Acá hablaremos de Sofía, una chica humilde pero con unos sentimientos maravillosos, que me amó cuando yo ni siquiera
soñaba con ser lo que soy hoy día. Que me quiso sin pedirme nada a cambio, que me deseó como nadie me ha deseado en la vida.A sofía la conocí el mismo día en el que terminé con una de mis anteriores musas. Ella fue mi mano amiga para levantarme y el hombro que tuve disponible para llorar.
La diferencia de edad nunca fue obstáculo entre ella y yo, me llevaba ocho años -siempre me han gustado mayores-.
Esta relación fue una de las más largas que tuve y, aunque fue a distancia, se convirtió en el amor que cualquier persona quisiera experimentar algún día. Pasamos ocho meses siendo novias, pero sin vernos, sin probar nunca sus labios, yo seguía siendo virgen hasta de mi boca y sabía que con aquella mujer si tendría lo que tanto anhelaba.
Viajé casi cinco horas para verla, aunque ya nos conocíamos en persona en el mismo centro comercial donde conocí a las otras dos musas, no nos habíamos vuelto a ver ahora que nos unía un
noviazgo de ocho meses y a distancia... Recuerdo verla paradita, esta vez en un local distinto al que nos habíamos visto durante la primera vez.Estaba super nerviosa, no imaginaba cómo sería ese primer beso que tanto quería, ella simplemente me miró y delante del mundo entero me dio el beso más maravilloso de mi vida. Yo no sabía si
quiera a dónde tenía que ir la lengua cuando entraba en otra boca y ella me enseñó sin más.Reconozco que a pesar de ser en estos momentos tan buena
amante, mis inicios fueron un poco tardíos.Mi primer beso fue a los 18 años y mi rotura de hímen a los 20, pero fue con ella, con Sofía y de retroceder el tiempo lo hubiera vuelto hacer con esa mujer sin pensarlo dos veces.
Desde ese primer beso a las apuradas me enamoré perdidamente
de aquella mujer. Era tan hermosa, me erizaba su olor, me
encantaba su manera de tratarme, deseaba de una vez vivir a su
lado “hasta que la muerte nos separe”.Descubrí con el paso del tiempo que ella había sido mi primera
vez para todo lo concerniente al amor. Ella nunca me hirió.
Siempre me amó.…
Los años que pasé a su lado no fueron de mucha abundancia
económica, yo apenas me estaba formando para mi carrera y ella
tenía trabajos eventuales, pero eso no nos detenía. Nos veíamos
dos veces al año, era siempre yo la que acudía a su encuentro y no
me importaba pasar una hora en tren de su casa a la casa donde me quedaba con tal de verla aunque fuera por un par de horas.Nunca tuvimos lujos, tampoco pude llevarla a un buen restaurante, pero aunque sea un pedazo de pan con atún que nos comiéramos sentadas en el césped de un parque, era suficiente para ser felices.
Siempre me trató como una reina y me ofreció lo poco que tenía.
Sofía fue la primera persona con la que intimé. Ella fue quien me
enseñó muchas de las cosas que años después puse en práctica con otras mujeres.Ella me deleitó por muchos años con la delicia del sexo oral...
Nuestras noches de pasión constituían en eso, muchos besos y
horas y horas de caricias con la lengua a nuestros sexos hasta
obtener orgasmos placenteros y satisfactorios.Siempre quise penetrarla, ella nunca me lo permitió pero no me
importaba. Con tal de acariciarle su vagina con mi lengua, me
bastaba para sentirme satisfecha. Tenía cuerpo de guitarra, senos
perfectos y glúteos que parecían operados -pero estaban
fortalecidos por toda una vida de subir y bajar escaleras en el
pueblo donde había crecido-.Siempre le supliqué que me penetrara -eso era solo lo que me
faltaba para completar el sexo y poder decir oficialmente no soy
virgen- pero por más de dos años de relación se negó. Siempre
decía que el día que eso ocurriera tenía que ser un día muy
especial para ambas y en un sitio muy bonito, no en su casa.A mi eso no me importaba, qué más especial que hacer el amor
por todo lo grande con la mujer que amaba y que me amaba.
Pero ese día llegó faltando dos meses para cumplir tres años de
relación... Y cinco meses para terminar definitivamente.…
Sofía fue la primera mujer que me hizo sentir en casa. La primera
que me hizo sentir en familia, la primera persona que me dio unas sobrinas maravillosas -sobrinas de ella pero que siempre quise como mías- la primera que me enseñó a amar.Nos dedicamos más de 100 canciones, nos escribíamos cartas de
amor como si fuéramos dos colegialas en celo.Estábamos viviendo las mieles del verdadero amor. Porque, a pesar de que ella había tenido relaciones anteriores con hombres, yo fui la primera mujer que sus labios besaron, yo me convertí realmente en su primer amor.
Fue en un viaje de vacaciones con amigos, que por fin pasó lo que
tanto anhelaba. No habíamos terminado de entrar a la habitación
de ese hotel cuando comenzamos a desnudarnos con frenesí, como si no hubiera un mañana, como si el mundo se nos fuera a acabar en un par de horas.Sofía me miró fijamente -su mirada siempre me ponía nerviosa,
tenía una mirada muy pesada y penetrante y eso me cohibía- y
comenzó a besarme como esa primera vez.Yo me dejé llevar por su cuerpo, por su peso, por sus manos
sedientas de placer.Mi balanza siempre se ha inclinado hacia la pasividad. No suelo
ser yo la que conquiste ni mucho menos la que comience una
relación, por eso siempre se me ha hecho cuesta arriba las
relaciones que he tenido con heterosexuales acostumbradas a que
sea la lesbiana -como en el caso del hombre- la que tome el primer paso.Eso nunca pasará conmigo, a mí me encanta ser la cortejada... Más no la que corteje.
Sofía me tomó de las manos y me llevó a ese baño que nos era
desconocido pero que se volvió tan cómplice tras ese momento.
Sentí como el agua recorría nuestros cuerpos desnudos y vi como
su mano se perdía en mi vagina.Ella me miró nuevamente y con sus ojos pidió permiso para hacer lo que tanto quería... Yo con los míos le cedí ese permiso sin más.
No sentí el dolor que las mujeres alegan sentir durante esa rotura de nuestra capa pudorosa. Es que la amaba y estaba tan tranquila con ella, sabía que podía hacer lo que quisiera con mi cuerpo, con mi vida y todo terminaría bien.
Terminé perdiendo realmente mi virginidad en un baño desconocido, pero con la mujer que amaba y la que querré para toda la vida.
…
Sofía me enseñó a luchar por lo que realmente quieres en la vida y a amar a pesar de las barreras o las fronteras que el destino pueda colocar para separar a dos almas que se quieren de verdad.
Nuestra relación terminó meses después de ese encuentro en ese cuarto donde pasamos tres noches y dos días y que fue partícipe de muchos besos y mucho amor.
La distancia terminó asfixiándonos y rompió ese hilo que nos unía. Siento que nacimos la una para la otra aunque nuestra
relación no haya sido para toda la vida.
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Mis Musas
RomanceEsta es la historia de amor de Carolina Un amor lésbico con varias protagonistas, mujeres fascinantes, musas. Una historia de ficción con algo de realidad. Acá encontrarás deseo, amor, picardía y mucho, pero mucho sexo. Esta historia nunca será cerr...