6. CANCIONES

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Les costó despedirse después de esas declaraciones que habían cambiado totalmente el rumbo de vida que cada uno tenía trazado en su cabeza. Ambos habían llegado a una intersección desconocida, donde se encontraron. Tenían claro que a partir de ese momento todos los pasos que dieran serían juntos y se labrarían un camino en común, costara lo que costara.

Cuando la chica llegó a su casa, Eva no estaba. Le había escrito una nota para informarle que había salido con unos amigos y que volvería para cenar. Se dirigió a su cuarto y cogió su bloc de notas, donde guardaba toda su creación artística: letras de canciones, escritos y dibujos. Esta vez decidió volver a releer la canción que empezó hace unos meses. Cogió su lápiz, añadió algunos versos y cambió varias palabras por otras. Cuando aquello la satisfizo, empezó a tocar el ukelele, el único instrumento que se pudo llevar, y trató de buscarle los acordes, pero no le gustaba lo que surgía de las cuerdas. Recogió todo y se echó en la cama, rememorando lo sucedido.

Escuchó el crujido de su puerta y unos pasos que se acercaban.

— ¿Anne? ¿Estás despierta?

Sintió el peso de su amiga al sentarse al borde de la cama y abrió los ojos.

— Sí, solo estaba tirada aquí pensando. ¿Qué hora es?

— Las diez. ¿Pedimos unas pizzas?

— Sí, no hay ganas de cocinar.

Decidieron qué ingredientes querían en las pizzas y encargaron el pedido. Para amenizar la espera, se abrieron un par de cervezas y se sentaron en el sofá.

— ¿Qué le pasaba a Gèrard? ¿Lo descubriste?

— Sí, te hago un pequeño adelanto: no está enamorado de ti como creía.

— Pero eso ya te lo dije, tontorrona.

— Bueno, ya. Pero yo no te suelo creer.

— No sé por qué somos amigas si la confianza no existe entre nosotras.

— Dramática, te pareces a Sam.

— Sigue con el guion. ¿Qué viene después del tráiler?

— Oye, que no es una película.

— Cariño, tu vida siempre es una película.

Anne entornó los ojos. Iba a proceder a continuar con lo que había sucedido cuando llamaron al interfono. Las pizzas habían llegado y menos mal porque su estómago ya estaba convocando una huelga por el hambre que estaba pasando. El olor de la comida inundó la casa y las dos comenzaron a inspirar ese aroma mientras hacían ruidos de satisfacción. Atacaron la pizza y hasta que no se saciaron un poco no retomaron la conversación.

— Gèrard me dijo que le gusto mucho. Y le besé. Y nos besamos. Muchas veces. Y madre mía cómo besa el cabrón, Eva...

Su amiga pegó un chillido que se podría haber oído de la Tierra hasta Marte. Comenzó a hacer un baile extraño, basado en múltiples saltitos, mientras reía como una loca. Luego se abalanzó a su amiga y la abrazó tan fuerte que Anne se quejó, le hacía daño.

— Lo siento, es que me he emocionado. Me alegro tanto por vosotros. Os shippeaba un montón incluso antes de que os conocierais. Soy la capitana de vuestro barco, la jardinera que riega vuestro incipiente amor. Soy más poderosa que la Celestina, y sin necesidad de ningún filtro de amor.

— Estás loca —rio con todas sus ganas y la abrazó de nuevo—. Te debo tanto por habérmelo presentado, e insistido para hacerlo, maquinando planes de los tuyos...

Mi suerteWhere stories live. Discover now