Cinco situaciones [Dohko&Shion]

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Sabe que ha estado soñando despierto cuando se asusta con el movimiento de las ramas del árbol, una observación que le hace parpadear repetidamente tras sentir sus ojos secos y faltos de lubricación.

—¿Dohko?

—Aquí.

Gira un poco la cabeza, recordando donde se suponía que debía estar su compañero, el mismo que ahora se encuentra recostado bocabajo, usando sus brazos como una especie de almohada. Tarda unos segundos en reaccionar, sintiéndose adormilado aun cuando realmente no cerro los ojos para dormir, pero recordando lentamente la razón por la cual se había quedado tan sumido en sus pensamientos, que por un momento parecía como si hubiera caído en una profunda meditación.

—Oye Dohko, ¿A ti te gustaría que viviéramos juntos?

Pregunta en un susurro, sin muchas emociones a la vista, soltando la información como si se tratara de los datos extras de alguna misión que no merecen realmente ser mencionados.

—¿Qué?

Sabe que es un tema repentino y que no tiene sentido tratar más allá de lo necesario, debido a que, por el momento, no parece haber muchas posibilidades de poder nombrar a alguien como un verdadero sucesor, incluso con Athena presente, parecía como si todos aun necesitaran de su presencia para salir adelante. Pero la idea esta allí y es tan tentadora que tiene que dejarla ir y que compañero sea capaz de saborearla mucho más que él.

—Solo estaba pensando, que seria agradable irnos a vivir juntos, no sé, tener un lugar mas privado que mi oficina y mucho más cerca que nuestras actuales habitaciones.

Por un momento quiere ser capaz ver más allá de aquella fantasía, hacerla mas palpable y casi real, pero en su mente no hay espacio para tal cosa. Y por eso lo comenta estando al lado de Dohko, porque sabe que la imaginación de él aun es grande, capaz de hacerle ver cosas que en sus pensamientos ya no hay lugar, por mas que lo intente, no puede ver más allá como realmente desearía.

—Ojalá pudiéramos vivir juntos ya.

Dohko solo observe, en silencio, apreciando la sonrisa melancólica en el rostro de Shion, su leve tristeza al decir tales palabras y la esperanza casi muerta en las palabras que acababa de pronunciar, como si viera imposible que su deseo se hiciera, de alguna forma, realidad.

—Si, tienes razón —respira profundo, mientras comienza a planear todas las ideas posibles, pudieran o no funcionar, para hacer realidad el deseo de Shion—. Ojalá pudiéramos hacerlo ya.