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Todo en lo que posa sus manos lo daña, lo vuelve frágil, insulso, sin ápice de brillo.

Hace mucho tiempo decidió coleccionar maravillas, e insensible voló con palabras color miel, pero lentamente sus maravillas se convirtieron en muñecas de esas que al caer sus fragmentos saltan en todas direcciones, no siendo más que adornos de repisa que exhibían su belleza, pero frente a sus ojos el polvo las palidecía, las pulía con afán y sus rostros se cubrían de finos pliegues, perdían su brillo, las desechaba con tranquilidad y volaba en búsqueda de nuevas maravillas.







Monstruos a la LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora