Capítulo 02: Información Contra Amenazas

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—¿Saiki se junta con Kaido? —preguntó una chica de hebras naranjas a sus amigos, dando por último un murmuro a sus amigas, al momento en que uno de los raros de la clase caminaba hasta el nuevo

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—¿Saiki se junta con Kaido? —preguntó una chica de hebras naranjas a sus amigos, dando por último un murmuro a sus amigas, al momento en que uno de los raros de la clase caminaba hasta el nuevo.

Kusuo alcanzó a oír esas palabras, rodó sus ojos ante los estúpidos chismes de las chicas, y volvió a observar a la molestia que tenían frente a su pupitre. El más bajo estaba frente a él, con una gran sonrisa confiada y con el ego por los aires. El descanso acababa de empezar hace unos dos minutos, por lo que el mayor no podía contar con la excusa de que se sentara en su lugar porque el siguiente maestro llegaría en cualquier momento. Ahora maldijo su suerte.

—¿Qué quieres? —cuestionó sin rodeos el más alto, con su habitual expresión seria al momento de encararlo. Shun se desconcertó por su comportamiento unos segundos, pero no tardó en volver a su máscara poderosa.

—Para derrotar a la unión oscura necesitamos información. —Arremetió sin tacto sus mentiras el de hebras azuladas, señalando hacia la puerta con su brazo, y sus pupilas iluminadas por la alegría de estar con alguien. Estaba feliz de haber hecho un amigo.

Saiki lo pensó detenidamente, en la seriedad de si era mejor ignorarlo de una vez por todas, no importándole si hacía un berrinche; o simplemente seguirle la corriente. Eligió la segunda, al momento de ponerse de pie y suspirar con firmeza: no quería seguir alimentando los rumores, pero tampoco quería seguir escuchándolos. Mala idea, quizás debió de haberse ido por su lado, no afirmar que acompañaría a Shun a algo tan patético.

—¡Vamos a la biblioteca! —exclamó con alegría el de menor estatura, señalando nuevamente hacia la puerta de salida. Otra vez, el grito de Kaido fue el blanco de todos.

—¿Por qué no dices que quieres hacer amigos? —Bufó el de pupilas rosadas, suspirando con cansancio al ignorar todas las miradas sobre ambos. Shun enrojeció de golpe, al verse descubierto; pero no tardó en sacudir su cabeza, negando lo obvio.

—No, ya te dije, quiero derrotar a la Unión Oscura —silabeó las palabras, para después soltar un silbido un tanto nervioso. Kusuo murió de frustración, no entendiendo por qué el menor se inventaba toda una mentira tan mal elaborada para hacer amigos. Era algo bastante ilógico, no lo entendía.

Sin más, los dos salieron del aula, dejando varios rumores atrás de ellos. Tan rápido corrían las noticias, y ya no era tan extraño que nadie se quisiera acercar al nuevo, porque ya se había manchado por uno de los raros de la academia. Sin embargo, el único que los contempló sin prejuicios de los ahí presentes fue un tipo robusto, de estatura alta y de cabellos mezclados entre los negros y rubios. Para él, parecían demasiado animados.

—¿No tienes hambre? —Kaido susurró a su nuevo amigo, mientras con sus manos pasaba sus dedos con curiosidad por el estante que estaba frente a él

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—¿No tienes hambre? —Kaido susurró a su nuevo amigo, mientras con sus manos pasaba sus dedos con curiosidad por el estante que estaba frente a él. Saiki bufó, acomodando sus brazos sobre la mesa de la biblioteca y se limitó a observar al chico que lo acompañaba.

—Sí, ¿nos vamos? —interrogó, no muy seguro de la última pregunta. Bien podría irse él solo, pero quizás sí sentía un poco de pena por el solitario joven, si quizás alguien estuviera a su lado, alguien que no fuera él... podría irse y alejarse de él.

—No, ¿cómo nos vamos a ir, Saiki? —reprendió con molestia el de orbes rojas, parándose de puntas para alcanzar a leer los títulos que no alcanzaba a ver—. No hemos encontrado nada de información sobre nuestros enemigos.

—No creo que haya información en una biblioteca acerca de la «Unión Oscura» —aludió con sarcasmo, sólo logrando sacar una ligera rabieta a Shun, pero se la quedó para él mismo, al recordar que estaba en un lugar donde debía de hacer silencio.

—Sí la hay, tienes mucho que aprender, mi recluta —alardeó con egocentrismo, posando una de sus manos en su pecho en señal de ofensa.

—Entonces, ¿dónde está? —comentó de improviso Kusuo. 

Saiki se paró de su silla, para luego sonreír con cierta sorna a su acompañante. Eso casi hizo titubear al chico, pero no se dejó vencer, simplemente miró a otro lado y frunció su ceño: pensaba cómo contraatacar.

—Ahí arriba, pero no lo alcanzo. —Sacó provecho a su baja estatura, al señalar como una estrategia desesperada el libro de tapas gruesas y forrado de color rojizo. Parecía bastante interesante y poderoso, posiblemente diría algo de teorías conspirativas o similares.

—Yo lo bajo —confesó el de cabellos rosas, caminando con pereza hasta el estante donde Kaido señalaba el libro que estaba arriba de él.

Shun se alertó, al momento de simplemente asentir y mirar a otro lado, sus ojos rasgados cayeron sobre un título del estante: se podía ver claramente la bandera de Estados Unidos, y el título que informaba sobre ese país lo dejó seco. ¡Estaban en la sección de geografía! ¿Qué podría encontrar de la Unión Oscura ahí?

—Es un libro de Canadá —soltó sin tacto el de uniforme bien arreglado, después de haberse estirado y tomado el libro entre sus manos. Shun Kaido se quedó helado, muriendo cuando Saiki simplemente le ofreció el libro—. La Unión Oscura, no creo que haya de ese tema aquí. —Se sinceró el mayor.

—La Unión Oscura es de Canadá —contraatacó con simpleza Shun, dejando que un sonrojo se amueblara en su rostro, después de haberse replanteado en silencio que era todo un genio en ideas.

Kusuo simplemente suspiró.

—¿Cómo sabes eso?

—Mi espía dragón me lo dijo.

—¿Tu espía dragón?

—¡Sí! —Kaido se veía bastante feliz de sus mentiras e inventos; Kusuo simplemente quería ir a la cafetería.

—¿Puedo ver a tu dragón? —Jugó con las palabras, con total seriedad el hombre. Shun tragó grueso.

—Vamos a la cafetería —sentenció Shun, diciendo eso como una derrota sincera al momento de enrojecer de golpe. Claro, ¿cómo le iba a mostrar a su amigo un ser que se acababa de inventar?

Kusuo no protestó con lo último, dejó el libro de Canadá en su lugar y lo siguió. Más tarde, lo notó tenso, obligándose a hablar.

—¿Inventaste al tal «espía dragón»? —interrogó sin tacto, al momento en que se acopló a su paso. Shun mordió sus labios y arqueó sus cejas.

—No, es real —mintió. No dejaría caer su juego por un chico escéptico. 

Shun apuró el paso, queriendo adelantarse un poco de su ahora amigo y para que éste no le viera la cara.

No pudo adelantarse mucho, porque Kusuo lo tomó del brazo y lo hizo girar para verlo. Los dos se miraron, encarando una simple seriedad y un comportamiento inmaduro en un pequeño sentimiento amistoso.

—¿Por qué mientes?

—Yo no miento —soltó de nuevo Kaido, sonriendo torpemente para no preocupar a un claramente preocupado Saiki, sólo que era bastante orgulloso como para decirlo. Tampoco el mayor pudo decirle al menor, que su sonrisa no le pareció alegre, era un poco triste.

 Tampoco el mayor pudo decirle al menor, que su sonrisa no le pareció alegre, era un poco triste

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Síndrome Del Octavo Grado [Saiki x Kaido] | CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora