Prólogo

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Junto a aquel alto funcionario, subo las escaleras de la galería en camino a mi nueva celda, veo como todas las presas me recorren con la mirada, algunas rien, otras cuchichean y la gran mayoria me grita cosas sin sentido.

Quién diría que la inocente Melissa acabaría en prisión, aún recuerdo la reacción de mi madre al decirle que habían descubierto que transportaba  droga.

—¡Eres una imbécil!, ¡¿Cómo cojones se te ha ocurrido hacer semejante cosa?!

¡Plash!

Su mano abofetea mi rostro, dejandolo rojo y con sus dedos maracados en el.

Duele de tan solo recordarlo...

Maldito dinero fácil.

Al llegar, visualizo desde la entrada a tres mujeres, una de piel pálida y cabello negro, corto y con un flequillo que cubre su frente, otra con cabello largo y recojido en una coleta alta, por ultimo, hay una chica de piel extremadamente blanca y cabello rubio, su expresión llena de miedo por la presencia de sus compañeras es evidente.

—¿Estas de coña?, ¿Una novata?

Aquella mujer de cabello azabache y vibra que no me transmite nada bueno reclama, bajandose de su litera y enfrentandose al funcionario.

—Melissa Rubio, vuestra nueva compañera de celda —Dice, retando a la morena y luego, dirigiendose a mí— Deja tus cosas en aquella cama

Asiento y dejo mis pocas pertenencias en la cama bajo la de aquella mujer.

—Joder, Fabio, ¿Qué no ves que estamos llenas aquí? Con la Casper es suficiente —Se queja la gitana

Y riendo, el guardia de prisión me deja sola, conviviendo con las que serán mis nuevas compañeras.

Mientras hago la cama, escucho la risa de una de ellas.

—Joder, tía... Lo estas haciendo mal

Y acercandose a mí, me aparta de un empujon y me enseña como debo ordenar las mantas.

Desde aquella distancia, puedo ver aún más las facciones de su rostro, bajo sus ojos, unas leves y poco visibles arrugas descansan, la mujer de ojos verdes debe de tener unos 35 o 40 años.

—Son bastante estrictos con esto

Y terminando de ordenar las mantas, se levanta, sacude sus manos y estira una de ellas para presentarse.

Dudando, la acepto con una leve sonrisa.

¡Crack!

Su mano aprieta la mia, haciendome soltar un pequeño gemido de dolor. La aprieta tan fuerte, que puedo jurar haberla escuchado crujir.

—Escuchame bien, novata —Dice, mirandome fijamente a los ojos, los que amenazan con soltar alguna lagrima en cualquier momento—Aquí, todas odiamos a las nuevas... ¿No es verdad, chicas? —Y con su risa, la gitana responde, golpeando la cabeza de la rubia y obligandola a asentir—así que, te vas con cuidado, no te metes en nuestros asuntos y no comentas lo que suceda, veas o escuches aquí dentro, ¿Te queda claro?

Y sin poder hablar, intento asentir, en un intento fallido.

—¿Te queda claro? —Vuleve a preguntar, apretando con más fuerza mi mano, haciendo que una lagrima recorra mi mejilla y termine diciendo que sí con el hilo de voz que me queda

La mujer me suelta, dejandome la marca de sus uñas implantadas en mi piel y un fuerte dolor que no cesa.

—Zulema Zahir, el elfo del puto infierno y tu mayor pesadilla, mucho gusto, Melissa —Dice, sarcastica y entre risas

Me recorre una ultima vez con la mirada y sube a su litera, como si nada hubiera sucedido aquella mañana.

12 Razones Para Odiar a Zulema Zahir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora