CAPITULO 10

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Todavía sigo dormida y no sé cuánto tiempo a pasado, lo único que siento es el cuerpo de mi hombre acurrucándome entre sus brazos, besandome la frente.
Con los ojos aún cerrados le brindo una dulce sonrisa apretando con mis brazos su cuerpo al mío y escondiendo mi cara en su pecho inhalando su dulce aroma, ese aroma que me vuelve loca.
- No te vayas nunca más, - dice en voz baja en mi oído.
- No cielo, nunca más, - le contesto media dormida.
- Me haces tanta falta, - lo abrazo con más fuerza hacia mí besando su pecho, él me mordisquea el lóbulo de la oreja. Ya casi amanece, Nam acaricia mi cuello con la punta de su nariz despertándome poco a poco.


SOLO PARA ADULTOS.

Trato de abrir los ojos pero no puedo los ciento tan pesados, él sigue a mi lado y comienza a acariciar mis pechos jalando mis pezones provocativamente , sus dedos recorren mi cuerpo asta llegar a mi sexo y comienza a jugar con mi bello púbico sonriendo pegado a mi mejilla, explorando con sus dedos, yo me retuerzo entre su cuerpo sintiendo su erección.
- Has dormido bien linda?
- Sí cariño muy bien, - rodeando su cadera con mi pierna, dejando besitos en su pecho chupando y succionando sus pezones, con mi mano agarro su trasero para apachurrarlo y pegarlo más a mi cuerpo, mis caderas comienzan a moverse al ritmo de sus dedos, estos siguen en mi sexo deslizando uno de ellos despacio en mi interior y luego son dos que salen y entran a placer al tiempo que sigue besando mi boca con desesperación, es una sensación tan exquisita y excitante, yo jadeo y me arqueo, él me mira con sus ojos ardientes, excitado lleno de pasión.
- Cariño te deseo y te quiero sentir ahora, - cubriéndome con su cuerpo.

  - Cariño te deseo y te quiero sentir  ahora, - cubriéndome con su cuerpo

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Comenzaba el día sábado, todavía teníamos dos largos días para disfrutar de la naturaleza y de mi hombre.
- Daí cariño, que te parece si después del desayuno montamos a caballo y conocemos los alrededores.
- Ok de acuerdo, suena divertido.- mirándolo con una amplia sonrisa.
- Bueno linda, pues andando, propinándome una nalgada en mí trasero, - yo solo respingo.
Nuestra cámara fotográfica era un cómplice mudo de todos nuestros recuerdos del pasado y ahora los actuales, me encantaba tomarle fotos a mi hombre de piel canela, tenía muchísimas fotos con su linda sonrisa.

    Nuestra cámara fotográfica era un cómplice mudo de todos nuestros recuerdos del pasado y ahora los actuales, me encantaba tomarle fotos a mi hombre de piel canela, tenía muchísimas fotos con su linda sonrisa

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