Están recostados en el techo de la casa patriarcal, es muy tarde por la noche y aun así ambos ríen como si todo el mundo estuviera igual de despiertos que ellos, señalando al cielo limpio y despejado, el cual les mostraba las estrellas sin vergüenza alguna, brillando como si fueran pequeños diamantes ante sus ojos.
—Dohko, hay que bajar ya —ríe ante sus propias palabras, el momento entre los dos es casi mágico y aun cuando acaba de decir eso, en realidad no quiere llevarlo a cabo—. Este no es ningún buen ejemplo para los demás santos.
—¡Olvídate de ellos, Shion! —exclamo feliz el santo de Libra, con la sonrisa tatuada en el rostro y los brazos detrás de la cabeza—. Solo mira el cielo, este hermoso paisaje, ¿hace cuánto que no hacíamos algo así?
Ambos sonríen e intentan guardar silencio inútilmente, compartiendo bromas privadas, comentarios sin sentido que solo ellos o algún ebrio podría comprenderlos y recuerdos sobre los tiempos pasados, momentos que pudieron y no compartir juntos, aderezados por un buen humor que ninguno de los dos parecía dispuesto a perder.
—Oye...
Pero es entonces cuando la atmosfera cambia ligeramente, así como el templado aire que poco a poco se va convirtiendo en uno frio, ese que en determinado momento los obligara a entrar para buscar algo de calidez y posteriormente descansar sus adoloridas espaldas ante tan incomodo que era estar recostado sobre el techo. Aunque eso era todavía algo sin importancia, sobre todo ahora que se observan fijamente a los, a la espera de que el castaño hable.
—¿Qué?
Ambos hablan en el susurro más cómplice que podrían tener hasta el momento, con la mirada brillando mientras se observan, antes de que el contacto se rompa cuando el protegido de Libra decide alzar la mirada y señalar a la Luna, lo cual podría ser considerado como una falta de respeto hacia Artemisa, pero que, al momento, poco podría importarle.
—¿Crees que la Luna esta celosa de lo hermoso que eres?
Y es la risa de Shion lo que inunda el lugar, tapándose el rostro sonrojado como el adolescente que ya no era, antes de girarse sobre si mismo para darle la espalda a Dohko, obviamente incapaz de poder mirarlo de frente una vez más.
—Yo sé que lo está, y razón no le falta.
Las risas no se detienen y aunque ya no puede verlo, sabe que su sonrisa es tan grande que dentro de poco le acalambrara las mejillas.
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Cinco situaciones [Dohko&Shion]
Hayran KurguSu relacion estaba mas clara que el agua, ¿y sus momentos juntos? Tambien.