5. La fiesta

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Después de los sentimientos que había descubierto Raquel en aquella clase, pasó una semana complicada. No vio a Alicia ninguno de los días. Raquel no sabía qué pensar de aquella chica que, sin quererlo, le había calado hasta los huesos. Llegó a su vida de manera repentina, con su humor antipático y sus formas groseras de hablar. No había habido muchas palabras entre ellas pero Raquel sentía que había algo extraño, algo que la hacía sentir diferente cuando estaba con ella. Sabía que aquellos ojos caramelo la miraban de una forma especial, le atravesaban el alma. Y ahora, tras una semana esperando verla de nuevo, no había aparecido ni un solo día. Raquel quería volver a verla, ya no solo por aquella conexión que sentía con ella, sino también para tratar de averiguar el por qué de todo, el cómo en cuestión de días había conseguido removerle tanto por dentro.

Durante la semana en la academia Raquel trató de centrarse en lo suyo, pero no podía evitar buscarla por el pasillo. Tenía la esperanza de que en algún momento entrara al vestuario, al pabellón de deporte, o al aula llamando la atención como solía hacer en los primeros días de academia. Alicia era experta en aparecer cuando menos te lo esperabas. A Raquel, en cierto modo, le gustaba ese factor sorpresa, pero el no saber cuándo iba a estar también tenía su lado malo, y es que tampoco sabía cuándo no iba a presentarse. Y así pasó los días en la academia, esperando algo que no sabía cuándo sucedería, ni tan si quiera sabía si realmente sucedería. Y no pasó. No apareció.
Algunos días habló con Alberto, también intentó conocer a alguien más en la academia pero ni si quiera les podía prestar atención al hablar así que desistió a la idea de socializar y hacer nuevos amigos, al menos por ahora.
El fin de semana lo quiso tomar con calma, quería despejarse y no pensar en la academia (ni en las personas que había conocido en aquel lugar), y decidió que sería un buen momento para descubrir un poco la residencia y conocer a las personas que vivían allí. En la residencia había zonas comunes y una sala de juegos donde se reunían muchos estudiantes así que le pareció buena idea pasarse e intentar introducirse en el ambiente.

Era sábado por la noche. Raquel se vistió y salió de su habitación. En el ascensor marcó el botón -1, el piso de la sala de juegos. Cuando llegó se sorprendió con la cantidad de personas que había. Sabía que la gente se reunía allí pero no sabía que fuera un punto de encuentro tan común. Entró y vio que era un lugar muy espacioso, había un villar, dardos, futbolín y diferentes juegos del estilo, aunque la gente no parecía estar jugando. Estaban divididos en pequeños grupos. Algunos llevaban cervezas en la mano y otros simplemente charlaban entre ellos. Entonces se dio cuenta de que Alberto estaba allí junto con algunas personas más. Raquel, sorprendida, decidió acercarse a saludar, era una buena excusa para integrarse.

Alberto la vio acercarse.

--Raquel? Pero qué haces aquí?! Qué alegría verte.

--Hola Alberto! No me esperaba encontrarte aquí. Vivo en esta residencia. -Dijo Raquel sonriendo-

--Qué casualidad, aquí vive mi amigo Pedro. -Dijo Alberto señalando a su amigo-

--Encantada. -Dijo Raquel haciendo un pequeño gesto con la cabeza-

--Él y los demás son mis amigos desde el instituto y de vez en cuando venimos aquí a jugar a las cartas y a tomar algo, ¿Te apuntas? -Dijo Alberto ofreciéndole una cerveza-

Raquel se lo pensó un poco pero al final había ido allí para conocer a más gente y pasarlo bien.

--Bueno, venga va. -Raquel cogió la cerveza y se sentó con los demás-

Pasaron un buen rato jugando a las cartas y bebiendo cervezas. Al principio Raquel estaba un poco tímida pero poco a poco (y con la ayuda del alcohol) se fue soltando. Se lo estaba pasando genial, había ganado varias partidas y no paraban de reír. Sin darse cuenta pasaron varias horas desde que había bajado.

--Bua Raquel eres buenísima. -Dijo uno de los amigos de Alberto riéndose-

--Seguro que ha hecho trampas. -Añadió Alberto haciendo que todos rieran aún más, incluida Raquel- Que pena que nos tengamos que ir ya.

--Tenemos una fiesta en media hora en casa de un colega. ¿Por qué no te vienes? -Dijo Pedro-

Raquel nunca había ido a una fiesta privada, solo había salido a discotecas con sus antiguos amigos del instituto. Si hubiera estado en sus plenas facultades posiblemente hubiera dicho que no, pero las cervezas que había tomado cada vez se notaban más, así que ni si quiera se lo pensó.

--Enserio? Claro. Me cambio y bajo. -Respondió contenta-

Raquel subió a su habitación y se puso un vestido corto negro y muy ajustado que a penas había utilizado, no era su estilo de ropa pero pensó que ya que quería despejarse y cambiar de aires por un día era buena idea probar cosas diferentes, además, se veía genial con ese vestido. Cuando volvió a bajar la esperaban Alberto y sus amigos.

--Ya estoy aquí chicooos. -Dijo Raquel, que ya se le notaba el efecto del alcohol-

--Pues vamos.

Llegaron a la fiesta en coche. La casa de la fiesta era enorme, tenía un jardín exterior y estaba todo lleno de gente. Raquel no reconocía a nadie. Cuando entraron dentro parecía más grande aún. Alberto y sus amigos llevaban bebida. Se sentaron en un sofá y empezaron a servirse. También sirvieron un vaso a Raquel, que decidió explorar un poco la casa antes de sentarse con sus nuevos amigos. Caminó por entre la gente mientras se concentraba en no tirar el vaso que llevaba en la mano. Con toda la gente que había no podía ni mirar al suelo.

Tras casi caerse varias veces, llegó a una escalera que daba al segundo piso de la casa. Subió y en la primera puerta del pasillo vio un baño. De repente le entraron muchas ganas de ir, después de tantas cervezas ya lo necesitaba.

Entró al baño y se sentó en el wc. Todo le daba vueltas así que intentó mirar al suelo en un punto fijo para no caerse. Entonces vio que había algo allí, alguien se había dejado la cartera. La cogió para ver si encontraba algún dato del dueño y poder devolvérsela. Había una identificación. Raquel tenía la vista nublada así que se tuvo que concentrar para poder leerla.

Nombre: Alicia

1er apellido: Sierra

--¿Qué? -Dijo Raquel, dudando si realmente había leído aquello- ¿Alicia está aquí?

Ralicia || La academiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora