Capítulo IV

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¡Muchas gracias a la gente que deja comentarios y sigue la historia!

Disclaimer: The PowerPuff Girls o cualquier personaje de esta historia no son de mi propiedad.

Capítulo 4. En el aire.

Todas las luces parpadeantes junto a la música retumbando en sus oídos solo hacía que su cabeza diese más vueltas. Sí, había notado que alguien la había tomado del brazo y prácticamente se la llevaba a la fuerza, pero ella solo estaba concentrada en como su cabeza palpitaba de dolor.

Comenzó a sentir la brisa fría de la noche, por lo que supuso que esa persona la había arrastrado hasta la calle. Su cuerpo ardía como mil demonios. Pudo pestañear un poco y recuperar algo de su vista nublada cuando sintió su cuerpo aterrizar agresivamente sobre lo que parecía un coche. Miró a su alrededor y calculó que estaba en el aparcamiento situado en la parte de atrás del establecimiento. La había llevado por la puerta trasera. Rápidamente su sentido del peligro se activó cuando unas manos ásperas y grandes se paseaban por sus muslos y al fin se dio cuenta de que un tipo grande, el cual no había visto jamás y apestaba a alcohol y a alguna clase de droga, estaba sobre ella y con la cabeza metida en su cuello, lamiéndolo. Se tapó la boca en horror y asqueada. Forcejeó como pudo, pero sus piernas apenas aguantaban su peso y sus ojos se cerraban por momentos. Sus fuerzas la habían abandonado, pero no dudó en seguir resistiéndose. Empezó a llorar, casi cesando su intento de quitárselo de encima. Se estremeció de la angustia cuando una de las manos del tipo subió hasta su zona íntima. Sus ojos se llenaron de más lágrimas mientras sollozaba en silencio.

—Relájate preciosura, vamos a pasar una buena noche... se nota que te gusta, pequeña.

La voz de ese tipo le provocó arcadas.

—Amigo, deberías ir a drogarte a otra parte, que es lo único para lo que sirven las basuras como tú. —Aquel hombre apenas se separó de la joven, volteando su cabeza para ver de reojo a la persona que se atrevió a entrometerse en su momento de diversión. —Vamos, suéltala y vuélvete al basurero del que te has atrevido a salir. —el joven dibujó su típica sonrisa en la cara, pero su mirada estaba incendiada, sus puños presionándose con tremendas ganas de estamparse en la cara de aquel baboso y su mandíbula en tensión.

—Chico, date una vuelta y luego cuando vuelvas igual te la puedes quedar un rato para ti solo. ¡Fuera! —y volvió a su trabajo.

Blossom casi perdía la consciencia, miraba con dificultad a la persona que iba a ser su salvación pero que no pudo distinguir por su vista nublada. Cayó al suelo cuando el agarre de sus piernas y la presión que hacían contra su cuerpo, de repente, había desaparecido. Se quedó ahí, de rodillas, con la cabeza gacha.

—¡Hey, Blossom! ¡Blossom! —la llamaba esa voz, mientras sacudía levemente. Al fin ella reaccionó y levantó la vista.

—... ¿B-Brick? —dijo con un hilo de voz, casi inaudible.

—Qué voy a hacer contigo Pinkie... —la pequeña sonrisa que tenía al ver como Blossom seguía consciente, se desvaneció tan rápido como vino —Vamos, levántate. Es hora de irnos.

Antes de que Brick pudiera tomar a Blossom en brazos para llevársela, un puñetazo en la cara lo hizo caer al suelo. Blossom se acercó a él asustada.

—¡Puto mocoso! ¡Quién te crees para interrumpirme y luego atreverte a golpearme! —le gritó escupiendo el tipo, mientras se llevaba una mano a la espalda, donde había recibido la patada.

Brick se incorporó en el suelo con la misma expresión burlona, pero con el ceño fruncido, miró a Blossom intentando tranquilizarla y luego escupió en la cara del viejo.

Rojo cual pecado (Blossick)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora