Un minuto de silencio

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CAPÍTULO VII

La Madre Nieves sostenía el candelabro viendo como cerraban la bolsa negra con el cadáver de la niña. Soltó un pesado suspiro en esa fría noche antes de dar vuelta encontrándose con Eva cubierta por una manta gris temblando del frio y Carol con su rostro vacío.

—Bien, usted estaba aquí cuando paso. ¿Qué es lo que recuerdan?

Carol miro al jefe de la policía, luego su pluma y libreta esperando por comenzar a tomar notas. Vio como dos hombres se llevaron la bolsa negra con el cadáver y separo sus labios a punto de hablar:

—Las niñas estaban en el lago. Estaban en el bote...

—Una de ellas se colocó de pie, Camila estaba recostada jugando con el agua, demasiado inclinada. El bote se movió, ella cayo. —Eva interrumpió antes de que Carol dijera algo que pudiera comprometer a Lourdes.

—¿Y usted se metió en el agua? —Señalo el policía con su pluma—. ¿Por qué no salvo a la niña?

—Lo intente. Fui a ayudarlas, Lourdes estaba casi al fondo del lago, la saque y le di primeros auxilios. En cuanto supe que estaba bien y me di cuenta de que Camila no estaba regrese al lado para ayudarla.

El jefe de la policía, en sus treinta años de servicios, intuía que algo más faltaba en la historia. Por supuesto, recordaba a ambas mujeres. Ellas estaban presentes cuando otra chica murió en el internado hace cinco años atrás.

—Se arriesgo en que le pasara algo a usted también. —Interrumpió un joven policía—. La chica tenía el pie enredado con una vieja red. Por eso no salió, hay que avisarles a sus padres.

—No tiene familiares. Sus padres fallecieron por la guerra. —Interrumpió la Madre Nieves—. Gracias por su ayuda, oficial. ¿Puedo ofrecerle una taza de té caliente?

—Por supuesto —El policía miro a Eva regalándole una suave sonrisa.

—Que infortunada situación. —Dijo el jefe—. En todos mis años de carrera y en lo que llevo viviendo en Risse, los hechos que marcan este tranquilo pueblo están relacionados con el Internado Claret y con ustedes dos —Señalo a ambas profesoras—. Las recuerdo, hace cinco años.

Eva rodo sus ojos. Chasqueo su lengua aburrida de las palabras del viejo oficial.

—Como si conociera algo más que este asqueroso pueblo olvidado por la mano de Dios. Lo que paso fue un accidente.

—Lo que paso con la otra chica, ¿también lo fue? —El jefe vio la expresión en el rostro de Eva y luego en Carol—. Aun no me lo creo. Buenas noches, señoritas.

Charlie Smith, el jefe de policía que sospechaba de esas dos mujeres. Podía oler la culpa entre ellas, las miro un poco más asegurándose que algún día cometerían un error que las dejaría al descubierto.

—¿Por qué mentiste? —Carol formulo la pregunta con un poco de miedo.

—¿Qué querías que dijera? Hacerlo metería en problemas a Lourdes y a Tammy también. Deberías agradecerme.

—Raven puede hablar.

—No dirá nada. De eso me encargare yo. 

(***)

La misa de la mañana siguiente fue dedicada a Camila.

Todas guardaron luto, en medio del minuto de silencio Eva vio a Lourdes tomar la mano de Tammy consolándola. Eva frunció el ceño. La imagen de Lourdes flotando en el fondo del lago, con su vestido blanco, la perturbo durante toda la noche.

Si no hubiese estado allí para salvarla, Tammy estaría viva y en lugar de estar haciendo un minuto de silencio por Camila estarían haciendo dos por Lourdes. Detestaba esa amistad entre ambas, ahora tenía una razón en concreto para odiar a Tammy.

Un nuevo dilema se instaló en la cabeza de Eva, ¿Cómo podía alejar a Tammy de Lourdes sin que la última se diera cuenta?

El minuto de silencio se acabó y todos hicieron la señal de la cruz iniciando sus actividades. Camino de regreso al internado justo detrás de las alumnas, vio a Raven mirar detrás encontrándose con la mirada de Eva, asustada miro al frente e ignoro a la profesora de música. Raven es otro problema del cual Eva tendría que ocuparse.

Bendijo la muerte de Camila esa mañana, pues el desayuno estuvo empañado de un mortal silencio en donde solo se escuchaban los cubiertos chocar con el plato. Al menos, estaría concentrada en sus pensamientos.

—Por favor, al terminar el desayuno, las espero a ambas en mi oficina.

Eva perdió el apetito.

Termino su café y fue directo a la oficina de la Madre Nieves esperando el reproche de la anciana. Carol llego después en compañía de la Madre Superiora, cerrando la puerta detrás de ella y colocándose al lado de Eva.

—Lo que ocurrió ayer, me deja en claro que este no es el lugar para la Srita. Dragomir.

—Fue un accidente —Dijo Eva sin perder tiempo.

—Lo que me dijo Raven discrepa mucho de la historia que dio usted al Jefe de policía, Miss Morgan. —Bajo sus gafas mirando a la joven profesora.

—¿Va a creerme a mí o Raven? Le recuerdo que Raven esta celosa de Lourdes y hará lo que sea para que la expulse.

La anciana rodo sus ojos, ajusto sus gafas y vio a Carol callada.

—Usted también estaba allí.

—Raven esta mintiendo. Si expulsa a Lourdes, le estará dando lo que Raven quiere. Además, piense en como quedaría ante una familia tan importante como los Dragomir. Perdería su apoyo económico y todas esas generosas donaciones.

Nieves apoyo su mano en su frente, a su pesar, Carol tenia razón.

—Puedo encargarme de Raven. —Dijo Eva—. La mantendré vigilada.

—¿Y Lourdes Dragomir? ¡La niña es un demonio!

Ambas profesoras contuvieron la risa. Se miraron entre si y bajaron el rostro.

—Entonces tendremos que contener al demonio también. No seria la primera vez que tenemos una alumna un poco problemática. Puedo encargarme de ella también.

La anciana dudo. Tardo un par de segundo analizando el rostro de Eva y su disposición. Si ha de escoger entre esas dos mujeres, Eva siempre seria su elección.

—Haga lo que tenga que hacer, Miss Morgan.

Aquello fue una luz verde para cualquier idea que tuviera Eva en su cabeza. 

Risse [L]GTBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora