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- Encanto, vienes sola? sí quieres te puedo acompañar. - Alejate, no me molestes y no estoy sola!!! - Tú y yo haríamos muy buen equipo. - No me interrumpas y largate de aquí, - tratando de tomar mi brazo. - No me toques o no respondo. - Una princesa cómo tú qué me puede hacer!? - Ja, no creo que quieras saber, infeliz, te puedo mandar al infierno sí me da la gana, largate!!! - Daí linda, qué está pasando? - Nam me rodea la cintura con un brazo haciendo notar al enemigo que no estaba sola. - Nada cariño, ya estaba despachando a éste tipo, - con fuego en sus ojos Nam le brinda una risa torcida al fulano. - Alejate de mi chica, - sisea con la mandíbula apretada, al tipo no le queda más que dar la vuelta y alejarse. - Estás bien cariño? - Si Nam, no te preocupes, todo bien, - con mi mano acaricio su lindo rostro para dulcificar un poco la tensión, me acerco y le doy un beso en la comisura de sus labios. - Anda cariño, sigamos jugando si? El tiempo pasó rápido y estábamos tan metidos en el juego, para que después de todo terminaramos en un empate. - Vaya que has mejorado linda, pero ahora como le vamos a hacer con el desempate? - mirándome a los ojos, levantando una ceja. - Nam, porque no vamos al gimnasio y practicamos un poco, tiene tiempo que no lo hacemos, te voy a patear el trasero y el que pierda paga las cervezas, - en su cara se dibuja una linda sonrisa. - Suena bien, estás dispuesta a pagar? - Ingenuo, no me subestimes, - salimos de la casa de juegos y nos encaminamos al gimnasio del hotel.
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- Lista? - Sí, sin piedad, si no duele no sirve, - y sus ojos se vuelven oscuros. - Ok, de acuerdo, como en los viejos tiempos. Lo que nadie sabía era que a diario o casi a diario entrenabamos mucho por separado, pues teníamos conocimiento en las técnicas de: Sipalki, Hapkido, y Tang Soo Do, las teníamos marcadas a hierro y fuego asta sangrar gracias a mi padre.
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Nos perdimos en una lucha cuerpo a cuerpo, no sé cuánto tiempo pasó y al final usé mi estrategia, hice que Nam golpeara mi estómago cayendo al piso, pensó que me había golpeado con tanta fuerza que me había sacado el aire. - Daí, cariño, contestame, estás bien?, perdoname no medí mi fuerza, me apasione, - con un movimiento rápido lo puse debajo de mí. - Mi vida, nunca te confíes, no le des oportunidad al enemigo, regla básica, - dándole un beso en su nariz, soltando los dos una carcajada. - Bueno querido perdiste, así que, a pagar, - nos levantamos del piso y nos dispusimos a salir a un bar, no sin antes pasar por la habitación para darnos una ducha y una manita de gato.
