Rojo y salado

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Sus manos eran rojas.

Sus lágrimas  saladas.

Nunca pensó que las cosas terminarían así.

Raph intentaba pelear con el gusano en su cabeza. Desde el momento que la mosca introdujo al gusano dentro de su mente, dejó de estar presente. Era como ver una película que pasaba a través de tus ojos. Sin poder moverte, sin poder pensar, solo te olvidabas de todo.

-Mientras el gusano esté en su cabeza, hará todo lo que usted le diga a pie de la letra maestro—recordó escuchar a Baxter decirlo apenas le puso los gusanos.

Destructor solo sonrió.

Habían momentos de realidad, donde se daba cuenta lo que había pasado e intentaba luchar contra las órdenes de Destructor, contra su propio cerebro.

Quería arrancarle la cabeza a Destructor, estaba tan cerca, tenía sus armas y no podía.

Esos momentos se volvían en una visión borrosa. No sabía cómo explicarlo. Simplemente no era él el que estaba conduciendo él solo observaba.

Se sentía impotente, ni siquiera sus propias emociones parecían suyas.

Luego la batalla.  Vio a sus hermanos en el lado del contrincante, se vio a sí mismo protegiendo a Destructor. Su ira se estaba acumulando en la parte de atrás de su cerebro.

-Raph soy yo, vamos tienes que salir de esto.—dijo Leonardo en la película de sus ojos.

Siguió peleando contra su hermano.

-Por favor hermano reacciona, eres más fuerte que esto.

No funcionó. Seguía siendo irreal, imposible de combatir.

-¿Sabes qué? Ya entiendo porque no has salido de esto, te gusta estar bajo el control de Destructor. —dijo Leonardo defendiéndose de Raphael con una sonrisa de burla.

¿Qué fue eso? ¿Porque Leonardo acababa de decir eso? ¿Que intenta?.

-Tanto tiempo fingiendo ser un rebelde y mírate aquí obedeciendo todo lo que te dice, tu solo hablas y no actúas. Siempre siendo un niño llorón.

El cofre de la Ira atrás de su cerebro se estaba llenando. Y rápido.

- Apuesto que te encanta ser su títere desechable.

Raph empezó a sentir lo que estaba pasando, pero no era bueno, nunca fue bueno que alimentaran a ese cofre. Tenía que callarse. Tenía que callarse y pronto.

-Apuesto que siempre lo quisiste.

Leo sabía que Raph actuaba mejor estando enojado. Sabía que era peligroso e igual lo estaba haciendo. No entendía que Raph no podía controlarse, no esta vez. Cuando Raph se dio cuenta de esto al fin tuvo su primer pensamiento propio "¡Para, por favor Para!" Una y otra vez lo repetía en su cabeza intentando transmitirlo a su hermano. No fue suficiente. Seguía atacando a su hermano.

-Apuesto que estás aliviado de ya no tener que  fingir que no te gusta que te controlen.

La mente de Raphael seguía gritando "¡No, detente! Esto no está bien. ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!"

-Apuesto que lo amas.

-¡Cállate!—gritó Raphael desde el centro de su pecho.

La película de sus ojos se puso en negro. La guerra de sus otros hermanos y sus amigos con Destructor y los mutanimales controlados se silenció.

Los insultos se silenciaron.

Raphael no era capaz de unir las fuerzas para ver que es lo que había pasado. Lo que había hecho.

Tortugas primeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora