¡JAMAS TE IRAS!

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Han pasado dos semanas desde mi accidente, una Bestia me salvo y me cuido... pero...¡Ya han pasado dos semanas y no me deja levantarme! ¡Tsk! No soy un niño... Hace días que se fue mi dolor en la espalda, incluso el dejo de usar la venda... ¿Porqué me hace esto?

-¿Terminaste de almorzar? - Desde entonces me trae el almuerzo y se pone a leer mientras como... ¿Porque me vigila tanto?

- ¿Oye, cuantas veces tengo que decirte que ya puedo pararme? 

-No es necesario que lo intentes tanto. - Siempre que le pregunto se molesta...

-Vamos... Ya no soy un niño pequeño... - ¿Cómo hago que me deje levantarme? - Quiero ver todo el castillo...

-Pensé que te daba demasiado miedo las cosas embrujadas.

-¿Por eso tu me traes el almuerzo y no el reloj? - Se sorprendió por mi pregunta, pero no la contesto. - ¿Mañana me dejaras comer en el comedor?

- Tu espalda todavía no está bien, no te sobre esfuerces.

- No seas mentiroso, es mi cuerpo... Además a pasado dos semanas... Cualquiera estaría mejor en dos semanas.

- De acuerdo, vendré a traerte para el almuerzo.

-Gracias. - De nuevo el gran silencio... ¿Cómo lo soporta? - ¿Qué lees?

- Un libro.

-Muy gracioso, ya veo donde Din Dong aprendió a responder así. - Note una pequeña sonrisa... ¿Las Bestias pueden ser felices?

- Es Din Don.

-Como sea... Dime... ¿Qué libro es ese?

- Te diré mañana en el almuerzo.

-¿Ha? ¡No vale! - Escuche una risa a la distancia, pero no alcanzo a ver su rostro... quiero verlo sonreír... ¿Qué acabo de pensar?

-Hasta mañana. - Y con eso dejo la habitación.

La Bestia es extraña, siempre actúa raro, y me hace actuar extraño a mi.... Siempre que estoy con el olvido que es una Bestia y lo trato como si fuera un humano e incluso... Me hace sentir cosas raras... como... querer saber más de el... ¿Porque siempre lee?... ¿Porque me cuida tanto?... ¿Porque me pare tan tierno?...



- ¿Puedes pararte? - Al fin me deja levantarme y no deja de sostener mi brazo como si me fuera a caer.

-Estoy bien... Deja de tratarme como un niño.

-Si te sientes mal puedes volver a la cama.

-Ya te dije que estoy bien...

Llegamos a unas grandes puertas de madera, se abrieron lentamente. Al entrar podías vislumbrar un comedor lujoso, grandes ventanas abiertas que permitían el paso del sol y el viento y un gran candelabro en el techo... Era hermoso...

- Amo, el almuerzo está listo, tal y como lo ordeno.

-Gracias, Din Don. - Me señalo una silla que se encontraba a un extremo. - Ve a sentarte.

-Bien... - La mesa es inmensa, y estamos sentados en las puntas...

-Su comida. - Me quiero acercar....... - Su comida.

-¡Ha! Gracias... - ¿Qué acabo de pensar?

- ¿Cómo te has sentido aquí?

-Mmm... Bien, creo que extrañare está deliciosa comida. - Me vio ladeando la cabeza, se ve tan tierno...

-¿Porqué lo extrañarías? 

-¿¡He!? - Dude un segundo. ¿Debo decirle que me iré...? - Ya que me siento mejor, tengo que seguir mi... - No puede continuar, sus ojos eran como fuego ardiendo en...¿Ira? 

- ¡JAMAS TE IRAS! - Le dio un golpe a la mesa y su cabello empezó a crecer llegando le hasta media espalda...

- ¡YO NO SOY TU PRISIONERO! - Se puso de pie y su camisa se rasgo dejando a la vista sus grandes músculos, sus pies salían de sus zapatos con forma de patas, al igual de sus manos, sus garras paresia más largas y afiladas y sus cuernos crecieron....

-¿QUIÉN TE DIJO QUE ERAS LIBRE DE IRTE CUANDO QUISIERAS? - Se acerco a mi lentamente, mostrando su dominio... - ¡DIME QUIÉN TE LO DIJO!

- N-nadie, pero... PERO YO NO SOY UN AVE QUE PUEDAS ENCAR.... - Me tomo con sus garras y me puso contra la pared - ....celar

-MI CASA, MIS REGLAS. - Trate de soltarme de su agarre, pero era muy fuerte.

-No puedes encarcelarme para siempre, encontraré la forma de escapar.

-¡NO! ¡SERAS MI PRISIONERO PARA SIEMPRE! - Comenzó a apretar mi garganta fuertemente contra la pared...

-¡Suéltame! - Dije casi en un susurro... - No... respiro...

Sus ojos se abrieron rápidamente mostrando un ligero temor y me dejo caer al suelo. ¿Cómo se atreve a hacerme esto? ¿Solo me salvo para ser su prisionero? ¿Por eso no me dejaba levantarme, pese a que que estaba bien? 

-¡Oye! - Volite a verlo, no me iba a quedar sin decir nada. - ¡Oye! ¿Me estás escuchando? 

Me levante a ver porque no me estaba oyendo, pero en cuanto toqué su hombro sus ojos se encontraron con los míos unos segundos y cayó en mis brazos. Su cuerpo volvió a ser tal y como era antes de gritar, sus ojos serados y su expresión seria....

El Caballero y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora