Agorafobia
// ???
Había despertado. No abrí los ojos. Sentí que no dormí nada esa mañana. Me sentía muerto... Bueno, más que de costumbre.
De inmediato regresó a mi mente el recuerdo infernal de la llamada de ayer, con sus principal invitada: la apatía.«Mejor no hubiera despertado nunca...», pensé.
Recordé cómo todo se derrumbó... Cómo lloré durante toda la tarde hasta caer la noche... Cómo enterraba mis garras sobre...
—Hideki... —susurré, casi como en una caja de zapatos.
Me quedé viendo al infinito por unos segundos. Luego, cuestionándome...
«¿Cómo fue que te conocí, perro tonto...?»<<<
Recuerdo que caminaba por el pasillo resbaladizo de casilleros de la escuela con un andar acelerado. Cargaba con la mochila a cuestas, y esquivaba a cualquiera que se interpusiera en mi camino. Mi cola peluda se arrastraba por los suelos. Mi cabeza y orejas las traía bajas, y la vista la llevaba al frente pero evasiva; no quería dar la cara.
Cada vez que pasaba por ese pasillo, una fuerte y horrorosa tristeza me agonizaba, navajeando sus sollozos en mi garganta, exigiendo que la deje salir. Por el otro lado, y retumbando desde las profundidades de mi piel, la ansiedad me rogaba a gritos que corriera. Me sentía, más que con un solo nudo en la garganta, como si una soga estuviera atada al cuello de mi cordura. Como si esta me arrastrara haciéndome temblar como chihuahua...
¡Cada vez que pasaba por ese maldito pasillo me daban ganas de gritar, de correr, de escabullirme...!
«Carajo...». Estaba sudando.
Agité mi cabeza. Seguí caminando, hasta que por fin llegué. Me detuve en medio del pasillo y guié mi vista hacia la derecha. Me acerqué paso a paso hacia la ventana.Hacia dentro, noté que cada quien de los que estaban sentados se estaba enfrentando uno contra uno en una partida de ajedrez, a excepción de unos cuantos chicos y chicas que se encontraban dispersos por la biblioteca. Me acerqué aún más a la ventana para ver mejor. Cada quien tenía a un compañero enfrente, a excepción de uno. La mayoría eran chicos, algunos con cara de amargados. Allí adentro habían una lora, un conejo, un dragón, un oso grizzly, dos perros... En fin, tampoco quiero sonar especista.
Me había quedado mirándolos por tanto tiempo que no me di cuenta de que me hablaban por detrás.
—¿Vas a entrar? —sonó aquella voz femenina, muy amable por cierto. Volteé con la mirada neutral. Se trataba de una jaguar con aires de maestra. Era más alta que yo, claramente, y su blusa color turquesa combinaba con el verde de sus ojos. La verdad, a lo demás no le veo tanta relevancia.
—¡No, no! —dije sonriendo, mirándola a los ojos—. Solo ando... —de inmediato retirando la mirada a un lado—, eh..., viendo.
—¡Ahh...! —Asentía con su cabeza—. Pero, ¿por qué no entras? —Su tono se volvió aún más amable—. ¡A lo mejor y te diviertes un poco!
Solo asentí cabizbajo. Ella siguió su rumbo. Y yo volví a lo que estaba.Me quité la mochila —me olvidé de quitármela hace un buen rato— y la dejé en el piso. Volví a colocarme con mis brazos en paralelo sobre la base del marco de la ventana, y me di la tarea de buscar a alguien que ya haya visto dentro de mis clases. Observé a todos y cada unos de ellos. Presté atención a sus comportamientos; cómo movían las piezas, cómo se acomodaban los lentes, el pelaje, el cabello, cómo se secaban el sudor, cómo tenían al Jesús en la boca... Después de "arduos" segundos de búsqueda, al fin di con alguien. Se trataba de un perro color capuchino, con los ojos rasgados y la cara redonda. Llevaba lentes, sudadera roja, jeans negros... Sea como sea que anduviera vestido, mi mamá lo hubiera apodado "chinito"... De solo pensarlo se me formó una sonrisa en los labios... Y justo después de eso, busqué alguna reacción extraña dentro del salón y por el pasillo; volteando de un lado para otro, esperando a que nadie me haya visto así.
De repente, sentí cómo el consejo de la maestra volvía a manifestarse... Me dieron ganas de jugar, aunque luego recordé que estábamos hablando nada más y nada menos que del ajedrez: un juego de estrategia hecho por los asiáticos hace más de mil años...
Suspiré. Recordé que no había jugado ajedrez en años, por lo que mi habilidad para eso habría de estar bastante oxidada.Bajé mi mirada, pero al final me animé a probar suerte.
—Bueno —dije, en voz baja para mí mismo—... Creo que no pierdo nada en intentarlo.
Dicho esto, me puse la mochila de un lado, caminé hacia la puerta de madera, y la abrí.>>>
«Y fue ahí, donde nos encontramos cara a cara, por primera vez.»
Mis ojos no daban para más. Me sentía deshidratado. Aún con los ojos cerrados, extendí mi brazo derecho hacia el otro extremo de la cama tratando de encontrar a Hideki acostado. Pero la presencia de mi amigo había desaparecido. Solo quedaba algo de su calor sobre las sábanas... Dejé mi brazo puesto ahí por más tiempo...
Detesto admitirlo, pero quería, más que nunca, estar con él, tenerlo cerca de mí..., ahora que ya no podía hacer lo mismo con mis padres...

ESTÁS LEYENDO
Volver A Verte
Teen FictionUno de ellos no puede perdonar su pasado. El otro, no puede perdonarse a sí mismo. El Maine Coon pasaba por un doloroso y desgarrador momento de su vida. Su amigo, un can japonés, lo acompañará en su soledad, mientras que también estará en búsqueda...