Parte 1 ~ Primera gota de sangre.

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El frío reinaba en mi habitación, perfumandolo de un extraño olor a pinos... El tipo de árbol que dominaba alrededor de mi humilde casa en Bourges. Me envolví en mis propias sábanas por el frío. Un estruendoso sonido no me permitió seguir durmiendo... Era mi alarma. Me quedé acostada unos minutos más, con mi rostro tapado con mi almohada de algodón. Escuché pasos ligeros subiendo las escaleras, supe que tenía que tratarse de mamá así que me apresuré a sentarme en mi propia cama. Me había quedado dormida escribiendo en mi diario la noche anterior, todavía usaba mi camisa de los Rolling Stones. Me apresuré a empezar a arreglar mi cama,  los pasos se acercaban de una forma más veloz a mi puerta. Escuché que mamá tocó la puerta y de una manera nerviosa, al fin logré terminar de arreglar mi cama.

— ¡Scar.. — No había permitido que mamá terminara de gritar mi nombre, pues había abierto la puerta mientras lo hacía. Su rostro volvió a sus rasgos amables, su cabello podría ser corto sin embargo no dejaba de ser tan rojo como el mío, nuestra única diferencia era el color de ojos. — Pensé que aún estabas durmiendo... Eh... El desayuno está listo.

— Gracias mamá. Sólo... Dame más tiempo. — Mi mamá se fue al recibir respuesta, cerré la puerta y me apresuré a acercarme a mi closet, todavía no había decidido que ponerme. Me decidí por unos vaqueros y un abrigo de lana con color crema. Luego de bañarme, me vestí con cuidado. Me senté algo nerviosa frente al espejo,  no había pensado mucho en que hoy era mi primer día de clase. Peiné mi cabello carmesí  y me aseguré de ponerme un lápiz labial del mismo color antes de salir de mi habitación.

—  ¡Nos vemos mamá! —  Dejé la casa luego de haberme desayunado, el Arts for Teens Cathedral es muy estricto en cuánto al horario y no me podía permitir llegar tarde en mi primer día de clases.

Ingresé en el edificio con los nervios por los aires, todo el mundo dirigía miradas hacia mi aunque yo no tuviese nada especial en particular. Llegué a la oficina del sub-director e hice la fila como los demás para recibir mi horario. Una chica que fácilmente podría medir 1,80 metros estaba delante de mi, era rubia y tenía unos brillantes ojos azules, además de que era delgada. Hablaba con sus amigas mientras masticaba goma de máscar, por lo cuál cada vez que masticaba un extraño ruido.

— Hey chicas... Miren a quién tenemos aquí. — Ella se giró hacia mi, su grupo de amigas también me observaba desde los pies hasta la cabeza, tenían una ensayada mueca de asco en su rostro. Yo me limité a encogerme de hombros de manera tímida y a mirar sus asquerosas bocas chasquear cada vez que masticaban la goma de máscar, eso me irritaba de una manera que nada más podría hacerlo. Bueno... Eso creo. — Deberías ir a la tienda con nosotras, te hace falta. Soy Rebecca Steins.

— Ehm... Yo soy Rose Scarlet... — Estiré mi mano hacia ella en el intento de hacer amigas, yo realmente no quería hacer enemigas en mi primer día de clases, qué dolor de cabeza sería eso. 

Rebecca se limitó a observar mi mano extendida con su usual mueca de superioridad, extendió su mano hacia la mía y con tan sólo dos dedos la agitó. Sus amigas empezaron a reir de una manera estruendosa, así que me encogí de hombros sintiéndome totalmente ridícula. Desde ese día me prometí a mi misma odiar a aquella chica desde el fondo de mi corazón, ella es probablemente la chica más perra de este institución. Rebecca y sus amigas obtuvieron sus horarios, todos me miraban como si fuese el nuevo bicho raro, eso me hacía sentir mal. Todos aquí tienen algún talento, ya sea actuar, cantar, dibujar, bailar o escribir lo que significa que tengo que brillar de algún modo u otro para hacerme notar pero... No quería brillar de esta forma, al menos no sintiéndome totalmente ridícula. También conseguí mi horario y salí en dirección hacia mi casillero, tengo que olvidar lo que acaba de pasar. Un chico de cabello castaño al igual que unos ojos de color avellana se cruzó por delante de mi con su chaqueta del equipo de futbol américano de la institución. Me sonrió directamente hacia mi, luego le guiñó un ojo a otras dos chicas a mi lado y al instante supe que se trataba de Logan McFree... Un chico que con apenas 17 años es un popular actor en la ciudad. Intenté restarle importancia y abrí mi casillero, saqué mis útiles de artes plásticas y lo cerré. Logan tenía su codo derecho apoyado en el casillero, mirándome de una manera seductora con sus ojos avellana, ¿Cuándo se puso ahí...? Ni siquiera me di cuenta. Abracé mis libros y me limité a observar sus ojos, me hacía sentir atrapada por un tigre totalmente cautivador... Y de hecho... Me agradaba esa sensación.

Hey, ¿Acaso estás perdida? — Fruncí el ceño al instante, realmente no comprendía lo que me decía, yo si sabía el camino hacia el aula de artes plásticas así que me limité a arquear una ceja levemente confundida.

— Ehm... ¿Perdón? Si sé dónde queda el aula de artes plásticas... Gracias. — Intenté sonar segura y no confundida como me sentía por su atractivo, mi voz se escuchó suave y del todo tímida.

— A mi me parece que estás perdida... Pareces caída del cielo. — Logan me sonrío, encerrandome en un mundo lleno de arcoirises y extraños caballos que cantaban canciones de mi banda favorita, los Rolling Stones, lo sé... Soy rara. Logan llevó su mano derecha a los mechones carmesí que cubrían mi rostro, colocándolos detrás de mis orejas con cuidado. Me sonrojé ante el tacto de su mano, con tan sólo tocarme sentí que mi respiración paraba. Logan río en voz baja al ver que me sonrojé y siguió su camino hacia el segundo piso.

Posé mi espalda en mi casillero y suspiré profundamente, probablemente de amor.  Mi celular sonó estruendosamente en mi bolsillo mientras caminaba hacia el aula de artes plásticas, leí el mensaje y me paré en seco en el pasillo.

Anonimo:

Te estás metiendo con el chico equivocado.

Sangre de Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora