Capítulo V

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Harry se estremece, dejando que Hally bese su cuello. Pero pensando en lo que ella es capaz de hacer con tal de tener a Daphne fuera de juego. Y si supiera que, más que preguntas sobre clases fue, un beso lo que sucedió entre ellos. «Vaya-piensa con desdén-Ya no recordaba lo bien que sabían ese par de labios» sonríe con picardía ignorando el trato sensual que Hally impone sobre él y es entonces cuando cae en cuenta que si quiere estar con Daphne, debe deshacerse de Hally. Sabe que no será sencillo. Cunningham viene de familia rica en economía y es de esas que no se deja vencer fácilmente por otra, o al menos así se lo ha dejado a entender en veces anteriores durante sus arranques de celos.

* * *

Noviembre, Domingo 25

Harry abre los ojos, había olvidado cerrar la persiana de la ventana y toda la luz se cuela, iluminando la habitación. Se remueve incómodo y descubre que su brazo está siendo encarcelado por dos manos. Mira a su costado y ve a Hally acurrucada contra su extremidad; el cabello revuelto sobre la almohada y parte de su rostro. Ese es el estado en el que Harry acepta su amor por ella, dormida e inconsciente del exterior, callada, incluso.

Quiere sacar el brazo de su agarre, pero sólo logra sentir con los dedos los pechos desnudos fuertemente apretados contra su piel. «Maldición», farfulla en su cabeza. Desechar a Hally va a ser más difícil de lo que pensó si ella todo el tiempo se le insinúa como la noche anterior. Y es que es tan diferente a Daphne: resguardada y precavida. Hally es más del lema "vive el momento". No obstante, su forma de tener relaciones sexuales es más fogosa que con Daphne. Agita la cabeza, dispersando esos recuerdos y saca de un tirón su brazo, increíblemente, sin despertar a la fiera dormitada.

Introduce su cabeza por la abertura de la franela y se mete mediante brincos en sus pantalones. Cubre a Hally con la sábana hasta los hombros y sale de la habitación con rumbo al dormitorio consiguiente: el de chicas.

Una vez frente a la puerta con una placa dictando: 218, aproxima su mano cerrada al armazón de madera y lo hace sonar con tres toques. Luego de unos minutos una frase proveniente del interior de la habitación desconcierta a Harry. Es la voz de Daphne diciendo: «Voy en un segundo, Zayn». Pero al abrirse la puerta, olvida su desconcierto:

Ella está vestida con una falda y una blusa que destaca su figura de manera peculiar. Su cabello ha sido alisado y las prominentes ondas han desaparecido en una caída perfecta. Sus ojos brillan, pero las motas luminosas se evaporan tan pronto lo mira a él.

-¿Qué haces aquí?-pregunta seca. Sosteniendo la puerta con su mano, esperando pacientemente a que Harry diga algo completamente estúpido para cerrarla en su nariz.

-Eh.. Yo.. Vine a disculparme-balbucea, evitando mirar más abajo de sus grises ojos rodantes.

-Creí que estabas enterado: Las disculpas no se te dan bien-dice.

-Mira, de verdad lo lamento. No sé por qué lo hice-«Porque me traías tomado de la nariz desde hace días incitado a besarte» se responde a sí mismo en su mente.

-No quiero tus disculpas. Recibí demasiadas en el pasado y no pienso cometer el mismo error. Vete-se aproxima a cerrar la puerta pero la mano de Harry se interpone.

-Bien. Si no quieres disculparme, está genial. Pero ¿seguiremos con las clases de baile?-pregunta.

-¡Ni soñar! Según tú, mi plan de enseñanza es una porquería.

-¡Nunca dije eso!

-¿Sabes qué? Largo de aquí-le da un leve golpecito en el pecho que a su merced, habría dolido un poco.

-Te pagaré el doble, pero sigamos-insiste, luchando contra Daphne por abrir la puerta.

-Harry, por dios. Vete.

-No hasta que digas que sí.

-¡Sí! Ahora...

-¿Puedo besarte otra vez?-habla sin procesar, distraído por el movimiento incesante de sus labios al hablar. De repente, escucha a su conciencia reclamarle: «Idiota».

-Escuchame bien, Harry Styles. Te daré tus malditas clases de baile por estos días restantes por el doble de lo que me prometiste inicialmente y más te vale alejarte de mí luego de eso. Pero si intentas aunque sea un movimiento extraño conmigo te juro que se acabó, ni siquiera por toda tu asquerosa fortuna-espeta y aparta la mano del joven de la puerta y la cierra de un solo golpe estrepitoso.

«¿Quién se cree para pedirme otro beso? ¿Quién se cree para pensar que le daría otro?», piensa experimentando la cólera que le invade deliciosamente. Se le ocurren tantas formas de hacerle sufrir como él a ella, pero no es capaz de hacerle daño.

Flourescent AdolescentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora