguntó, sin saber si realmente quería la respuesta.

Reino Unido se recostó en el sofá, su mirada ahora más suave, pero no menos seria.

—Para la verdad. Pronto lo sabrás todo, pero debes estar listo. No todos los que están cerca de ti tienen buenas intenciones, Chile. Y debes estar preparado para lo que viene.

Las palabras de Reino Unido flotaron en el aire, dejando a Chile más confundido y asustado que nunca. ¿Qué verdad? ¿Qué significaban esos regalos realmente?

—¿Quién es la persona que me los envía? —preguntó, sintiendo cómo su voz se quebraba ligeramente.

Reino Unido lo miró en silencio por un largo momento antes de responder, su tono más suave que nunca.

—Eso es algo que debes descubrir por ti mismo, little star. Pero cuando lo hagas, entenderás todo.

Chile se quedó en silencio, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Reino Unido sabía quién era, pero no se lo diría. Lo que significaba que, por más que confiara en él, aún había secretos que Reino Unido guardaba. Y eso solo lo hacía desconfiar más.

Cuando finalmente salió de la casa de Reino Unido, la sensación de incertidumbre seguía pesando sobre él. No tenía más respuestas que antes, solo más preguntas. Pero algo en su interior le decía que la verdad estaba más cerca de lo que pensaba.

Y, fuera lo que fuera, no estaba seguro de si estaba preparado para enfrentarla.

Detrás de los Obsequios - ReescritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora