Valentina fue algo así como una estrella fugaz. Llegó, me hizo sentir insegura, nerviosa, desarmada... Y así como vino, se fue sin más.
Mujer de anteojos y busto prominente, sonrisa encantadora y manos bonitas... Valentina fue mi primera experiencia con una heterosexual.
Nunca tuvimos una relación, lo de nosotras fue solo gusto la una por la otra y mucho feeling. Una conexión que se prolongó por un par de semanas y luego volvió de nuevo a la normalidad.
…
Valentina fue mi acompañante en varias ocasiones a través de mis tareas diarias. Cada día la relación entre ella y yo se fue haciendo más cercana y, aunque sabía que era madre de dos hijos y que por su vida habían pasado muchos amores, siempre me resultó una mujer atractiva y con mucho carisma.
Además conmigo tenía una carta a su favor: su tono de voz -como se han podido dar cuenta me mata la voz seductora de una mujer- y la voz de Valentina ha sido la voz más orgásmica de todas mis musas.
Su acento, tan lindo pero tan diferente al mío, me hacía suspirar
cada vez que me hablaba. Pero siempre la respeté. Nunca usé mi lesbianismo como excusa para insinuarme a una mujer que sabía no tenía mis mismos gustos.Fue ella la que un día me dejó entrever que, aunque era heterosexual, sentía cierta cosquillita por las lesbianas como yo.
Entre rutina y rutina de esas que compartía conmigo y entre espera y espera, un día sin dudarlo su pregunta de imprevisto me dejó pálida: ¿Te gustan las porno lésbicas? Me la quedé mirando y sin esperar mi respuesta me sonrió y me dijo: “a mi me encantan,
veamos una”.Admito que los minutos siguientes se convirtieron en los más
incómodos de mi vida. Ya había tenido experiencias anteriores,
pero siempre con lesbianas. Este nuevo encuentro me tenía
confundida, ¿Cómo era que una mujer como aquella,
acostumbrada a tener hombres a su alrededor se fijaría en una
chica como yo?Miré algunas partes de aquella película. Aquellos besos entre esas
actrices quería reproducirlos con esa mujer que tenía tan cerca de
mí. Ella me miraba con pasión, como una gata que espera al
acecho a su presa para devorarla. Sin embargo, me comporté como una dama cagona, pero dama al fin... Abrí la puerta del carro y me fui.…
No quería que Valentina sintiera que quería propasarme con ella.
En estos momentos me arrepiento de no habérmela llevado y
haber apagado su fuego entre cuatro paredes, pero en ese
momento no lo veía de esa manera y como le tenía mucho cariño,
no quería que malinterpretara las cosas.Pensaba que estaba confundida y no quería ser partícipe de un
error del cual, estaba segura, se podía arrepentir en el futuro.Seguimos compartiendo jornadas diarias juntas, pero luego de ese
primer encuentro un tanto incómodo, esa misma incomodidad
seguía siendo nuestra acompañante. Ella me miraba y me acariciaba la oreja o me tocaba la pierna, o me abrazaba con picardía.Cada una de sus acciones me dejaban caliente, con ganas de
brincarle encima como un animal en celo, pero siempre me
contuve.…
Un día sin más me miró. Su mirada me desarmó y sus palabras me llevaron a librar una gran batalla: “yo soy hetero caro y lo tengo claro, pero cómo hago si tú me das nota”.
Esas palabras me dejaron más confundida de lo que estaba y solo atiné a decirle “tú me gustas mucho Valentina ¿estás segura de esto?”... ¡Que pase lo que tenga que pasar! Fue su respuesta final.
A los días teníamos un evento importante al cual había que asistir
juntas. Me vestí para la ocasión y ella, al mirarme, me abrazó, olió
mi cuello y al oído me desarmó ¡Qué bella estás hoy! Su
comentario me ruborizó y partimos al compromiso.Al terminar, nos fuimos con amigos a un sitio nocturno. Ella me
miraba, me miraba y no dejaba de mirarme. Juro que quería
hacerle el amor allí mismo hasta que se me acercó, me quitó el
trago de la mano y me dijo: “vamos al baño”.La seguí sin mirar a mi alrededor y con un inodoro de testigo nos
fundimos en un beso con olor a tabaco y channel.Fue un beso desenfrenado que me desarmó y con el cual nos contuvimos porque nos podían mirar.
Desde ese momento bebí y bebí para tratar de apagar mi fuego
interno. Los ojos me brillaban de alegría, no podía creer que me
había besado con tan bella mujer. Ella bailó como nunca, como si había ganado la lotería.Bailaba con hombres pero me miraba a mí. No me importaba si tenía pareja en ese momento, sabía que le gustaba y eso era suficiente para mí, su cuerpo podía ser para cualquiera pero ahora sus labios me pertenecían.
…
Fui una segunda vez al baño, esta vez sola y antes de cerrar la
puerta, sentí el calor de una mano que la sujetaba e ingresaba a la
fuerza. Era Valentina quien me tomó de la cintura y su lengua
atravesó mi boca sin permiso, pero ya no necesitaba mi permiso
para hacer de mí lo que quisiera, ya le pertenecía.Nos besamos y nos besamos, su aliento olía a nicotina y su saliva
sabía a licor, eso me excitaba más. Cuando comenzaba nuestra
faena, tocaron a la puerta. Nos despegamos, ella se limpió la boca,
se arregló la ropa y salió sin más.Me quedé sola pero con su aroma en las manos, con sus besos en
mi boca, con su electricidad en mi cuerpo.Esa noche terminó y en los días posteriores unas cuantas imágenes de su cuerpo desnudo inundaron mi teléfono... Hasta que nos vimos de nuevo en una fiesta.
Las cosas con Valentina nunca más pasaron a mayores. Una amiga me contuvo siempre para que no estuviera íntimamente con aquella mujer. Decía que eso me podría traer problemas con mi entorno y terminé haciéndole caso.
…
Nunca más pude probar sus labios. Terminé alejándome de aquella chica heterosexual a la cual le daba nota.
Valentina terminó yéndose de mi lado para siempre... No la ví mas, como pasó con mis otras musas...
Pero aún insiste en que nos volvamos a encontrar y que cuando eso ocurra nos revolquemos como dos adolescentes sedientas de sexo y lujuria.
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Mis Musas
RomanceEsta es la historia de amor de Carolina Un amor lésbico con varias protagonistas, mujeres fascinantes, musas. Una historia de ficción con algo de realidad. Acá encontrarás deseo, amor, picardía y mucho, pero mucho sexo. Esta historia nunca será cerr...