Capitulo II

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Su corazón se estruja, y gira bruscamente la mirada de Daphne para observar el suelo al lado contrario de donde ella mira. Odia el hecho de no poder tocarla, expresarle su afecto o simplemente hablar con ella sin que terminase en discusión. Le hiere admitir que ella sólo está allí, sosteniendo su mano al bailar, por el dinero que le va a dar al finalizar las clases que han acordado deliberadamente. Daphne es una excelente bailarina, la mejor de su clase. Después de todo ella es un espíritu libre, de esos que marcan una firme madera artística en el mundo poniendo de frente una sonrisa, sólo que esas sonrisas no están destinadas para él, o al menos, ya no más.

Se siente impotente, por ser tan imbécil. La tenía tan cerca y ahora tan lejos. La pudo rescatar, pero decidió no hacerlo. No se había dado cuenta cuando ella se alejó de repente y le abandonó.

-Concentrate, Harry. Perdiste el paso-le saca de su debate interior, haciendo que sus miradas se encuentren nuevamente-Puedo poner otro tipo de música. Pareces incapaz de lograr una danza sutil sin hacer una de tus idioteces-agrega ella después de una pausa y Harry frunce el ceño. A eso se refiere: ¿Por qué tiene que tratarlo así? Sus intentos por conseguir algo de su lado afable han sido completamente vanos durante este último año.

-Puedo hacerlo-masculla Harry, arrastrando las palabras como advertencia.

-¡Demuestralo!-vocifera cansada, rodando sus ojos. Un gesto que antes cautivaba a Harry, pero que ahora ha adoptado como otra cosa más en la lista de disgusto. Él repite el acto y tras respirar hondo, separa a Daphne de su cuerpo a la distancia de su brazo derecho, aún atado al de ella por sus manos y la devuelve entre giros para después suspenderla en el aire, mirándola fijamente desde arriba. Al parecer logra sorprenderla y está satisfecho.La devuelve a su postura regular, disfrutando de la respiración errática de Daphne por un segundo.

-Esos movimientos son para algo más movido. Limitate a lo que está puesto-dice Daphne simplemente, caminando al iPod ajetreada. Meramente tomada de sorpresa por ese trozo de baile tan inesperado. Harry le sigue por detrás, a sus espaldas hasta que ella gira.

-¿Qué?-pregunta obstinada.

-Eres incapaz de darme un poco de crédito. ¿No es así? No esperabas que hiciera eso y a pesar de que estuvo bien no te permites adularme aunque sea por un segundo-acusa, con un tono de voz más fuerte del que esperaba. Intimidando a Daphne por una fracción de tiempo.

-¿Qué quieres que te diga, Styles?

-Que te gustó. Que por primera vez en estos miserables meses apruebas mi esfuerzo por seguir tu estúpido plan de baile-está alterado y al contemplar el silencio de Daphne, se detiene a procesar sus palabras, muy tarde.

-¿Estúpido plan de baile? Si crees eso no sé por qué diablos me pediste ayuda-articula enfadada. Arranca el iPod de las cornetas e introduciendolo a su bolso. Harry le mira perdido en su mirada de disculpa.

-No, espera...

-No me des tu maldito dinero, no lo necesito y tampoco pasar tiempo contigo. ¿Quieres aprender a bailar para tu noviecita? Ruegale a alguien más para ser pisado por ti-monta su bolso al hombro y se vuelve hacia la puerta dispuesta a salir, pero entonces agrega mirando por sobre su hombro:-Y por si quieres saber mi opinión, tienes dos pies izquierdos.

Sale hecha una furia de la habitación, dejando a Harry mirando taciturno el vacío que le asfixia en cuanto se queda solo. Entonces comprende que ella es el oxígeno que le salva de la muerte, aunque fuera a gritos y peleas. Odia verla molesta, pero de un tiempo para acá había decidido hacer caso omiso a ese detalle. Debido a que si él estaba cerca de ella, por algún extraño fenómeno, estaba molesta.

Exhala con fuerzas y lleva su mano al cabello para luego salir y apagar las luces. ¿Qué puede hacer? Está saliendo con Hally, no sabe en verdad qué le pasa por Daphne y aun duda de su capacidad de entendimiento para comprenderlo.

* * *

Daphne ha pasado una mala noche. Apenas consigue cerrar los ojos y no concilia el sueño hasta después de medianoche tras mirar por la ventana pensativa e indolente a la vez. «¿Cómo se atrevió a criticar mi forma de enseñar cuando es él quién la pidió?» piensa esa noche perdida en el brillo infinito de las estrellas, bordadas en el tapiz oscuro del cielo nocturno.

Noviembre, Sábado 24

Ya en la mañana, el apetito es devastador y en contra de su plan por evitar a Harry ese día, el hambre la arrastra hacia el comedor como ícaro al sol.

La estancia del dormitorio femenino está vacío, a pesar de ser las nueve y media: bueno, es Sábado. Todo el que pasa por esta universidad sabe que durante los fines de semana, los pasillo están desolados hasta altas horas de la tarde a excepción de los lapsos de comida.

Hola!! Aquí les dejo el segundo capítulo. Espero que les guste, pronto estaré subiendo el tercero. ¡Den like y comenten!

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