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Están en un punto de su relación donde, salir a cenar es totalmente innecesario, una comida comprada y estar sentados en privado, aun si fuera su oficina, de donde no solía salir muy seguido, era más que suficiente para que ambos terminaran atrapados en su propia burbuja de paz y tranquilidad, un momento intimo que parecía extenderse por varios metros, debido a que durante esos momentos nadie se aparecía de repente para interrumpirlos.

—Oye Shion.

Los palillos chinos se quedan a medio camino, entre la caja de cartón y sus labios, la comida sostenida enfriándose lentamente mientras las palabras deciden escurrirse de sus labios, como si aquel fuera el momento indicado para salir.

—Creo que estoy enamorado de ti.

Ni siquiera se fija en la reacción de su compañero cuando decide seguir comiendo, hasta que escucha el tono malhumorado de Shion desde su asiento, observándolo como si lo que acabara de decir no fuera una novedad pero que en cierta manera parecía sentirse ofendido.

—¿Crees? —repite sin poder creerlo, dejando la comida a un lado y señalándolo con los palillos chinos—. ¿Porque es que lo crees? Dohko, llevamos más de doscientos años, no hemos estado juntos de muchas formas, pero siempre hemos estado el uno para el otro y yo no creo que tu estés enamorado de mí, lo estas y punto.

Mastico lentamente, mientras prestaba total atención al leve arranque de ira que su ¿mejor amigo? acababa de tener por la clase de palabras utilizadas en su comentario, antes de brincar del susto cuando volvió a ser amenazado con los palillos chinos.

—Ahora pásame un poco más de ese cerdo agridulce.

Menos mal que había comida en el lugar, de otra forma, probablemente lo hubiera echado a patadas de la habitación.

Cinco situaciones [Dohko&Shion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora