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Septima Parte.

Razón 1: Amargada.

El sol me da en el rostro haciendo que mis ojos se cierren e imaginen por tan sólo algunos segundos que soy libre, que estoy afuera, tumbada en el cesped mientras adivino las formas de las nubes, esperando a que oscuresca y deba volver a casa, sintiendo el fuerte viento y respirando el fresco aire.

Aunque, lo que ahora domina mis fosas nasales no es exactamente el aire.

Abro mis ojos, veo a Zulema frente a mi tapando el sol que entra por las rejas, fuma de su cigarro mientras espera que me siente.

—¿Qué sucede? —Pregunto.

—¿Qué haces tumbada ahí?, cualquiera pasa y te pisa—Dice, soltando el humo de aquel cigarro.

Me levanto y sacudo mi uniforme, la fantasía de estar fuera se ha esfumado al verla.

De nuevo, suelta del humo, esta vez en mi rostro.

Toso un poco, sacudiendo con mi mano los restos de aquel humo.

—Linda manera de empezar el día—Comento sarcastica.

Ella rie y se sienta recostando su espalda en las rejas del patio, copio su acción.

—¿Ves a esa chica de allí?

Busco con la mirada a la mujer que señala, es la rubia de hace unos días.

—Macarena Ferreiro, 7 años de cárcel, estafa, blanqueo... —Se detiene y señala a otra—Anabel Villaroch, prostitución, venta de sustancias ilegales... —Me mira—¿Tú por qué estás aquí?.

Largo un suspiro.

—El dinero fácil es bastante tentador.

Ella suelta una carcajada y bota el cigarro.

—Nunca pensé que por ir a entregar cajitas en mi bicicleta terminaría aquí.

La mora calla por algunos segundos.

—¿Te arrepientes?—Pregunta de repente.

—Lo haré toda la vida.

Ella asiente, se levanta y sin decir palabra alguna sale del patio.
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Descansaba en mi celda cuando oí como la galería se llenaba de ruidos y presas gritando, al acercarme, ví a la gitana y a Rizos cantar alegres. Se les ve realmente felices.

Bajo las escaleras y me siento en una de las mesas de al rededor a verlas dar su show.

Por ahí, pasa Zulema, Saray la toma del brazo y la insita a cantar con ellas, ella se niega repetidas veces y se suelta de su agarre, sentandose unas mesas lejos de mí.

Me levanto y me acerco a ella.

—¿Por qué no has ido con ellas? —Pregunto entre risas.

—No le veo sentido.

—Ya... Pero es divertido.

—No, no lo es —Me mira—Sólo es una perdida de tiempo.

Asiento y rio. La mora me mira confundida.

—Creo que ya tengo mi primera razón.

La mujer de cabello azabache suelta una carcajada e intenta golpear mi brazo, la detengo.

—Y la primera regla—Ella frunce el entrecejo—En estos 12 días, no tienes permitido ponerme ni un sólo dedo encima.

Ella rueda los ojos y se levanta de la mesa de camino a su celda, mi voz la detiene.

—¡Zulema! —Al verla girar, grito para que me escuche entre la voz de todas las demás presas—¡Razón número 1: Eres una amargada!.

La mujer me saca el dedo del medio y sigue su camino.

No puedo evitar reir y seguir presenciando el acto de las dos internas.

12 Razones Para Odiar a Zulema Zahir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora