Mi madre siempre se quejaba de la bruja de la montaña; Una mujer obsena que no tenía esposo, no iba a la iglesia, y se rumoreaba que se bañaba en el río completamente desnuda.
La bruja de la montaña era libre, pero "la libertad en exceso es mala" nos recordaba mi madre. "Las mujeres buenas deben casarse y atender a sus maridos".
La bruja era independiente, levantaba la voz, usaba atuendos inadecuados. Dicen que alguna vez le gritó a un hombre. Cuentan que ella sabe leer, sumar y restar. Mi madre se escandalizó al escucharlo, pues que una mujer hiciera las actividades de los hombres era la evidencia sólida de sus lazos con Satán.
-¡Solo falta que quiera tomar mi lugar!- dijo un día el cura de la parroquia.
Ella es odiada por todo el pueblo, pero en secreto yo quiero ser como ella, quiero aprender matemáticas y vivir sola. ¡Quiero ser una bruja!Mis sueños de ser como ella acabaron una tarde de octubre, cuando se celebró su caida; Fue quemada en la hoguera por hereje.