3: Una vida sin sentido

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Llevo una semana en el comentario de Zoey, sus burlas y comentarios no cesan, sus golpes ya no me importan, las risas ya no las escucho, en mi cabeza solo se repite una  frase.

"Desaparece de este mundo"...

Hace tiempo que pienso que no sería una tan mala opción. Sería una manera fácil de descansar, de no sentir tanto odio, uno que no se a que viene. 

Vale que no tenga familia, vale que no tenga mucho dinero, pero tengo corazón y todo eso duele mucho. A día de hoy la única familia que tengo, si se le puede considerar así, es Luke, mi mejor amigo, el hermano que nunca tuve, una persona en la que puedo confiar siempre, la que me acompaña en las buenas y en las malas, la que no me deja tirada por mis orígenes y la que es suficientemente inteligente como para no arruinarme más de lo que ya estoy. Aún así, lo he estado alejando un poco últimamente, ya que esa frase me hace querer rendirme, me da esperanza para poder estar en algún lugar mejor, porque el cielo es mejor que esta vida, ¿no?

- Sky, ¿me estás escuchando?- me pregunta Luke sacándome de mi ensimismamiento.

- Lo siento, ¿que decías?

- Te comentaba que si esta tarde vamos a comprar un helado

- Me encantaría, Luke, pero tengo que trabajar porque sino el Sr. Collins me echa y ya sabes la suerte que tengo de que me haya contratado teniendo 16 años.

- De acuerdo, mañana entonces.

-Te prometo que mañana comeremos un buen helado.

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Por la tarde me pongo el uniforme del bar y me miro al espejo. Repaso mi pelo negro azabache, mis ojos verdes y mi cuerpo de 1'68 con una figura con algunas curvas pero nada extraordinario.

Salgo hacia el trabajo y cuando llego a las 18:30 empiezo mi turno, el que supongo que acabará a las 22:00. Durante toda la tarde no hago más que repartir bebidas, tapas y algún que otro plato de comida, nada fuera de lo normal, al menos hasta que:

- Mierda- susurro. Porque si señoras y señores, por la puerta aparecen ni más ni menos que los imbéciles de los populares con polos y las zorras con faldas tan pequeñas como su sentido de la decencia y camisetas que muestran sus operadas tetas, porque esas cosas si las metes en agua flotan de la de silicona que  contienen. No creo que sin mi apariencia normal me reconozcan, o al menos eso espero.

- Buenas al Roller, ¿que os pongo?- les pregunto evitando mirarles a los ojos.

Cuando acaban de pedir se me quedan mirando hasta que regreso con el pedido.

- Y dinos, ¿que hace la nerd trabajando en un sitio como este, no deberías estar en la biblioteca?- comenta Brandon.

- Sabes, ese uniforme de puta no te queda, querida, continua con tus ropas de vagabundo- dice Zoey, y el resto se ríen.

Antes de que digan nada, me decido por irme a atender al resto de clientes, pero en el último momento, una mano atrapa mi brazo y me clava las uñas haciéndome heridas y me gira.

- Si te estamos hablando no nos ignoras, ¿de acuerdo?- asiento- bien, ya te puedes largar rata de alcantarilla.

Antes de que se me caigan las lágrimas, me recompongo y continuo con mi trabajo sin más incidentes de por medio. Cuando acabo, me cambio de ropa y salgo rumbo a mi casa, pero al pasar por una esquina, una mano me tapa la boca y me atrapa contra la pared, levanto la vista y lo que veo me aterra. Son ellos, con unos tipos que parecen sacados de una banda callejera equipados con hierros y navajas.

- Ahora vas a ver tus consecuencias por haber nacido- dice una voz fría y sombría.

Segundos después empiezo a sentir golpes y cortes por todo mi cuerpo. Cada uno quema más que el anterior. No se como sigo respirando débilmente, hasta que un golpe me deja casi inconsciente. Ahí todos los maltratos cesan y me dejan tirada en un callejón mugriento desangrándome. 

- Un placer hacer negocios con ustedes - escucho que dice uno de los pandilleros que me ha destrozado. 

Intento oir algo más pero parece que mi cuerpo está lo suficientemente mal como para estar ahorrando toda la energía posible para caminar y llegar a algún lugar.

A duras penas, me levanto y camino arrastrándome para llegar a casa, cuando voy a cruzar la calle, veo un coche venir hacia mi. En otras circunstancias me hubiera ido corriendo, pero me faltaban la fuerza y la voluntad. En ese momento, es cuando me llegan recuerdos de los señores que me acogieron y de Luke, pobre de él, no lo podré proteger más, incumpliré mi promesa de ir a tomar un helado con él. 

Con una lágrima bajándome por la mejilla, lo único que soy capaz de decir es:

"Lo siento"





Adoptada Por EspíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora